/ jueves 4 de julio de 2024

Las trampas de la dopamina

Twitter: @cons_gentil

En la canción Dopamine del grupo Sum 41, la letra menciona una sensación de haber sido descartado en una relación amorosa después de que la otra persona confiesa haberlo hecho todo “solo por la dopamina”:

“You said you did it for the dopamine, You didn't mean to leave me so messed up

You did it for the dopamine, And could it be that I'm just not enough?” Una sensación de desengaño e inseguridad.

Pero a todo esto, ¿por qué nos hace comportarnos de esta manera la liberación de dopamina? La dopamina es un neurotransmisor que participa en la generación de un comportamiento que conduce a una gratificación. Esta recompensa puede manifestarse de diferentes formas, como dinero, comida, interacción social y todo lo que la gente disfruta. En el contexto del amor, puede ser algo tan pequeño como una sonrisa de la persona que amamos hasta un beso o una luna de miel. Sin embargo, hay algo complicado en la dopamina: funciona como una señal de error en la predicción de recompensa. Esto significa que una recompensa mayor no necesariamente conduce a una mayor liberación de dopamina. Lo importante es cuán inesperada es la recompensa.

De manera que existe una relación muy cercana entre la dopamina y las situaciones impredecibles (que en este caso pueden traducirse fácilmente en entornos que nos generan ansiedad) pues el ciclo repetitivo de alivio-ansiedad-alivio puede volverse fácilmente adictivo. Y no solo eso, es fácil confundir situaciones de emoción (que en su momento podemos creer que son positivas) con un patrón de desregulación constante de nuestro sistema nervioso.

Otro aspecto muy importante de la dopamina es que se genera a partir de estímulos. Esto es sumamente relevante cuando tomamos en cuenta que hoy en día estamos acostumbrados a estar expuestos a entornos híper estimulantes día con día, prácticamente todo el día: música, imágenes, videos, notificaciones, múltiples pantallas encendidas al mismo tiempo, entre otros. Y lo que esto provoca es, nuevamente, una dependencia al ciclo de ansiedad que estos estímulos pueden causar. ¿Quién no ha sentido una necesidad constante de revisar el celular aunque no esté necesariamente esperando un mensaje? Esto es porque el ciclo de estímulos es incluso físicamente adictivo.

Y al estar en un ciclo de constante sobreestimulación tendemos a seguir buscando entornos y personas que continúen el ciclo. Esto se puede manifestar fácilmente en relaciones con personas erráticas (de quiénes no sabemos qué esperar la mayoría del tiempo) y cuya atención, aunque no sea demasiada, se siente doblemente bien debido al factor inesperado que conlleva. Y así, sin saberlo, cargamos con una ansiedad constante pero que a veces ni siquiera podemos percibir debido a que se siente como si fuera parte de nosotros.

La liberación de dopamina es uno de los ejemplos de situaciones en las que parece que nuestro cerebro nos juega pequeñas bromas: nos hace sentir estímulos físicos potentes en situaciones que probablemente no son tan buenas para nuestro bienestar en general. Es por eso que tenemos que jugar un papel importante en nuestra gradual reducción de estímulos (aprender a estar en silencio, a observar nuestros pensamientos y a reducir nuestra exposición a pantallas) para poder conocer cómo somos en un estado más regulado y poder hacer elecciones que beneficien nuestra tranquilidad física y mental. Quizá sea la única manera en la que logremos empezar a conocer a las personas y ambientes que realmente nos hacen bien.

Twitter: @cons_gentil

En la canción Dopamine del grupo Sum 41, la letra menciona una sensación de haber sido descartado en una relación amorosa después de que la otra persona confiesa haberlo hecho todo “solo por la dopamina”:

“You said you did it for the dopamine, You didn't mean to leave me so messed up

You did it for the dopamine, And could it be that I'm just not enough?” Una sensación de desengaño e inseguridad.

Pero a todo esto, ¿por qué nos hace comportarnos de esta manera la liberación de dopamina? La dopamina es un neurotransmisor que participa en la generación de un comportamiento que conduce a una gratificación. Esta recompensa puede manifestarse de diferentes formas, como dinero, comida, interacción social y todo lo que la gente disfruta. En el contexto del amor, puede ser algo tan pequeño como una sonrisa de la persona que amamos hasta un beso o una luna de miel. Sin embargo, hay algo complicado en la dopamina: funciona como una señal de error en la predicción de recompensa. Esto significa que una recompensa mayor no necesariamente conduce a una mayor liberación de dopamina. Lo importante es cuán inesperada es la recompensa.

De manera que existe una relación muy cercana entre la dopamina y las situaciones impredecibles (que en este caso pueden traducirse fácilmente en entornos que nos generan ansiedad) pues el ciclo repetitivo de alivio-ansiedad-alivio puede volverse fácilmente adictivo. Y no solo eso, es fácil confundir situaciones de emoción (que en su momento podemos creer que son positivas) con un patrón de desregulación constante de nuestro sistema nervioso.

Otro aspecto muy importante de la dopamina es que se genera a partir de estímulos. Esto es sumamente relevante cuando tomamos en cuenta que hoy en día estamos acostumbrados a estar expuestos a entornos híper estimulantes día con día, prácticamente todo el día: música, imágenes, videos, notificaciones, múltiples pantallas encendidas al mismo tiempo, entre otros. Y lo que esto provoca es, nuevamente, una dependencia al ciclo de ansiedad que estos estímulos pueden causar. ¿Quién no ha sentido una necesidad constante de revisar el celular aunque no esté necesariamente esperando un mensaje? Esto es porque el ciclo de estímulos es incluso físicamente adictivo.

Y al estar en un ciclo de constante sobreestimulación tendemos a seguir buscando entornos y personas que continúen el ciclo. Esto se puede manifestar fácilmente en relaciones con personas erráticas (de quiénes no sabemos qué esperar la mayoría del tiempo) y cuya atención, aunque no sea demasiada, se siente doblemente bien debido al factor inesperado que conlleva. Y así, sin saberlo, cargamos con una ansiedad constante pero que a veces ni siquiera podemos percibir debido a que se siente como si fuera parte de nosotros.

La liberación de dopamina es uno de los ejemplos de situaciones en las que parece que nuestro cerebro nos juega pequeñas bromas: nos hace sentir estímulos físicos potentes en situaciones que probablemente no son tan buenas para nuestro bienestar en general. Es por eso que tenemos que jugar un papel importante en nuestra gradual reducción de estímulos (aprender a estar en silencio, a observar nuestros pensamientos y a reducir nuestra exposición a pantallas) para poder conocer cómo somos en un estado más regulado y poder hacer elecciones que beneficien nuestra tranquilidad física y mental. Quizá sea la única manera en la que logremos empezar a conocer a las personas y ambientes que realmente nos hacen bien.