El pasado 5 de febrero se conmemoró el 106 aniversario de la promulgación de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Las imágenes que, del congreso constituyente reunido en el Teatro de la República en Querétaro, ha llegado a nuestros días en fotos blanco y negro son de 219 diputados, señores en trajes, muchos de ellos de barba y bigote, esencialmente de tez clara. ¿Qué es lo que ha cambiado de esa foto en este tiempo?
Reconozco que hace seis años, cuando vi la foto de la conmemoración del centenario de la Constitución en 2017 me entró una especie de frustración, pues esta otra foto, ahora a colores, tenía básicamente la misma composición, se dieron lugar en esa misma sede, los titulares de los poderes de la unión, todos hombres; 31 gobernadores y una gobernadora (de Sonora), que por estar acomodados en orden alfabético no se alcanzaba a ver; integrantes del gabinete y representantes de las fuerzas armadas; señores en trajes oscuros, esencialmente de tez blanca o al menos privilegiados.
En este 2023, la foto de la conmemoración del 106 aniversario tuvo algunos pequeños/grandes cambios, (aunque el que organizó el evento procuró no dejarlas en primer plano, sino más alejadas de la toma principal), ahí hubo por primera vez una mujer que preside la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en representación del poder judicial; nueve mujeres gobernadoras; secretarias del gabinete y de las fuerzas armadas; una foto con más colores, plural, aunque aún no del todo diversa. ¿Qué significa esta nueva composición?
Estas fotos ponen en una imagen la representación del poder político en México, de quienes tienen el poder real, el poder constituido y formal. La foto nos puede dar una idea de si el poder se ha democratizado y la representación política es más incluyente o sigue concentrada en unos cuantos.
Para que más mujeres llegaran a esa foto han pasado más que los 106 años. Las luchas por ser consideradas ciudadanas tienen varios siglos, y es apenas ahora que las mujeres están accediendo a esos espacios. Durante este tiempo, las mujeres aliadas y pasándonos la estafeta generación tras generación, hemos tenido la capacidad de modificar la constitución para que se reconozcan nuestros derechos; de reformar las leyes para que se establezcan normas y acciones afirmativas que abran espacios y ataquen los problemas y violencias que enfrentan; de diseñar políticas públicas, lineamientos y presupuestos para atender las brechas de desigualdad y emparejar el piso; de investigar, estudiar, diagnosticar; de rebelarnos para democratizar el poder. En todo este tiempo hemos acudido al Estado de derecho y hemos buscado fortalecer la democracia. Hemos buscado constituir una nueva República donde las mujeres tengamos los mismos derechos y oportunidades. Somos las constituyentes de una sociedad más justa, equitativa e igualitaria.
Las mujeres que están llegando a estos espacios de poder deben ser conscientes de la larga trayectoria que las ha traído hasta aquí, pues todas somos herederas de las luchas de muchas mujeres que abrieron brecha para que cada una estemos en el lugar y espacio que ocupamos ahora. Lo mínimo que se espera es que haya un compromiso para que desde los espacios de poder que ocupan se impulsen los siguientes pasos para lograr la igualdad sustantiva, se requiere un compromiso con nuestro género y no con aquellos señores que buscan tenernos a su sombra para seguir siendo quienes decidan. Las mujeres en el poder deben tener poder para transformar la vida de las demás mujeres.