/ martes 4 de junio de 2024

Perspectiva de Género / Por la vida y la libertad de las mujeres

Por Estela Casados

Hace tiempo la antropóloga feminista Marcela Lagarde finalizaba sus escritos con la frase que hoy da título a este texto. Cuando leíamos sus libros o escuchábamos sus conferencias allá por principios de siglo, sabíamos perfectamente que esa sería su frase final.

Para muchas se convirtió en un mantra que ha trascendido generaciones y que ha derivado en otras consignas (ahora emitidas como hashtag).

En todo caso, se ha convertido en un legado un tanto pesaroso: un mantra que no hemos podido dejar de pronunciar porque su éxito se cifra en que dejen de asesinar y maltratar mujeres. Cuando dejemos de decir “por la vida y la libertad de las mujeres”, #NiUnaMenos o #SiFaltaUnaMarchamosTodas será porque las cosas han cambiado. Sabemos que lejos estamos de ese escenario.

Eso nos hace decaer en ánimos, pero también nos impulsa a salir a las calles a protestar y a empujar política pública con perspectiva de género, a utilizar los mecanismos de sanción a violencias con toda la burocracia y trabas que bien sabemos, pero sentando precedente y marcando la diferencia.

Este lunes 3 de junio no es diferente en ese sentido. Pasado el proceso electoral nos queda, entre otros pendientes, volver una y otra vez a llamar la atención a la grave crisis humanitaria respecto a los derechos de las mujeres.

Son 19 los feminicidios registrados en el estado de Veracruz por el Observatorio Universitario de Violencias contra Mujeres, durante el primer cuatrimestre del año. Parece que nos hemos acostumbrado a tener estas cifras que evidencian la muerte.

Tanto la sociedad civil como la autoridad solo recuerdan esta tragedia cotidiana cuando hay un caso mediático o cuando la muerte toca a nuestro círculo cercano.

Una vez pasada la contienda electoral, la pregunta es cómo se abordará este tema que, si bien fue mencionado tibiamente en uno que otro discurso de campaña, no mereció que siquiera se perfilara una estrategia para abatirlo ni se delineó una política de Estado.

Es decir, seguimos en las mismas. Parecemos condenadas a ello, a repetir infructuosamente los mantras que nos permitan soportar esta violencia inaudita. ¿Ese será el tiempo de las mujeres que nos espera? Porque ya llevamos así algunas décadas e infelices días.

Desde los distintos feminismos, cada inicio de sexenio se han hecho diversas propuestas a gobiernos entrantes para atender uno de los temas cruciales que nos ocupan: política de Estado para abatir las violencias contra las mujeres. En mayor o menor grado de profundidad hemos colaborado en el diseño de estrategias puntuales.

En Veracruz es casi una tradición que utilicen la buena voluntad de las colectivas feministas y una que otra experta para diseñar planes de acción al respecto, pero lamentablemente también ha sido tradición que una vez tomada la foto y realizado el evento protocolario nos den una patada y sigan con sus políticas machistas de muerte hacia las mujeres.

Esperemos que en esta ocasión sea distinto. Ya la confianza se agotó, pero continuamos trabajando porque así sea. De no ser así, ya nos tocará implementar otras estrategias desde otros espacios.

Coordinadora del Observatorio Universitario de Violencias contra las Mujeres. Universidad Veracruzana

Por Estela Casados

Hace tiempo la antropóloga feminista Marcela Lagarde finalizaba sus escritos con la frase que hoy da título a este texto. Cuando leíamos sus libros o escuchábamos sus conferencias allá por principios de siglo, sabíamos perfectamente que esa sería su frase final.

Para muchas se convirtió en un mantra que ha trascendido generaciones y que ha derivado en otras consignas (ahora emitidas como hashtag).

En todo caso, se ha convertido en un legado un tanto pesaroso: un mantra que no hemos podido dejar de pronunciar porque su éxito se cifra en que dejen de asesinar y maltratar mujeres. Cuando dejemos de decir “por la vida y la libertad de las mujeres”, #NiUnaMenos o #SiFaltaUnaMarchamosTodas será porque las cosas han cambiado. Sabemos que lejos estamos de ese escenario.

Eso nos hace decaer en ánimos, pero también nos impulsa a salir a las calles a protestar y a empujar política pública con perspectiva de género, a utilizar los mecanismos de sanción a violencias con toda la burocracia y trabas que bien sabemos, pero sentando precedente y marcando la diferencia.

Este lunes 3 de junio no es diferente en ese sentido. Pasado el proceso electoral nos queda, entre otros pendientes, volver una y otra vez a llamar la atención a la grave crisis humanitaria respecto a los derechos de las mujeres.

Son 19 los feminicidios registrados en el estado de Veracruz por el Observatorio Universitario de Violencias contra Mujeres, durante el primer cuatrimestre del año. Parece que nos hemos acostumbrado a tener estas cifras que evidencian la muerte.

Tanto la sociedad civil como la autoridad solo recuerdan esta tragedia cotidiana cuando hay un caso mediático o cuando la muerte toca a nuestro círculo cercano.

Una vez pasada la contienda electoral, la pregunta es cómo se abordará este tema que, si bien fue mencionado tibiamente en uno que otro discurso de campaña, no mereció que siquiera se perfilara una estrategia para abatirlo ni se delineó una política de Estado.

Es decir, seguimos en las mismas. Parecemos condenadas a ello, a repetir infructuosamente los mantras que nos permitan soportar esta violencia inaudita. ¿Ese será el tiempo de las mujeres que nos espera? Porque ya llevamos así algunas décadas e infelices días.

Desde los distintos feminismos, cada inicio de sexenio se han hecho diversas propuestas a gobiernos entrantes para atender uno de los temas cruciales que nos ocupan: política de Estado para abatir las violencias contra las mujeres. En mayor o menor grado de profundidad hemos colaborado en el diseño de estrategias puntuales.

En Veracruz es casi una tradición que utilicen la buena voluntad de las colectivas feministas y una que otra experta para diseñar planes de acción al respecto, pero lamentablemente también ha sido tradición que una vez tomada la foto y realizado el evento protocolario nos den una patada y sigan con sus políticas machistas de muerte hacia las mujeres.

Esperemos que en esta ocasión sea distinto. Ya la confianza se agotó, pero continuamos trabajando porque así sea. De no ser así, ya nos tocará implementar otras estrategias desde otros espacios.

Coordinadora del Observatorio Universitario de Violencias contra las Mujeres. Universidad Veracruzana