Por Antonio Reyes*
A pesar de los llamados de esperanza en la Conferencia de la ONU sobre Cambio Climático de este año en los Emiratos Árabes Unidos, el mundo se encuentra en un avanzado estado de degradación ambiental, acompañado de una creciente polarización social y política. Además, la falta de confianza de los ciudadanos en sus gobiernos exacerba las dificultades para lograr consensos y construir un mundo más sostenible y viable.
Sin embargo, el diseñar de un mundo mejor a menudo también representa una oportunidad de negocios y de visión para los gobiernos. Es así que un enfoque de crecimiento impulsado por la inversión y políticas claras de desarrollo es más efectivo cuando está guiado por una dirección y un propósito claros. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas ofrecen un camino a seguir.
Los ODS proporcionan una brújula para abordar los mayores desafíos de nuestros tiempos, en áreas como pobreza, hambre, cambio climático e igualdad de género. Los cuales son problemas prevalentes en la mayor parte de América Latina y que requieren no solo de soluciones tecnológicas, sino también de innovación social.
Recientemente me dedique a explorar el Mapa de Inversores de los ODS. En su versión online, esta es una herramienta de inteligencia de mercado de la ONU que traza diferentes rutas para replantear las prioridades industriales y de inversión en América Latina y el resto del mundo. Esta herramienta ayuda a los sectores público y privado a identificar oportunidades de inversión alineadas con políticas nacionales y necesidades sostenibles de desarrollo nacional con impacto directo o indirecto a los ODS.
El mapa actualmente destaca 140 oportunidades de inversión en países como Argentina, Belice, Brasil, Colombia, Costa Rica, República Dominicana, Panamá, Paraguay, Perú y Uruguay. La ausencia de México y Chile en el mapa suscita suspicacias sobre la exhaustividad de la herramienta, especialmente dadas los importantes retos que ambos países enfrentan en el panorama de los ODS. Sin embargo, también podría sugerir una falta de coordinación e información entre las agencias de desarrollo chilenas y mexicanas y la Plataforma al carecer de información sobre proyectos de inversión con impactos sostenibles.
Aproximadamente el 24% de las oportunidades de inversión en el Mapa de Inversores de los ODS en América Latina y el Caribe se enfoca al sector de alimentos y bebidas (Figura 1). Esto incluye la expansión de la capacidad agrícola y la irrigación de algunos de estos países. Interesantes oportunidades de innovación en inversión se pueden encontrar, incluyendo el uso de la inteligencia artificial para entender métodos de eficiencia en el crecimiento de cultivos de semillas en Paraguay, o el uso de tecnología blockchain para mejorar la trazabilidad de los alimentos en las cadenas de suministro de Colombia, y así reducir desperdicios.
Por otro lado, el 18% de las inversiones se centra en proyectos de energía renovable. A pesar de la dependencia histórica de la región en combustibles fósiles, este porcentaje de oportunidades de inversión es prometedor. Brasil, Belice y Panamá lideran estas oportunidades de inversión en la producción de energía solar y eólica, incluidas la de micro redes para comunidades rurales. Estos desarrollos tienen un valor de mil millones de dólares en el mercado, con un retorno de inversión esperado entre 5 y 10 años.
Otra área destacada en la región es la de infraestructura para el desarrollo, que constituye el 17% de las oportunidades de inversión. El acceso a servicios confiables y modernos, incluyendo electricidad, agua y saneamiento, sigue siendo una preocupación en la mayor parte de las áreas rurales de la región. El desarrollo de infraestructuras aborda desafíos en servicios eléctricos y de agua (principalmente en Brasil), ingeniería y construcción (República Dominicana y Panamá), bienes raíces (Paraguay) y gestión de residuos (Uruguay y Belice).
El mapa indica también una representación menor para otros sectores de desarrollo, como educación (7%) y transporte (4%). Estas cifras no sugieren la ausencia de desafíos en la educación y movilidad en Latín América, sino más bien reflejan la cantidad limitada de proyectos clasificados como prospectos de impacto a los ODS.
Figura 1. Oportunidades de inversión para el Desarrollo Sostenible en América Latina y el Caribe
*Elaboración del autor con datos del Mapa de Inversiones de los ODS 2023.
En la región, concretar estas inversiones no será tarea sencilla. Se requerirá que los gobiernos adopten un papel proactivo en la formación de mercados junto con el sector privado, y en identificar y reportar oportunidades conjuntas en inversión con impacto sustentable. Lo anterior también conlleva un alejamiento de las narrativas que dividen bruscamente al Estado y los negocios. Esto es especialmente relevante bajo las nuevas experimentaciones libertarias y de gobierno mínimo que se dejaran ver en la región.
Pero mirando hacia el futuro, la región tiene mucho que ganar al catalizar la inversión e innovación en diversos sectores sociales e industriales. Una nueva perspectiva sobre la estrategia de crecimiento es imperativa, posicionando a los sectores público y privado como socios en la solución de desafíos complejos y ligados a los ODS. Esta relación deberá postergarse como simbiótica y no parasitaria, como ya bien lo indica la CEPAL en su reporte sobe Cambio transformacional en América Latina y el Caribe.
*Antonio Reyes es doctor en Ciencias Políticas y Desarrollo Internacional por la University College London (UCL). Actualmente se desempeña como investigador y consultor en políticas públicas, abarcando una variedad de sectores públicos e industriales. Antonio posee experiencia en el desarrollo de proyectos de investigación en organizaciones internacionales, incluyendo la División de Política Regulatoria de la OCDE y la División de Innovación en Servicios Ciudadanos del BID. Sus contribuciones para estas organizaciones se reflejan en publicaciones oficiales con impacto en más de 35 países. Es asociado del Chatham House, del UCL Global Governance Institute, y del Yale Institute for Network Science. Es director y fundador de Exedra Intelligence, una startup de innovación para asociaciones público-privadas basada en Londres. Es miembro asociado del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (COMEXI).