Por Yael Waisser
11:00 am (CDMX), 6 de octubre: Café de mañana, huevos a la mexicana. El último día en que fui genuinamente yo. A 8 horas más, un mar y un continente de diferencia, una nación duerme en paz durante una noche más. Fue el día en el que mi sueño y el de muchos otros por la paz se veía lejano, pero se veía.
15:00 pm (CDMX), 6 de octubre: Día de posibilidad. Herzl en mi mente, “si lo queréis no será una leyenda”. La paz se puede y se debe, estoy convencida de que es la solución. Me remonto al Falafel, la playa de Tel Aviv, olor a Jerusalén. Diario intento entender los grises que existen en el añejo conflicto y así pintar una solución justa. Para nosotros y para ellos. Para conectar con más palestinos a nivel profundo y sanar nuestras heridas juntos. Se puede y se debe.
23:00 pm (CMDX), 6 de octubre: Buenas noches, ¡Shabbat shalom!. Como todos los viernes, prendo mi velita para que la paz llegue a Medio Oriente. Cierro mis ojos y pienso en mis amigos y familia en Israel. Certeza, posibilidad, esperanza, seguridad.
08.00 am, 7 de octubre: Titulares de cientos de noticias: 50, 100, 200 desaparecidos. ¿Se los llevaron? ¿los mataron? ¿dónde están? Entraron a Israel y llegaron a un festival de música, masacraron a miles. Karla, Roni, Danielle, ¿están bien? ¿están vivos? Dolor, muchísimo dolor. Náuseas, lágrimas, tristeza, angustia.
Octubre de 2023: Batalla interminable de justificar mi existencia ante el mundo. “Genocida”, “colonialista”, parece que no me conocen. Cansada de dar explicaciones de ser judía, de mi lazo con Israel. Agotamiento, frustración, desesperanza. Los grises del conflicto se ven cada vez más negros, el dolor pinta todo oscuro. Mi acuarela por la paz, manchada y arrugada. Tendré que volver a pintar otra. Un saludo con esperanza a los secuestrados y a las personas que sufren de ambos lados.
7 de octubre de 2024: Muchísimo cansancio. Estoy agotada de la selectividad en narrativas e historias. No sé cómo, no sé cuándo, pero la paz se debe y se puede. Es lo que me repito y me repito, pero el dolor y la tristeza no me dejan avanzar. Entre más pasan los días, más lejana se ve. Me llaman loca por hablar de paz, ridícula incluso. No me rendiré. Seguiré luchando por eso, seguiré tratando de escuchar, como era en ese octubre 6.