/ sábado 31 de agosto de 2024

Nódulo tiroideo y cáncer de tiroides: diagnóstico y tratamiento

Por Dr. José Francisco Gallegos Hernández

Departamento de Tumores de Cabeza y Cuello

Hospital de Oncología, CMN Siglo XXI del IMSS

La glándula tiroides, situada en la cara anterior del cuello por debajo de la “manzana de Adán”, es una glándula endócrina fundamental para el metabolismo del organismo, ella, como cualquier órgano, puede ser el origen de tumores, en éste caso denominados nódulos tiroideos, definidos como cualquier masa al interior de la glándula y que puede ser diagnosticado por palpación o al azar en una revisión con ultrasonido (incidentaloma).

Los nódulos tiroideos son muy frecuentes, del 20 a 70 por ciento de la población los tiene, son más frecuentes en mujeres y la gran mayoría de ellos son benignos, la minoría son cancerosos por lo que el arte del diagnóstico está en identificar a éstos últimos.

La manifestación más frecuente es la auto-palpación o visión de bulto en cuello, aunque en algunas ocasiones pueden condicionar sensación de cuerpo extraño, compresión y raramente molestias para deglutir, aspiración de alimentos o cambios en la tonalidad de la voz.

Un nódulo tiroideo puede permanecer años, inclusive toda la vida de la persona sin causar molestia alguna, aunque eventualmente pueden crecer, por ello es importante su monitorización.

La gran mayoría de los nódulos no producen hormonas tiroideas en exceso (normo-funcionantes) otros sí las producen (hiperfuncionantes), éstos últimos requieren tratamiento médico para su adecuado control y, en general, aún con menor frecuencia son malignos.

El mejor método para el estudio de un nódulo tiroideo es el ultrasonido realizado por radiólogos expertos en el área, éste estudio nos permite clasificarlos por riesgo de que sean cancerosos; solo cuando ésta clasificación nos indica que hay riesgo elevado de cáncer procede efectuar, ya sea una biopsia por punción o bien la extirpación quirúrgica; dicho de otra manera, no todos los nódulos tiroideos tienen indicación de ser sometidos a biopsia ni extirpados. Una vez identificado el nódulo, si por cualquier razón se decide su vigilancia, ésta debe ser con ultrasonido en un gabinete radiológico con periodicidad anual.

Si el nódulo es sospechoso de cáncer o la biopsia así lo indica, éste debe ser resecado; la cirugía mínima a efectuar es la extirpación del lóbulo tiroideo en el que se encuentra el nódulo (hemitiroidectomía), la extirpación de la totalidad de la glándula y de los ganglios que rodean a ésta (ganglios del nivel central) depende de diversos factores, principalmente el género (sexo), edad de la persona, tamaño del tumor, invasión al exterior de la glándula y presencia de ganglios en el cuello, de tal manera que la cirugía es personalizada, no hay un mismo tipo de cirugía para todos los pacientes.

El pronóstico del cáncer de tiroides depende también de los factores pronóstico, no en todos los pacientes es similar y éstos son identificados durante el tratamiento por personal calificado.

Por Dr. José Francisco Gallegos Hernández

Departamento de Tumores de Cabeza y Cuello

Hospital de Oncología, CMN Siglo XXI del IMSS

La glándula tiroides, situada en la cara anterior del cuello por debajo de la “manzana de Adán”, es una glándula endócrina fundamental para el metabolismo del organismo, ella, como cualquier órgano, puede ser el origen de tumores, en éste caso denominados nódulos tiroideos, definidos como cualquier masa al interior de la glándula y que puede ser diagnosticado por palpación o al azar en una revisión con ultrasonido (incidentaloma).

Los nódulos tiroideos son muy frecuentes, del 20 a 70 por ciento de la población los tiene, son más frecuentes en mujeres y la gran mayoría de ellos son benignos, la minoría son cancerosos por lo que el arte del diagnóstico está en identificar a éstos últimos.

La manifestación más frecuente es la auto-palpación o visión de bulto en cuello, aunque en algunas ocasiones pueden condicionar sensación de cuerpo extraño, compresión y raramente molestias para deglutir, aspiración de alimentos o cambios en la tonalidad de la voz.

Un nódulo tiroideo puede permanecer años, inclusive toda la vida de la persona sin causar molestia alguna, aunque eventualmente pueden crecer, por ello es importante su monitorización.

La gran mayoría de los nódulos no producen hormonas tiroideas en exceso (normo-funcionantes) otros sí las producen (hiperfuncionantes), éstos últimos requieren tratamiento médico para su adecuado control y, en general, aún con menor frecuencia son malignos.

El mejor método para el estudio de un nódulo tiroideo es el ultrasonido realizado por radiólogos expertos en el área, éste estudio nos permite clasificarlos por riesgo de que sean cancerosos; solo cuando ésta clasificación nos indica que hay riesgo elevado de cáncer procede efectuar, ya sea una biopsia por punción o bien la extirpación quirúrgica; dicho de otra manera, no todos los nódulos tiroideos tienen indicación de ser sometidos a biopsia ni extirpados. Una vez identificado el nódulo, si por cualquier razón se decide su vigilancia, ésta debe ser con ultrasonido en un gabinete radiológico con periodicidad anual.

Si el nódulo es sospechoso de cáncer o la biopsia así lo indica, éste debe ser resecado; la cirugía mínima a efectuar es la extirpación del lóbulo tiroideo en el que se encuentra el nódulo (hemitiroidectomía), la extirpación de la totalidad de la glándula y de los ganglios que rodean a ésta (ganglios del nivel central) depende de diversos factores, principalmente el género (sexo), edad de la persona, tamaño del tumor, invasión al exterior de la glándula y presencia de ganglios en el cuello, de tal manera que la cirugía es personalizada, no hay un mismo tipo de cirugía para todos los pacientes.

El pronóstico del cáncer de tiroides depende también de los factores pronóstico, no en todos los pacientes es similar y éstos son identificados durante el tratamiento por personal calificado.