Se ha concretado el golpe contra el Poder Judicial; por más que lo justifiquen los militantes de Morena, no resolverá los pendientes para mejorar el acceso a la justicia; de hecho, será peor.
No hubo consenso, fue una imposición típica de una fuerza hegemónica. Lo logró López Obrador gracias a cuatro integrantes de la oposición en el Senado que traicionaron el voto que les llevó al cargo: la senadora de Michoacán, el de Tabasco, y el hijo de Miguel Ángel Yunes, ya integrados a Morena.
Con estos tres votos, además de la ausencia del senador de Movimiento Ciudadano, garantizaron desaparecer el Poder Judicial. Imponer jueces que serán electos por voto popular y cuyas candidaturas podrán ser promovidas por poderes fácticos y del crimen organizado. Gente sin formación para el cargo, sin carrera judicial.
Pero tampoco en la Cámara de Diputados hubieran sido posible los dos tercios sin la resolución de la Sala Superior del Tribunal Electoral del PJF que les dio una sobre representación, aun sabiendo se concretaría ese golpe.
Increíble que unas cuantas personas, en el INE, en la SS del TEPJF y la y los traidores en el Senado, pongan en jaque a la estabilidad democrática de México.
Y otro golpe está en ciernes: la militarización de la seguridad pública. AMLO y Morena cometen un grave error al entregar la seguridad pública a la Secretaría de la Defensa Nacional. Olvidan las graves violaciones a los derechos humanos a unos años del hecho de Tlatlaya y la desaparición forzada de los 43 estudiantes de la Normal de Ayotzinapa aún sin resolver.
No atienden las sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, donde seis de 14 refieren a violaciones graves a los derechos humanos perpetradas por militares. Las sentencias señalan que el Estado mexicano, al extender la competencia del fuero castrense a delitos que no tienen estricta conexión con la disciplina militar, viola los tratados vinculantes.
Amnistía Internacional alerta sobre la gravedad de esta reforma que establece la Guardia Nacional sea entregada a la Sedena de carácter permanente, cuando lo que se debería implementar es su retiro gradual de las tareas de seguridad pública.
López Obrador mintió con cinismo en 2018, que iba regresar a las Fuerzas Armadas a sus cuarteles. Las críticas que le ha endilgado a su enemigo más acérrimo por declararle la guerra al narco, solo simulaban. La diferencia con Calderón es que varios gobernadores le solicitaron el apoyo de las FA para enfrentar a los malosos. Ahora, López lo impondrá con alevosía a todo el país. Y como borregos, sus legisladores y legisladoras, se disciplinan a este despropósito propio de un tirano.
Vaya usted a saber cuáles otras reformas a la Constitución impongan, trastocando la esencia de la constitucionalidad construida desde que somos una República.
López le deja a Claudia Sheinbaum un país con una inestabilidad legal y de acceso a la justicia y sobrevendrá la bronca social, todo por estos alevosos errores.
Con una Guardia Nacional militarizada, y con su hijo marcándole la pauta a la Presidenta desde Morena, López le deja la tormenta perfecta para que CSP sea sumisa.
En lugar de estar feliz porque es la primera mujer en ocupar este trascendental cargo, me preocupa los costos que sobrellevará; en lugar de paz y estabilidad, tendremos las botas de los militares sobre los cuellos de nuestros hijos e hijas. ¡Terrible!
Defensora de derechos humanos