Por Rodrigo Oria / Presidente de la Comisión Nacional de Salud de Coparmex
El 1º de octubre tomó protesta Claudia Sheinbaum como la primera mujer presidenta del país, un hecho sin duda histórico y muy significativo.
Al igual que cada diciembre-enero hacemos nuestros deseos y propósitos para el año nuevo, considero importante que en este inicio de sexenio reflexionemos sobre qué queremos para nuestro país durante los próximos 6 años y cuáles son nuestros compromisos para el nuevo ciclo.
Pienso que, durante las campanadas del año nuevo, casi todos le dedicamos una uva (un deseo) a que haya salud. No me cabe duda de que lograr avanzar de manera significativa hacia garantizar plenamente el derecho a la salud en México tiene que ser uno de los deseos para la administración de la Dra. Sheinbaum.
La salud es un pilar fundamental para el bienestar de la población y para el desarrollo inclusivo. No podemos pretender lograr un país más justo, más próspero e inclusivo cuando, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT) más reciente, la tendencia es que en los próximos años habrá en nuestro país 40% de personas con diabetes, 50% con hipertensión y 70% con sobrepeso y obesidad.
No podemos esperar alcanzar la anhelada prosperidad compartida cuando, de acuerdo con la misma ENSANUT, más del 10% de las personas que requirieron atención médica no la obtuvieron. Quienes sí tuvieron oportunidad de ser atendidos tuvieron que dedicar a veces más de 2 horas entre traslado y tiempo de espera, para recibir un servicio que, en muchas ocasiones, presentó deficiencias de calidad, de acuerdo con el análisis del Instituto Nacional de Salud Pública.
La Dra. Claudia Sheinbaum y su equipo en materia de Salud, dirigido por el Dr. David Kershenobich, nuevo secretario de Salud, tendrán enormes retos por delante para arreglar las deficiencias sistémicas del sector salud mexicano. Por ejemplo, el sistema de salud requiere inversión; actualmente, en México la inversión gubernamental en salud es de menos del 3% del PIB, menos de la mitad del 6% que recomienda la OMS para que los países puedan tener un sistema de salud funcional. Para incrementar el acceso y los niveles de calidad en el servicio, se requerirá aumentar la inversión en salud.
Por otro lado, una de las razones por las cuales el sistema de salud mexicano es ineficiente es porque está muy fragmentado y descoordinado. Se requiere un modelo que logre que los distintos subsistemas del sistema de salud (tanto público como privado) se articulen de mejor manera y que se priorice la salud de las personas sobre cualquier otra cosa.
Sin embargo, la actual administración también tendrá oportunidades que no se habían presentado en años anteriores. Por un lado, los resultados de las elecciones, tanto a nivel ejecutivo federal como en el Congreso y en los Estados, representan una oportunidad para generar consensos que no se han podido lograr desde hace décadas.
También es importante mencionar que México cuenta con un sector privado sólido y resiliente, una gran base productiva de medicamentos y dispositivos médicos, capacidades de logística, distribución y dispensación de medicamentos, y un gran potencial para innovación y desarrollo. Lo anterior se ve acentuado con el efecto de relocalización de las empresas, siendo un país con ventajas estructurales importantes para atraer inversión en materia de salud.
El reto, entonces, no es exclusivo de los funcionarios del gobierno entrante, sino que es una oportunidad enorme para que la sociedad en su conjunto trabajemos para mejorar la salud de nuestra población y, con ello, acelerar el desarrollo inclusivo del país. En ese sentido, nuestro deseo desde la Comisión Nacional de Salud no es solamente un deseo, sino también un compromiso: poner todo nuestro empeño en ayudar a que haya salud. #OpiniónCoparmex