/ martes 1 de noviembre de 2022

Ni todo el amor, ni todo el dinero

Al revisar el Anexo 13 “Erogaciones para la igualdad entre mujeres y hombres” del Proyecto de Presupuesto 2023, que habrá de aprobarse durante la primera quincena de noviembre, no pude evitar recordar el refrán misógino que reza “a las mujeres ni todo el amor, ni todo el dinero”. De acuerdo con el libro de Francisco Ballesteros sobre dichos y refranes, éste se usaba como una técnica de donjuanes para controlar y retener a las “hembras”, por lo que aplica para un presupuesto que Don Gobierno usa para mantener a sus clientelas antes que, para atender sus necesidades, garantizar sus derechos y, ni se diga, hacerlo con perspectiva de género.

El anexo transversal para la igualdad comenzó a destinar recursos a partir del ejercicio fiscal 2008, después de una larga travesía para destinar recursos públicos que permitieran hacer que los programas y acciones contempladas en las leyes generales de igualdad entre mujeres y hombres, y de acceso de las mujeres a una vida libre de violencia contaran con recursos etiquetados específicos y no fueran letra muerta, que el Estado y sus instituciones asumieran la responsabilidad de generar oportunidades, construir la igualdad y atender, prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres.

El anexo transversal permitiría transparentar y hacer visible el compromiso del gobierno con la igualdad; a partir de este anexo, se buscaba influir para que el gasto público tuviera una perspectiva de género; todas las acciones de gobierno atendieran las causas de la desigualdad entre mujeres y hombres, dirigiendo la política pública a atender de manera diferenciada las condiciones de vida de las mujeres y las niñas.

A simple vista, en el gobierno de López Obrador, el anexo 13 se ha quintuplicado, al pasar de 64 mil millones de pesos en 2019, a 346 mil millones de pesos para el 2023. Sin embargo, todo es una ilusión óptica. De acuerdo con la red Aliadas “los programas clave para los derechos de las mujeres y la igualdad sustantiva tendrían un aumento marginal o incluso un decremento en términos reales respecto a lo aprobado para 2022. De manera específica, el Proyecto de Presupuesto propone, en la práctica, liquidar el programa de Equidad de Género y reducir los recursos hacia los programas de Apoyo a Madres Trabajadoras y Salud Materna, Sexual y Reproductiva. Por su parte, los fondos para Refugios Especializados para Mujeres víctimas de violencia; para el Programa de Promoción, Atención y Prevención de la violencia contra las Mujeres (que asegura recursos para los Centros de Justicia para las Mujeres y la atención de las alertas de género); y para las Instancias de Mujeres en las Entidades Federativas (PAIMEF) incrementaran menos del 1% en términos reales” cuando las violencias contra las mujeres se incrementan en todos sus tipos y modalidades.

Mientras que “los incrementos de los últimos años se explican casi exclusivamente por la inclusión de programas públicos que no están diseñados para reducir brechas de género ni erradicar las violencias contra las mujeres: casi 9 de cada 10 pesos se destinan a programas como la Pensión para las Personas Adultas Mayores, el programa de Becas de Educación Básica, Sembrando Vida”, entre otros.”

Solo para ejemplificar y hacer visible la trampa, la pensión para personas adultas mayores concentra el 55.26% de los recursos del Anexo 13 en el PPEF2023. Si fuera un presupuesto con perspectiva de género tomaría en consideración que la mera subvención directa para las mujeres adultas mayores no es suficiente, cuando las mujeres, por cuestiones de género, llegan a la vejez en condiciones de desigualdad al no contar con cobertura de seguridad social, la crianza, las tareas de cuidados, el deterioro de su salud, etc., por lo que se requieren medidas específicas para a las mujeres en la vejez. Por otra parte, si fuera un presupuesto mujerista, el gobierno también nos saldría debiendo a las mujeres, pues somos casi el 52% de la población y el anexo 13, con todo y los aumentos artificiales, no llega ni al 4% del PEF, o al 5.8% del gasto programable.

Ojalá las diputadas, que ahora son mayoría, la hicieran valer para cambiar las condiciones de vida de las mujeres, pero mucho me temo, que no le moverán ni una coma.

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