Hace unas semanas, en el marco del 8M, la cantante Sasha Sokol denunció a través de sus redes sociales que fue víctima de abuso sexual por parte del productor Luis de Llano cuando ella tenía 14 años y él 39. Por otro lado, animado por estas acusaciones, el cantante y actor, Mauricio Martínez, presentó una denuncia legal en contra del productor Antonio Berumen, acusándolo de hostigamiento sexual durante una audición en su oficina.
En este contexto, en Enkoll nos dimos a la tarea de realizar una encuesta entre hombres y mujeres mayores de 18 años, para conocer la opinión que tienen los mexicanos sobre las denuncias públicas de situaciones de violencia sexual, así como la vigencia de estas conductas delictivas en la vida cotidiana de la población.
Los resultados revelan que entre la población en general, la credibilidad de los testimonios de agresión y abuso sexual es similalr cuando las víctimas son mujeres, con 85% de los mexicanos que sí cree en las denuncias, que cuando los delitos se cometen en contra de hombres, donde el 82% confía en la veracidad de los testimonios.
Como podemos ver, las víctimas de abuso sexual, sin importar su género, reciben un alto porcentaje de credibilidad en nuestro país. Al analizar específicamente el caso de la cantante Sasha Sokol, los porcentajes mantienen un balance similar, donde el 86% de la población cree en su testimonio, en tanto que la denuncia del actor Mauricio Martínez recibe un 83% de credibilidad.
El hecho de que personajes reconocidos en la esfera mediática comiencen a hablar públicamente sobre sus experiencias de violencia, otorga un carácter fundamental a la discusión sobre el abuso sexual, en tanto que permite que más hombres puedan romper el silencio sobre los abusos sexuales que enfrentan; además de que coloca en el centro del debate las recurrentes asimetrías de poder que enfrentan las víctimas en relación con sus agresores.
A diferencia de otras manifestaciones de violencia, el acoso sexual en nuestro país es una práctica que se encuentra demasiado próxima a las relaciones cotidianas, a tal punto que entre las víctimas, sean hombres o mujeres, puede haber confusión entre el límite de lo social y legalmente permitido.
Al hablar de conductas que pueden constituir acoso, la unificación en los términos sobre lo que se considera violencia sexual, ya sea en contra de hombres o mujeres, parte por considerar como eje rector la ausencia de consentimiento de las víctimas, así como la asimetría de poder con la que actúan sus agresores.
En este sentido, resulta relevante discutir el impacto del abuso sexual y las estrategias de afrontamiento. De acuerdo con los resultados del estudio de Enkoll, las principales razones por las que Sasha Sokol y Mauricio Martínez denunciaron hasta ahora los hechos ocurridos hace más de 20 años, son miedo con 28% de menciones totales, seguido por vergüenza, 24% y presión social, 14%, entre otras. No obstante, el 89% de los mexicanos considera que es importante que se denuncien este tipo de abusos, a pesar de que ya hayan pasado varios años.
Otro aspecto importante a considerar, comienza por reconocer el alto margen de incidencia de la violencia sexual en nuestro país, donde el 71% de los mexicanos declaran que han sido víctimas de acoso, en tanto que el 39% reconoce que ha sufrido abuso sexual en algún momento de su vida.
Al explorar la prevalencia del hostigamiento sexual según el género del informante, identificamos que este delito es mayor entre mujeres, con 85% de incidencia; no obstante, es importante señalar que 55% de los hombres declaran que también han sido víctimas en algún momento de su vida. En lo que respecta a los ataques con mayores agravantes, el 46% de las mujeres admiten que han sufrido situaciones de abuso sexual, en tanto que 30% de los hombres.
Pese a la credibilidad que tienen las víctimas, al analizar la percepción sobre el castigo jurídico o social que reciben los infractores, el 93% de los mexicanos considera que las personas que cometen acoso o abuso sexual gozan de impunidad o permisividad social, frente al 7% que cree que pagarán las consecuencias de sus actos.
Como podemos ver, la violencia sexual es una problemática que tiene presencia en diferentes grados y contextos. Es por ello que, en la discusión pública sobre los alcances de este delito, el principal reto para disminuir la impunidad y reducir los altos índices de incidencia, parte por incrementar la expectativa de justicia entre las víctimas.
Reconocer que la violencia machista es un problema que no afecta sólo a las mujeres, nos permitirá sensibilizar a la población en su conjunto sobre las implicaciones de los diferentes tipos de violencia. La visibilidad y el reconocimiento, así como los mecanismos que validan la denuncia, son vitales para construir una prevención más efectiva y caminar hacia una sociedad más equitativa e igualitaria.