Por: Brenda Jaramillo R. |@brenjaro
Indudablemente, uno de los asuntos que ha suscitado un profundo sentimiento de indignación y consternación en la sociedad mexicana es el trágico suceso que involucra a cinco jóvenes que habrían sido víctimas de desaparición a manos de un grupo criminal. Estos lamentables acontecimientos habrían tenido lugar en la localidad de Lagos de Moreno, situada en el estado de Jalisco, México.
La gravedad y atrocidad de los hechos se ven amplificadas por la siniestra narrativa que los rodea: se sostiene que los jóvenes, tras su presunta desaparición, fueron sometidos a una situación dantesca y macabra en la que se les habría coaccionado a enfrentarse violentamente entre sí, en una lucha desesperada por sus vidas.
La magnitud de este incidente ha encendiendo alarmas en toda la nación debido a su potente simbolismo y a la inquietante señal que envía sobre la escalada de violencia extrema que aqueja al país. Esta espeluznante historia destaca la naturaleza insidiosa de la delincuencia organizada y su capacidad para infligir sufrimiento y terror a través de tácticas brutales y despiadadas.
La respuesta pública a esta tragedia ha sido enérgica y unánime, con protestas, llamados a la acción y exigencias de justicia que han reverberado en toda la sociedad. El caso de los cinco jóvenes desaparecidos y forzados a un enfrentamiento letal ha trascendido las barreras geográficas y se ha convertido en un recordatorio impactante de la necesidad apremiante de abordar de manera integral y eficaz los desafíos que enfrenta México en materia de seguridad y crimen organizado.
En su columna del viernes 18 de agosto de 2023, el periodista Raymundo Riva Palacio califica el hecho como un “caso empapado de misterio” sobre el que no existe conclusión. Riva Palacio explica que, por la naturaleza del video, no parece ser un “ajuste de cuentas” pero que la privación de la libertad de los jóvenes “sí fue hecha por instrucciones de algún jefe del cártel de la zona” y que el mismo Gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, admitió que el narcotráfico quiere desestabilizar al estado.
Durante años el gobierno ha estado en una situación de desventaja frente a los cárteles y la interminable ola de crueldad. Las cifras de violencia y los detalles superficiales que se leen en las mañaneras quieren dar una ilusión de control que está lejos de ser real. Las estadísticas no pueden ocultar la verdad y, mucho menos, el dolor de las familias afectadas por los hechos de violencia.
Sin embargo, estas estadísticas se dan a conocer porque transmiten la idea de que se está haciendo algo, de que el Gobierno está enterado de la realidad (aunque los chistes en Palacio Nacional demuestren lo contrario) y sugieren la existencia de una estrategia que, en algún momento, dará resultados… algún día.