México está bañado por grandes mares: el Océano Pacífico, el Golfo de California, el Golfo de México y el Mar Caribe. Si hacemos una visualización de la república desde el cielo, podemos ver que la extensión del país es mayor en el mar que en tierra con una longitud de costa de 11,122 km., sin incluir islas ni islotes. Otro dato relevante es que de las 32 entidades que integran la república mexicana, 17 tienen litoral. Por lo anterior, podemos concluir que somos un país muy rico en recursos marinos, de los cuales los pesqueros tienen una relevancia particular.
Pero no todo es miel sobre hojuelas; si bien reconocemos lo grandioso de la extensión marina, diversas son las problemáticas que enfrentan las zonas costeras, como por ejemplo, las vulnerabilidades climáticas, la pesca furtiva, la ausencia de vigilancia, la falta de actualización de permisos y padrones de pescadores, por citar algunos. El último de los problemas enlistados se suscita por las inconsistencias de los padrones de pescadores: mientras que el gobierno federal tiene un padrón de pescadores, los gobiernos estatales cuentan con padrones diferentes. Esta inconsistencia genera un problema relativo a la gestión de los permisos, principalmente los permisos de pesca.
La nula inspección es producto de la ausencia de embarcaciones para la vigilancia en las diferentes zonas costeras, y esto provoca que la pesca furtiva o ilegal sea mucho más constante.
La actualización del ordenamiento marino es una urgencia apremiante; por ejemplo, se sabe que algunas de las cooperativas registradas son falsas y lo mismo ocurre con las personas físicas: hay pescadores registrados que en realidad no son pescadores, pero que se registran como tales para ser acreedores de diversos beneficios. Por lo anterior, podemos concluir que la actualización de los padrones de pescadores es clave. Al igual que las cooperativas, existen muchos permisos obscuros o no reales.
En lo referente a las vedas, el INAPESCA es el responsable de autorizar su situación y nunca da autorización alguna a los ribereños. Las embarcaciones grandes son las beneficiadas, y con base en la NOM002, los ribereños no pueden salir de una extensión más allá de la permitida, por lo que se ven afectados directamente. La CONAPESCA debe de explicar cuáles son los recursos federales que otorgan, cómo los priorizan, cómo se aplican, etc.
También hay señalamientos puntuales para considerar como obsoleta la Ley de Pesca y Acuacultura. Es apremiante que los legisladores impulsen la actualización de esta ley, ya que se promulgó varios años atrás. Si simplemente revisamos el crecimiento demográfico en las zonas costeras, resulta urgente su actualización. Además, México puede convertirse en una potencia nacional acuícola, si se incentiva la reconversión pesquera.
En términos de gobernanza, los pescadores deben de tener voz y espacios donde hagan de conocimiento público sus preocupaciones; si bien existen consejos estatales y municipales de pesca, estos no están activos en todas las zonas pesqueras. Los programas de pesca también requieren de urgente atención. En los últimos años, debido en gran medida a la austeridad republicana, el INAPESCA no ha podido realizar los estudios de biomasa, a lo que está mandatado; producto de esto, los pescadores se han tenido que ver en la necesidad de invertir sus recursos en la realización de los mismos. INAPESCA debe de hacer los estudios y buscar los equilibrios que beneficien a los pescadores industriales y a los ribereños.
Así como estos pocos problemas que se describen, podemos hacer una lista de urgente atención, incluyendo muchos otros. La realidad hoy nos muestra una verdadera degradación de los recursos pesqueros. La federación y los estados deben de ir juntos y empezar por hacer un diagnóstico real de la situación al día de hoy para actualizar la política pública pesquera, y convertirse en un facilitador de lo que deberá hacerse, tener claridad sobre cómo invertir y por qué, ofrecer lineamientos claros para facilitar el discernir sobre lo que es más importante, y entregar equipamiento o bien aumentar la vigilancia.
En el país tenemos extraordinarios expertos en el tema de pesca; podemos reforzar la relación con los resultados exitosos impulsados por diferentes organismos internacionales y poner en marcha las comisiones estatales de pesca. En el tema económico, deberíamos trabajar en el diseño y constitución de un Fondo Nacional de Apoyo Pesquero que se integre con pagos compensatorios realizados por los grandes explotadores de los mares y que ese recurso permita compensar a las familias de los pequeños pescadores del país, y así generar una nueva plataforma de incentivos.
Si bien es cierto que las dependencias de INAPESCA y CONAPESCA son perfectibles, se debe de velar por fortalecerlas y no debilitarlas, como es el caso del Instituto que corre el riesgo de desaparecer; el conocimiento sobre los mares y los estudios acuícolas son valiosísimos y debemos hoy aprovecharlos. Hay mucho trabajo a realizar para conservar y regular nuestros mares mexicanos.