El pasado 9 de marzo, el presidente López Obrador se reunió con Elizabeth Sherwood, asesora presidencial de Seguridad Nacional de Estados Unidos, para tratar, entre otros, el tema de la lucha contra el fentanilo y su consumo. Esta droga es un opiáceo 50 veces más potente que la heroína y 100 más que la morfina. Tiene un efecto rápido, y en poco tiempo llega a la sangre. Es muy intenso, por lo cual, también altamente adictivo.
Derivado de la reunión con la funcionaria estadounidense, tanto el Gobierno de su país como el del nuestro acordaron seguir combatiendo el tráfico y el consumo de drogas, lanzar una campaña sin precedente contra el consumo de fentanilo y trabajar para frenar el flujo de precursores químicos que se utilizan para la fabricación de esta sustancia. La campaña informará a las y los jóvenes qué significa el fentanilo y por qué es una amenaza.
El Gobierno estadounidense habló de una epidemia por opiáceos en su país, en donde datos de 2021 estimaron la existencia de 15 millones de personas en situación de drogadicción. Entre febrero de ese año y el mismo mes, pero de 2022, en esa nación alrededor de 190,000 personas fallecieron por sobredosis. El 65 por ciento de los casos se asoció a drogas sintéticas como el fentanilo.
Además, en 2022 esa droga mató a alrededor de 70,000 estadounidenses; algunos cálculos hablan del fallecimiento diario de 200, y podrían alcanzar los dos millones para 2030.
Por su parte, los esfuerzos del Gobierno mexicano para combatir la producción de fentanilo y su consumo tienen que ver con varios frentes. Uno de ellos son los decomisos de dos de las drogas más dañinas: la metanfetamina y el fentanilo que, en comparación con el sexenio pasado fueron, respectivamente, un 1,079 y un 1,093 por ciento mayores.
Otro frente es el de las detenciones relevantes que se han realizado, sobre todo, en los últimos meses, con la captura de 36 presuntos delincuentes, por ejemplo,
Ovidio Guzmán López, líder de la célula Los Menores, parte del Cartel del Pacífico e hijo de Joaquín “Chapo” Guzmán.
Asimismo, se trabaja en conjunto con Estados Unidos en el control y tráfico de armas, ya que los grupos criminales mexicanos pueden obtenerlas fácilmente en la frontera sur de aquel país. Y es que a través de ésta cruza a territorio nacional el 70 por ciento de las armas de fuego provenientes de la Unión Americana. Datos de 2019 de la Secretaría de la Defensa de México dejaron ver que cada año ingresan a nuestro país más de 200,000 armas de todo tipo, esto es, un promedio de 567 al día o alrededor de 22 cada hora.
Sin embargo, en octubre pasado, gracias al trabajo conjunto entre los dos Gobiernos, fueron aseguradas 32,000 armas, lo cual contribuyó a disminuir en un 9.2 por ciento los homicidios dolosos en México. Mientras tanto, en diciembre de 2022, la cifra por este ilícito cerró con una incidencia a la baja del 17.7 por ciento, respecto al máximo histórico de 2018, que fue de 35,964.
Asimismo, el año anterior se anunció la creación de un grupo de trabajo para combatir el tráfico de armas, en el cual se incluirán más revisiones en la frontera México-EUA, sin soslayar las demandas del Gobierno mexicano en contra de fabricantes de armas estadounidenses, debido a que el armamento que comercializan es traficado y usado en actividades ilícitas en México, inclusive en ataques contra las autoridades.
La colaboración bilateral en materia de combate a las drogas se ve fortalecida por la campaña informativa respecto al fentanilo y sus efectos. Sin duda, es un paso adelante en la dirección correcta. Ello debe ir acompañado por un trabajo de inteligencia para la detención de delincuentes, y acciones de decomiso y control de armas, pero, sobre todo, seguir atendiendo las causas que generan la pobreza y la desigualdad.
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