/ viernes 6 de septiembre de 2024

No oigo, no oigo, soy de palo 

Por Stefany Rocha Del Litto

Vaya turbulencia que estamos viviendo en el país. Reforma Judicial, mayoría calificada, protestas, estudiantes a favor y en contra, transición de gobierno, una legislatura nueva. Parecería que empezó septiembre y con él, un barullo incesante de voces que buscan ser escuchadas.

Según el Instituto para Transiciones Integradas (IFIT, 2021), las narrativas “son el sistema de historias que nos ayudan como humanos, a hacerle sentido a nuestras experiencias y crear una visión coherente de nuestro entorno”. Claro, dentro de las historias, siempre tiene que haber héroes y villanos, pero ¿quién es quién?, o mejor dicho, ¿a quién le asignamos esos papeles en la historia? Las narrativas, desde una óptica de construcción de paz, nos ayudan a entender, a comenzar a generar diálogos y puntos de encuentro. Porque no es secreto para nadie, que el conflicto entre los seres humanos es inevitable, lo que no lo es, es el uso de la violencia para hacer que una sola narrativa, sea considerada la verdad absoluta.

Esta semana, con trabajadores del Poder Judicial en las calles, con estudiantes gritando afuera del Autódromo, con diputados en una cancha legislando y demás actores, podemos ver como cada una de esas narrativas quiere salir, quiere ver la luz, quiere ser reconocida. Dentro de los trabajos de CIPMEX y del IFIT, podemos decir que a las narrativas hay que reconocerlas, porque siempre lucharán por emerger y por ser vistas. Como es evidente, hacer como que escuchamos, no es una opción para generar un verdadero diálogo.

Y, aunque puede parecer inofensivo, o incluso irrelevante, no escuchar la narrativa del “otro”, dejarla pasar o invalidarla, según el IFIT (2021), puede traer alarmantes consecuencias. El tapar a la fuerza la voz del “otro” comienza a inflamar y dividir sociedades, calcificando los papeles del “bueno” y el “malo”. Dando como resultado una sociedad dividida, fragmentada y confrontada no sólo en la vida pública, sino en las raíces más nucleares del tejido social. En pocas palabras, se convierte en una bomba de tiempo que puede resultar en un, si me permite la palabra, encontronazo de verdades a ver quién tiene la razón.

México atraviesa momentos de mucha turbulencia. Precisamente por eso, es importante ponernos a escuchar, sí hablar y exponer puntos, pero sobre todo de escucharnos activamente como sociedad. Recordemos que las narrativas siempre pelearán por ser vistas, así que necesitamos espacios donde quepamos todos, donde exista un mosaico de narrativas que sumen a la conversación y a la construcción de paz.

Para la próxima, querido lector, reflexionemos si México está escuchando o solo dice: “no oigo, no oigo, tengo orejas de pescado”.

Por Stefany Rocha Del Litto

Vaya turbulencia que estamos viviendo en el país. Reforma Judicial, mayoría calificada, protestas, estudiantes a favor y en contra, transición de gobierno, una legislatura nueva. Parecería que empezó septiembre y con él, un barullo incesante de voces que buscan ser escuchadas.

Según el Instituto para Transiciones Integradas (IFIT, 2021), las narrativas “son el sistema de historias que nos ayudan como humanos, a hacerle sentido a nuestras experiencias y crear una visión coherente de nuestro entorno”. Claro, dentro de las historias, siempre tiene que haber héroes y villanos, pero ¿quién es quién?, o mejor dicho, ¿a quién le asignamos esos papeles en la historia? Las narrativas, desde una óptica de construcción de paz, nos ayudan a entender, a comenzar a generar diálogos y puntos de encuentro. Porque no es secreto para nadie, que el conflicto entre los seres humanos es inevitable, lo que no lo es, es el uso de la violencia para hacer que una sola narrativa, sea considerada la verdad absoluta.

Esta semana, con trabajadores del Poder Judicial en las calles, con estudiantes gritando afuera del Autódromo, con diputados en una cancha legislando y demás actores, podemos ver como cada una de esas narrativas quiere salir, quiere ver la luz, quiere ser reconocida. Dentro de los trabajos de CIPMEX y del IFIT, podemos decir que a las narrativas hay que reconocerlas, porque siempre lucharán por emerger y por ser vistas. Como es evidente, hacer como que escuchamos, no es una opción para generar un verdadero diálogo.

Y, aunque puede parecer inofensivo, o incluso irrelevante, no escuchar la narrativa del “otro”, dejarla pasar o invalidarla, según el IFIT (2021), puede traer alarmantes consecuencias. El tapar a la fuerza la voz del “otro” comienza a inflamar y dividir sociedades, calcificando los papeles del “bueno” y el “malo”. Dando como resultado una sociedad dividida, fragmentada y confrontada no sólo en la vida pública, sino en las raíces más nucleares del tejido social. En pocas palabras, se convierte en una bomba de tiempo que puede resultar en un, si me permite la palabra, encontronazo de verdades a ver quién tiene la razón.

México atraviesa momentos de mucha turbulencia. Precisamente por eso, es importante ponernos a escuchar, sí hablar y exponer puntos, pero sobre todo de escucharnos activamente como sociedad. Recordemos que las narrativas siempre pelearán por ser vistas, así que necesitamos espacios donde quepamos todos, donde exista un mosaico de narrativas que sumen a la conversación y a la construcción de paz.

Para la próxima, querido lector, reflexionemos si México está escuchando o solo dice: “no oigo, no oigo, tengo orejas de pescado”.