/ domingo 18 de agosto de 2024

No todos los derechos son derechos

MIRAR

Son frecuentes los bloqueos en carreteras y las manifestaciones por las calles, para reclamar un derecho que se dice no respetado; como campesinos que exigen se les pague lo debido por sus tierras expropiadas; como trabajadores que urgen se les entregue lo justo por su labor; como ciudadanos que insisten se respete lo que se considera un derecho; como estudiantes que repiten una y otra vez que se esclarezca la verdad de violencias que han sufrido. Y tantos casos en que se acude al bloqueo y a las manifestaciones como método de lucha para exigir se haga justicia.

En la mayoría de los casos, es justo lo que se pide y los afectados dicen que no les queda otro medio que bloquear calles y carreteras. Sin embargo, es frecuente que no tomen en cuenta los derechos de los demás, protegidos no sólo por la caridad fraterna, sino también por nuestras leyes. Nuestra Constitución Federal establece: Derecho de manifestación limitado cuando ataque derechos de terceros o provoque algún delito (6). Derecho de libre tránsito sin necesidad de salvoconductos o requisitos semejantes (11). La Ley de Vías Generales de Comunicación prescribe: Tres meses a siete años de prisión a quien interrumpa el tránsito vehicular y la operación del servicio de peaje (533). El Código Penal Federal impone uno a cinco años de prisión y de cien a diez mil días multa, entre otros casos, III: Al que, para detener vehículos en un camino público, ponga algún obstáculo en vía pública (167). Esto establecen nuestras leyes, que las autoridades se comprometen a cumplir, pero que no ejecutan porque dicen que no son represores como otros… Y dejan indefensa a la comunidad, con todos los desastres que eso provoca en quienes nada tienen que ver y que son totalmente inocentes. Deberían atender pronto a los manifestantes y ofrecerles soluciones o alternativas, pero urgir que liberen las vialidades. No quieren reprimir a quienes están causando graves afectaciones, dejando en la indefensión a los perjudicados. Es lo mismo que pasa con los grupos del crimen organizado, que actúan impunemente.

Hay mujeres y organizaciones que defienden a capa y espada su derecho a hacer con su cuerpo lo que libremente quieran y, por ello, exigen la eutanasia y el aborto. Una persona creyente en Dios sabe que no es dueña de su cuerpo, sino que es un don que ha recibido y debe cuidar hasta lo imposible. Pero quien no tiene fe cristiana, se siente como un dios, para exigir lo que sea, sin ninguna consideración a otros derechos, como el del recién concebido a vivir y no ser asesinado.

DISCERNIR

La Palabra de Dios es muy clara: ama a Dios y ama a tu prójimo. No hagas a nadie lo que no quieras que te hagan a ti. Trata a los demás como te gustaría que te trataran a ti. Si alguien dice que ama a Dios y no ama a su prójimo, es un mentiroso, un asesino.

La Declaración del Dicasterio para la Doctrina de la Fe dice: “La dignidad se identifica con una libertad aislada e individualista, que pretende imponer como ‘derechos’, garantizados y financiados por la comunidad, ciertos deseos y preferencias que son subjetivas. La dignidad del ser humano incluye también la capacidad, inherente a la propia naturaleza humana, de asumir obligaciones hacia los otros”.

ACTUAR

Exige, sobre todo a las autoridades, lo que en verdad y justicia te corresponde, pero no lo hagas en forma violenta, destruyendo todo a tu paso, sino tomando en cuenta los derechos de los demás. Trata a los demás como quieres que te traten a ti y no hagas a nadie lo que no quieras que te hagan a ti.


MIRAR

Son frecuentes los bloqueos en carreteras y las manifestaciones por las calles, para reclamar un derecho que se dice no respetado; como campesinos que exigen se les pague lo debido por sus tierras expropiadas; como trabajadores que urgen se les entregue lo justo por su labor; como ciudadanos que insisten se respete lo que se considera un derecho; como estudiantes que repiten una y otra vez que se esclarezca la verdad de violencias que han sufrido. Y tantos casos en que se acude al bloqueo y a las manifestaciones como método de lucha para exigir se haga justicia.

En la mayoría de los casos, es justo lo que se pide y los afectados dicen que no les queda otro medio que bloquear calles y carreteras. Sin embargo, es frecuente que no tomen en cuenta los derechos de los demás, protegidos no sólo por la caridad fraterna, sino también por nuestras leyes. Nuestra Constitución Federal establece: Derecho de manifestación limitado cuando ataque derechos de terceros o provoque algún delito (6). Derecho de libre tránsito sin necesidad de salvoconductos o requisitos semejantes (11). La Ley de Vías Generales de Comunicación prescribe: Tres meses a siete años de prisión a quien interrumpa el tránsito vehicular y la operación del servicio de peaje (533). El Código Penal Federal impone uno a cinco años de prisión y de cien a diez mil días multa, entre otros casos, III: Al que, para detener vehículos en un camino público, ponga algún obstáculo en vía pública (167). Esto establecen nuestras leyes, que las autoridades se comprometen a cumplir, pero que no ejecutan porque dicen que no son represores como otros… Y dejan indefensa a la comunidad, con todos los desastres que eso provoca en quienes nada tienen que ver y que son totalmente inocentes. Deberían atender pronto a los manifestantes y ofrecerles soluciones o alternativas, pero urgir que liberen las vialidades. No quieren reprimir a quienes están causando graves afectaciones, dejando en la indefensión a los perjudicados. Es lo mismo que pasa con los grupos del crimen organizado, que actúan impunemente.

Hay mujeres y organizaciones que defienden a capa y espada su derecho a hacer con su cuerpo lo que libremente quieran y, por ello, exigen la eutanasia y el aborto. Una persona creyente en Dios sabe que no es dueña de su cuerpo, sino que es un don que ha recibido y debe cuidar hasta lo imposible. Pero quien no tiene fe cristiana, se siente como un dios, para exigir lo que sea, sin ninguna consideración a otros derechos, como el del recién concebido a vivir y no ser asesinado.

DISCERNIR

La Palabra de Dios es muy clara: ama a Dios y ama a tu prójimo. No hagas a nadie lo que no quieras que te hagan a ti. Trata a los demás como te gustaría que te trataran a ti. Si alguien dice que ama a Dios y no ama a su prójimo, es un mentiroso, un asesino.

La Declaración del Dicasterio para la Doctrina de la Fe dice: “La dignidad se identifica con una libertad aislada e individualista, que pretende imponer como ‘derechos’, garantizados y financiados por la comunidad, ciertos deseos y preferencias que son subjetivas. La dignidad del ser humano incluye también la capacidad, inherente a la propia naturaleza humana, de asumir obligaciones hacia los otros”.

ACTUAR

Exige, sobre todo a las autoridades, lo que en verdad y justicia te corresponde, pero no lo hagas en forma violenta, destruyendo todo a tu paso, sino tomando en cuenta los derechos de los demás. Trata a los demás como quieres que te traten a ti y no hagas a nadie lo que no quieras que te hagan a ti.


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