Por: Enoch Castellanos
Dedicada a todas las mujeres de México, en el día Internacional de la Mujer
Distintas generaciones de hombres abordan y perciben de manera muy diferente el rol de la mujer y sus derechos en la actual sociedad mexicana.
Con excepción de lo que pasaba en algunas pocas zonas urbanas muy pobladas, para la generación Baby Boomers de los abuelos, el trabajo femenino era relegado a las familias en precariedad económica y los derechos de ellas, que no podían acceder a la misma educación de los varones, estaban limitados a techo, comida y sustento, previa maternidad, obediencia y abnegación; en esa paradoja de la idiosincrasia del macho mexicano que idolatra de manera sublime a sus madrecitas pero que generalmente sojuzgaba y “corregía” a sus parejas por cualquier medio, incluso violento.
La generación intermedia de los que ahora somos padres de mujeres jóvenes y adolescentes, podría decirse, ha transcurrido a lado de hermanas que estudiaron y esposas que se han desarrollado profesionalmente en alguna etapa de su vida. Si bien, hoy día el acceso a educación por parte de ellas es generalizado también es promovido y socialmente aceptado que laboren y participen en el sostenimiento del hogar. Sin embargo, persisten discriminación y violencia en contra de ellas, producto del machismo retrógrada, baste recordar que dos terceras partes de las mujeres en México son víctimas de algún tipo de violencia (física, verbal, psicológica o sexual) al menos una vez en su vida.
La luz de esperanza es representada por la generación actual de niñas y jóvenes que tienen muy claro su valor en la familia y en la sociedad en su conjunto. Cuesta mucho trabajo sostener el paradigma de hogares patriarcales cuando el 40% de ellos, en nuestro país, tienen como cabeza de familia a una mujer. Techo de cristal, sororidad, lenguaje inclusivo y equidad de género son conceptos que se empiezan a conocer en México de forma masiva, gracias a la lucha de mujeres en todo el mundo.
Pese a esta ola gigantesca que significa la reivindicación de derechos y el respeto al cincuenta por ciento de la población, que representan las mujeres, sobreviven en la vida pública nacional verdaderos fósiles que justifican, la discriminación, la falta de protección, la falta de justicia y la violencia en contra de ellas, siempre con una óptica de machismo.
Habrá que sacudirlos y educarlos para que reaccionen. Empezaría por recetarles ver el documental “Las Tres Muertes de Marisela Escobedo” -Historia de la lucha y asesinato de la madre activista de Chihuahua, que clamaba justicia ante la exoneración del feminicida confeso de su hija-. Una crónica de vergüenza ante la actuación grotesca del Estado Mexicano. Una muestra fehaciente de la falta de interés que históricamente ha tenido con las causas de las mujeres mexicanas, que tristemente el actual gobierno federal ha intentado minimizar por todos los medios y por el contrario, ha exacerbado. De ahí la protesta agresiva, la desesperación y la ira para ser escuchadas, para ser atendidas, lo que las ha llevado de manera justificada o no, a pasar por encima de todo.
La esencia de México no la hacen sus monumentos o sus palacios, por sobre de estos esta su gente, están sus mujeres, si se rompe el alma de ellas, se rompe el alma de México.