Que parezcan malas. A esto se ha dedicado AMLO, desde que empezó su sexenio. Está que se lo llevan los demonios, por las declaraciones -entre muchos otros- de tres senadores estadounidenses. Los poderosos congresistas, en pocas palabras, lo acusaron de tener vínculos con el narco, imagen que se ha ganado a pulso, además de criticar con dureza su defensa de las dictaduras latinoamericanas.
De origen latino, el trío conforma un bloque de la fracción Republicana, que destaca por la aceptación que se tiene de sus iniciativas, así no sean del agrado de una importante mayoría de legisladores.
Bob Menéndez, presidente del Comité de Relaciones Internacionales del Senado, declaró que se unía a “aquellos crecientemente preocupados por la decisión del presidente López Obrador, de pararse junto a dictadores y déspotas, en lugar de representar los intereses del pueblo mexicano en la cumbre”. Absolutamente cierto y reclamo de un grueso sector de la población.
Marco Rubio fue más lejos: “Me alegra ver que el presidente mexicano, que ha entregado secciones de su país a los cárteles de la droga, es una apología de la tiranía en Cuba, de un dictador asesino en Nicaragua y de un narcotraficante en Venezuela, no estará en Estados Unidos esta semana”. En pocas palabras, qué bueno que el compadrito de los dictadores, ni se aparezca.
El escándalo surgió a raíz de la negativa del tabasqueño, a acudir a la Cumbre de las Américas en California. Hasta el último momento, condicionó su asistencia a la invitación a los pseudo presidentes que desgobiernan a Cuba, Nicaragua y Venezuela. Ninguno ha sido elegido por elecciones democráticas y los tres se han impuesto a la voluntad popular, con carácter de dictadores.
Es cierto que una Cumbre debe incluir a todas las naciones del Continente, pero, si algunas contravienen normas prestablecidas, habría que pensarlo.
Una de las condiciones para ser parte de la Cumbre de las Américas es aceptar la “carta democrática”, que se firmó en los tiempos de Bill Clinton. En ella se rechaza cualquier tipo de tiranía, por lo que, invitarlos a la reunión supondría una grave violación.
Biden no podía recibir a estos individuos que despiertan la ira de miles y miles de emigrantes cubanos, asilados en la Florida, desde donde batallan porque se recupere la democracia en Cuba.
Los temas de Venezuela y Nicaragua son más que conocidos y los liderzuchos de este par de enclaves, tienen órdenes de aprehensión en distintos tribunales gringos, por lo que, en el caso de que pusieran un pie en ese territorio, se les detendría ipso facto. Maduro está acusado por narcotráfico y Ortega por crímenes y brutales violaciones a los Derechos Humanos. Ambos habían dicho que no irían.
AMLO se cree muy graciosito al ponerse al tú por tú con los senadores que están conscientes de lo que ocurre en este país. Si su estrategia ha sido la de “abrazos y no balazos”, saluda a la mamá del Chapo -con absoluta reverencia-, deja en libertad al hijo, Ovidio; va con frecuencia a Badiguarato y defiende a los criminales porque son “buenas personas”, proyecta una imagen de aquiescencia y hasta sociedad con el narco.
Dice el refrán que no hagas cosas buenas que parezcan malas: si en verdad no tiene vínculos con la delincuencia, que lo demuestre deteniendo a quienes tanto dañan a este territorio. De otra forma será imposible que alguien le crea que está limpio de semejantes asociaciones.
@catalinanq