Desde que el pasado martes China anunció la disminución de restricciones para viajeros, algo de calma ha llegado al mundo financiero y prueba de ello es que los futuros bursátiles y las acciones europeas se movieron a terreno positivo. Incluso, hay expertos que han hablado de que el crecimiento mundial podría aumentar si las restricciones mantienen una reducción gradual.
En este escenario, cabe preguntarse si el relajamiento de dichas medidas es suficiente para pensar en un mejoramiento en las expectativas de crecimiento mundial. Desde mi perspectiva, una golondrina no hace verano y si bien es cierto que la reducción de 2 semanas a 7 días en la cuarentena para viajeros internacionales cae muy bien en un mundo ávido de buenas noticias; es pronto para pronosticar el efecto en los mercados accionarios y, más aún, en la economía real.
El motivo es que estamos frente a un ciclo impredecible de apertura y cierre en el corto plazo, que responde a la política de “COVID cero” adoptada por el gobierno chino y que depende totalmente del comportamiento de los contagios. Lo que sí podríamos ver es que las cadenas de suministro globales que habían permanecido interrumpidas, volverán gradualmente a la producción en caso de que las restricciones de aislamiento obligatorio para la ciudadanía china también se relajen.
Ahora bien, independientemente del levantamiento de restricciones en China, hay una variable central para la inflación mundial: la guerra entre Rusia y Ucrania, a la cual no se le augura pronta resolución desafortunadamente, pues la recién concluida reunión de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en Madrid, reafirmó que Rusia es la mayor amenaza para la paz regional, que debe reforzar su apoyo a Ucrania y que iniciará el proceso para formalizar el ingreso de Finlandia y Suecia.
Este ingreso doble pone fin a décadas de neutralidad de ambos países nórdicos y suma a la Organización una vigilancia privilegiada en el Mar Báltico. Si bien el presidente ruso Vladimir Putin ha dicho que no le preocupa la anexión de ambos países, sí ha dejado claro que, de colocarse contingentes e infraestructura militar en la frontera con Finlandia, responderá “de forma simétrica”. Asimismo, denunció que los países miembros de la OTAN, buscan afirmar su hegemonía y sus ambiciones imperiales usando el conflicto con Ucrania.
En otras palabras, los ánimos belicistas continuarán y con ello, los efectos económicos consiguientes. Incluso, los países del G7, previendo esta marea económica, aprobaron el financiamiento público temporal para proyectos de generación de energía basados en combustibles fósiles, con el objetivo de reducir la dependencia del gas ruso. Sigamos de cerca el comportamiento de los bonos de carbono después de esta decisión.