La información de la semana pasada mostró que la economía nacional requiere una estrategia de política económica integral para enfrentar la coyuntura.
La inflación volvió a su senda de crecimiento: se elevó 7.9% durante la primera quincena de junio. Con ello, México perfila su octavo mes en forma consecutiva con un aumento de precios superior al 7%, una situación no observada desde abril del 2001.
Además, y de acuerdo con la Junta de Gobierno del Banco de México, podría ser hasta el tercer trimestre cuando la inflación alcance su nivel máximo. En función de ello se puede prospectar que será hasta abril cuando la variación de precios vuelva a ubicarse por debajo del 7%.
Parte de la explicación puede encontrarse en la tendencia de la inflación subyacente, el componente que describe la tendencia estructural del sistema de precios: se ubicó en 7.5%, una situación que confirma que la presión de los precios no es coyuntural.
El último resultado de la inflación muestra el alcance y los límites del Paquete Contra la Inflación y la Carestía (PACIC) y del subsidio a la gasolina: el control de precios atenúa, pero no detiene la presión que surge del aumento internacional que las materias primas y alimentos siguen exhibiendo.
Por ello, y precedida por la decisión tomada por la Reserva Federal una semana antes, la Junta de Gobierno de Banxico decidió incrementar su tasa de referencia en 75 puntos base, un hecho que podría repetirse en agosto.
Si las autoridades del banco central tienen razón y la inflación seguirá aumentando durante los siguientes meses, se puede establecer que la política monetaria no tendrá un efecto significativo en el corto plazo.
No obstante, se debe considerar un efecto que sí tendrá el alza de las tasas de interés: el aumento del costo financiero que enfrentará el sector público, así como una potencial reconsideración en los planes de inversión que las empresas están diseñando para el 2023.
El modesto crecimiento económico nacional recibirá el efecto de dichos factores: la actividad económica de los primeros cuatro meses sólo creció 1.5% y el factor que la impulsó, las manufacturas, deberá enfrentar la desaceleración que se observa a nivel mundial: 19 de las 29 principales economías del mundo ya exhiben una reducción en las ordenes de exportación de reciben.
Si bien México y Estados Unidos se mantienen en la parte positiva del ciclo que vive la manufactura global, su dependencia de lo que ocurre en China, Japón, Alemania, Francia, España, Italia, Taiwán y Gran Bretaña los alcanzará durante el segundo semestre del año.
Para México es vital el que la economía de Estados Unidos se mantenga en la fase positiva de su ciclo, esencialmente porque el mercado interno sigue debilitándose: entre enero y abril, el sector de los servicios creció únicamente 0.8% en promedio.
La convivencia de altas tasas de interés e inflación será una restricción significativa para el mercado interno porque el consumo y la inversión perderán fuerza generando un círculo vicioso para la política fiscal: sus ingresos serán limitados y el costo financiero aumentará.
La solución al entorno descrito no se encuentra en la acción aislada de la política monetaria o la fiscal: se debe tener una estrategia integral conjunta que además incorpore a la política industrial, la de comercio exterior y la banca de desarrollo. La acción aislada de cada una de ellas no podrá hacer frente a la coyuntura que vive el país.