Peso Pluma hizo pública su relación con la influencer y modelo Hanna Howell. Cuando los artistas exhiben sus noviazgos de esa manera, siempre tengo la sospecha de que hay un objetivo mercadológico detrás.
En esta ocasión, los enamorados se muestran con un cachorro Golden Retriever, en una tierna escena que podría hacernos pensar que estaba calculada para generar una reacción determinada entre las audiencias.
Como siempre, poco debe importarnos la vida personal de los artistas, pero al ser personajes públicos, que influyen de manera masiva, es importante detenernos a reflexionar cuál es el modelo de relaciones afectivas que proyectan, porque serán ejemplo para sus seguidores.
En el caso de Peso Pluma —sin escatimar su valor musical y vocal, e incluso la importancia de la letra de sus canciones para consignar una realidad que es innegable—, en sus videos y en sus propias relaciones de pareja, presenta estereotipos de género que han sido criticados porque sugieren relacionamientos poco saludables o incluso tóxicos.
El presentar cuerpos femeninos con curvas exageradas y caderas diminutas, labios excesivamente carnosos, y rostros muy recargados de maquillaje muestran un determinado tipo de feminidad que no todas las mujeres comparten. Sugerir que los hombres sólo estarán interesados en este tipo de figura femenina, tampoco ayuda mucho.
El dinero como un componente indispensable para que exista una relación erótico-afectiva entre ambos géneros es otro elemento presente en los corridos tumbados, género musical que caracteriza a Peso Pluma.
Es música pegajosa. Después de escucharla, nos pueden pillar tarareando el corillo. No es para espantarse. Significa que debemos tener conciencia que productos musicales como Peso Pluma existen y están al alcance de todos, incluidos los menores de edad. Y, como ocurrió, en 2023, cuando el cantante dijo que su música no era para los niños, resulta que tiene toda la razón.
La declaración la hizo luego de que, en Coahuila, un niño de 11 años se suicidara porque su padrastro no le permitió escuchar a todo volumen la música de su ídolo. El menor de edad dejó una nota póstuma en la que se leía “Yo soy Peso Pluma” y pedía no culpar a nadie por su muerte.
La depresión o la ansiedad que llevó al niño Jerick a quitarse la vida era lo que quizá estaba detrás de tal decisión. Lo que ocurrió nos lleva a reflexionar sobre la importancia de la salud mental y del acompañamiento que los adultos deben dar a los menores de edad.
En ese sentido, no fue tan desatinada la declaración de Peso Pluma respecto a que es responsabilidad de los padres orientar a sus hijos sobre lo que escuchan. Sin referirnos específicamente a los padres de Jerick, resulta que la prohibición es una de las herramientas que se usan para educar. No siempre es la más efectiva.
“Si quisiera hacer música para niños, ya lo hubiese hecho pero no es así, mis canciones no son baladas infantiles, jamás lo serán, si hay niños coreando mis canciones es por irresponsabilidad de los padres”, declaró en aquella ocasión el cantante.
Sin embargo, no toda la culpa es de los padres. Especialmente en un mundo en el que con solo dar un click, los niños estarán expuestos a un montón de material que no es adecuado para su edad. Así que en vez de prohibir, es mejor acompañar, explicar, comunicarse lo más posible.
Es precisamente a los 11 años, cuando niños y niñas buscan definir su personalidad. Buscan experimentar. Si tenemos la capacidad de platicar con ellos y preguntarles qué les resulta tan atractivo de una cierta manera de vestir o de cantar, quizá podamos ayudarlos a orientar esa búsqueda interna.
Seguramente se preguntarán por qué las novias de Peso Pluma tienen ciertas características o por qué en sus videos se muestra determinada forma de vivir. En vez de apagar el video o decir que no lo vean o no lo escuchen, averigüemos un poco más sobre qué les causa curiosidad y, desde nuestras propias creencias, demos orientación y no imposiciones.
A Peso Pluma, le recomendaría que, sí, escriba al menos una canción para niños. La banda grupera Bronco lo hizo y no le fue tan mal. Seguro que, hasta el mismo Doble P, la llegó a tararear.