Después del proceso electoral que vivimos el 2 de junio, bien vale reflexionar sobre el sistema de partidos que tenemos en México. Tradicionalmente, se define a los partidos políticos como organizaciones permanentes que buscan la conquista del poder político a través de elecciones, caracterizados por su capacidad para articular y representar intereses, así como demandas sociales.
En el mundo, se pueden simplificar en cuatro clases:
- Los partidos marxistas inspirados en la ideología de Karl Marx: vistos como instrumentos de lucha de clases y su objetivo es la transformación de las estructuras económicas, incluso por la fuerza, en “beneficio” de la clase trabajadora anulando libertades individuales.
- Partidos fascistas y populistas: caracterizados por encontrar un enemigo común que pone en riesgo la Unidad Nacional, culpan a un grupo social de todos los males, son totalitarios con figuras carismáticas a las que se les rinde culto, son proclives a la militarización, suprimen a las oposiciones y hacen uso de agresivas estrategias de propaganda para fijar la agenda nacional.
- Partidos democráticos: fomentan la participación ciudadana para fortalecer la democracia, elevar la confianza en los gobiernos, incorporar la diversidad de perspectivas, rendir cuentas como un mecanismo que prevenga la corrupción y estimulan la educación cívica de la población.
- Partidos burocracia: son organizaciones burocráticas y oligárquicas donde un pequeño grupo de líderes ejerce control y toma decisiones, dejando a un lado los intereses de la sociedad e impidiendo su participación. Son vehículos para lucrar con el gobierno en turno y enriquecer a una cuantos.
México es una República Democrática, Soberana e Independiente, para lograr el ideal constitucional se requiere de partidos interesados en motivar la participación ciudadana en las decisiones políticas para fortalecer la democracia y tener un mejor país.
Lamentablemente, no es así. De acuerdo con las 4 clasificaciones señaladas, podríamos ver caso por caso:
MORENA.- Claramente, es un partido populista, tiene un líder al que se le rinde culto (AMLO), inventa enemigos contra la nación (fifís, neoliberales, conservadores, etc.) busca controlar todas las áreas del Estado suprimiendo órganos autónomos y destruyendo al Poder Judicial. Ha militarizado al país y a la oposición la desprestigia falazmente. Han construido una agresiva estrategia de comunicación con las famosas “mañaneras”, acaparando casi todo el espacio informativo del país.
PAN.- Por mucho tiempo fue un ejemplo de partido democrático, pero en los últimos lustros se ha convertido en un partido burocracia. Esta organización ha sido copada por una dirigencia denominada “los padroneros”, que son líderes locales que controlan los padrones de militantes en las regiones y, de la misma forma, el sentido de los votos en las elecciones internas. Tiene la oportunidad de recuperar su esencia en su próxima renovación de dirigencia y sacudirse a “los padroneros,” sino lo hace, continuara siendo un partido burocracia e iniciará una lenta agonía.
PRI.- Tuvo sus características populistas pero pudo representar intereses de distintos grupos sociales logrando conciliar visiones entre sectores opuestos que le dieron legitimidad y éxito a sus gobiernos. Hoy se ha convertido en un partido burocracia, donde un pequeño grupo encabezado por su dirigente nacional decide todos los cargos y las posturas políticas que deben asumir en cada coyuntura. Un partido manchado por deshonor de varios de sus principales cuadros que han pactado con Morena a cambio de protección o prebendas, iniciando con Peña Nieto.
PRD.- Fue un partido democrático y dio un gran impulso a la pluralidad política del país. Su nacimiento en 1995 partió de una coalición entre la Corriente Democrática del PRI y las organizaciones históricas de la izquierda mexicana. Desde sus primeras participaciones electorales, comenzaron a ganar importantes elecciones. El PRD postuló dos veces a la presidencia a Obrador (2006 y 2012) y en ambas perdió. Su carácter despótico hizo que tuviera diferencias con los dirigentes que promovían una agenda socialdemócrata a la que se oponía, por lo que decidió salirse, desfondándolo de sus cuadros y bases. El partido se convirtió en una burocracia que el pasado 2 de junio perdió su registro.
MC, PVEM y PT.- Claramente, partidos burocracia desde que nacieron. Simples franquicias administradas por un jefe que las usa como negocio político para obtener canonjías, puestos o contratos. El PT de Alberto Anaya que no tiene representación nacional, si acaso algunos enclaves en estados norteños. El PVEM surgió como una maniobra de Manuel Camacho cuando el PRI requería inventar una oposición funcional y leal. Desde entonces ha sido un partido que ha explotado la marca ecologista sin tener un compromiso ambientalista, vendiendo esta franquicia al mejor postor para formar alianzas, el cual es liderado por una burocracia que encabeza Jorge Emilio González, “el niño verde”. MC un partido fundado en 1997 por Dante Delgado, llamado originalmente Convergencia Ciudadana. Desde entonces ha sido su dueño y quien decide lo que pasa en el partido. MC tiene una carta fuerte que puede crecer dentro o fuera, se trata de Luis Donaldo Colosio.
Presidente de la Academia Mexicana de Educación