/ martes 4 de junio de 2024

Más años sin política exterior

Pablo D. Bejarano Torrecillas*

El 2024 será un super año electoral, en el que, por primera vez en la historia moderna, cerca de 100 países de la comunidad internacional celebrarán en sus distintos niveles y ramas elecciones a lo largo de los próximos 12 meses. De acuerdo con datos del Banco Mundial (BM) el ejercicio democrático afectará directamente a cerca de 4 mil millones de personas; es decir, a la mitad de la población total del mundo, de los cuales aproximadamente 2 mil estarán en condiciones de ejercer su voto.

En América Latina el banderazo de salida lo dio El Salvador con la reelección contundente con más de 70% votos a favor de Nayib Bukele. Tres meses después, José Raúl Mulino se decretaría ganador en Panamá con un 34.41% de votos a favor. El 2 de junio, el turno fue de México donde la participación ciudadana osciló entre un 60 y 61.5% de acuerdo con datos del Instituto Nacional Electoral (INE); es decir, de los 100 millones de mexicanos registrados para ejercer su obligación/derecho de voto aproximadamente 39 millones decidieron no hacerlo. Si bien es una participación histórica, no deja de ser mediocre.

El proceso de campañas electorales en México fue lo que se esperaba que fuera, alianzas “estratégicas” sin identidad política, violencia silenciada por el poder en turno, y un ir y venir de acusaciones de aquello que se hizo, no se hizo y quién se cree que lo hizo o dejo de hacerlo, dejando al aire las propuestas, concretas y reales a la imaginación; es decir, todos diciendo que harán, pero ninguno dejó claro cómo lo harán.

Si bien las elecciones son nacionales, las implicaciones trascienden sus fronteras. El resultado del domingo nos presenta con un escenario de continuidad de la política exterior de México. La presidente electa, Claudia Sheinbaum tiene el mismo objetivo que el presidente López Obrador, y así lo ha dejado en más de un discurso: México seguirá con una política exterior de enfoque nacionalista, donde se buscaría usar la política exterior como una extensión de la política interior. ¿El problema de este enfoque? Por un lado, el evidente distanciamiento de las democracias globales y un arriesgado acercamiento a la tendencia autoritaria en países latinoamericanos. Y por otro lado un retroceso democrático-diplomático al generar un ausentismo ante la comunidad internacional y sus organismos.

No olvidemos que en cinco meses EE. UU. tendrá su proceso electoral donde reelegirá a Joe Biden o regresará Donald J. Trump (a favor en las encuestas). Con Sheinbaum y Trump en el poder, las tensiones entre ambos mandatarios sin duda escalarán afectando la relación bilateral en temas específicos como migración dónde se podrá sobre la mesa si México es o no un tercer país seguro de tránsito migratorio; seguridad fronteriza y nacional, aunado discurso racial ya conocido de Trump y finalmente comercio específicamente los beneficios del TMEC para cada país y las disputas comerciales que de ello puedan surgir ya sea en términos de balanza comercial o aranceles.

El resultado del domingo no solo decidió la nueva titular del ejecutivo, también decidió el posicionamiento internacional de México, que de ser una continuidad podría ser definida como ausentismo global.

* Licenciado en Relaciones Internacionales, con especialidad en Seguridad y Negocios Internacionales, por la Universidad Anáhuac de México.

Pablo D. Bejarano Torrecillas*

El 2024 será un super año electoral, en el que, por primera vez en la historia moderna, cerca de 100 países de la comunidad internacional celebrarán en sus distintos niveles y ramas elecciones a lo largo de los próximos 12 meses. De acuerdo con datos del Banco Mundial (BM) el ejercicio democrático afectará directamente a cerca de 4 mil millones de personas; es decir, a la mitad de la población total del mundo, de los cuales aproximadamente 2 mil estarán en condiciones de ejercer su voto.

En América Latina el banderazo de salida lo dio El Salvador con la reelección contundente con más de 70% votos a favor de Nayib Bukele. Tres meses después, José Raúl Mulino se decretaría ganador en Panamá con un 34.41% de votos a favor. El 2 de junio, el turno fue de México donde la participación ciudadana osciló entre un 60 y 61.5% de acuerdo con datos del Instituto Nacional Electoral (INE); es decir, de los 100 millones de mexicanos registrados para ejercer su obligación/derecho de voto aproximadamente 39 millones decidieron no hacerlo. Si bien es una participación histórica, no deja de ser mediocre.

El proceso de campañas electorales en México fue lo que se esperaba que fuera, alianzas “estratégicas” sin identidad política, violencia silenciada por el poder en turno, y un ir y venir de acusaciones de aquello que se hizo, no se hizo y quién se cree que lo hizo o dejo de hacerlo, dejando al aire las propuestas, concretas y reales a la imaginación; es decir, todos diciendo que harán, pero ninguno dejó claro cómo lo harán.

Si bien las elecciones son nacionales, las implicaciones trascienden sus fronteras. El resultado del domingo nos presenta con un escenario de continuidad de la política exterior de México. La presidente electa, Claudia Sheinbaum tiene el mismo objetivo que el presidente López Obrador, y así lo ha dejado en más de un discurso: México seguirá con una política exterior de enfoque nacionalista, donde se buscaría usar la política exterior como una extensión de la política interior. ¿El problema de este enfoque? Por un lado, el evidente distanciamiento de las democracias globales y un arriesgado acercamiento a la tendencia autoritaria en países latinoamericanos. Y por otro lado un retroceso democrático-diplomático al generar un ausentismo ante la comunidad internacional y sus organismos.

No olvidemos que en cinco meses EE. UU. tendrá su proceso electoral donde reelegirá a Joe Biden o regresará Donald J. Trump (a favor en las encuestas). Con Sheinbaum y Trump en el poder, las tensiones entre ambos mandatarios sin duda escalarán afectando la relación bilateral en temas específicos como migración dónde se podrá sobre la mesa si México es o no un tercer país seguro de tránsito migratorio; seguridad fronteriza y nacional, aunado discurso racial ya conocido de Trump y finalmente comercio específicamente los beneficios del TMEC para cada país y las disputas comerciales que de ello puedan surgir ya sea en términos de balanza comercial o aranceles.

El resultado del domingo no solo decidió la nueva titular del ejecutivo, también decidió el posicionamiento internacional de México, que de ser una continuidad podría ser definida como ausentismo global.

* Licenciado en Relaciones Internacionales, con especialidad en Seguridad y Negocios Internacionales, por la Universidad Anáhuac de México.