/ lunes 29 de julio de 2024

Poder Nacional / En las detenciones del jueves: mitos, mentiras e imprecisiones

Estudiar, analizar, comprender y reflexionar en torno a la grave situación en materia de inseguridad pública que vive México, es muy diferente a opinar, reaccionar y suponer. Afirmo lo anterior, debido a la ola de señalamientos de la más diversa seriedad y profundidad expresadas en los medios de comunicación digitales y convencionales. La situación se asemeja a lo que durante las campañas presidenciales se le calificó, con acierto “el debate del debate”. Las condiciones bajo las cuales fueron presentados ante las autoridades judiciales de los Estados Unidos Ismael Zambada y Joaquín Guzmán López, hasta el momento siguen sin ser aclaradas por el Departamento de Justica ni el FBI.

De mientras en México, sin contar con esos fundamentales elementos de información, nos hemos sumergido en los rumores, insinuaciones y especulaciones, que lo único a lo que han contribuido, es a obnubilar las perspectivas, inmediatas y mediatas de lo que ya esta en marcha: un ajuste de fondo en las principales estructuras criminales de nuestro país. También, por importantes que hayan sido las dos detenciones, es obvio que el trafico, consumo de drogas y la violencia inherente a esas actividades, va a continuar. Eso sí es lo que debiéramos estar discutiendo, más aún ante la inminencia de los cambios en las Presidencias de México y de Estados Unidos.

Incluso la notable ausencia de información desde el gobierno de la República sobre el caso, también ha puesto su parte para incentivar el ambiente de ataques y descalificaciones respecto de lo que no se hizo o se debió de haber hecho, para evidenciar la fortaleza de las autoridades y leyes mexicanas. La ruta preferida para la especulación, hasta el momento por las y los comentaristas en nuestro país, ha sido la información con la que cuenta un cabecilla delincuencial, que por poco más cuarenta años, ha tratado con todo tipo de funcionarios. Eso es lógico. Pero la cuestión será la aportación de las pruebas y no solo sus dichos, por más que así funcione el sistema judicial estadounidense.

Si Ismael Zambada fue detenido, traicionado, engañado, que si negoció su entrega o la forma que haya sido su aprehensión, desde luego tiene importancia para en los efectos, tan sólo, de la cooperación bilateral México-Estados Unidos en la persecución del narcotráfico. Pero en sentido estricto, al no haber información oficial como ya lo señalé, cualquier planteamiento cae en el terreno de las suposiciones –en el mejor de los casos. Desde México, las autoridades correspondientes, debe ser, ya estaban preparadas para escenarios como el que vivimos el pasado jueves 25, es decir la detención o neutralización de uno de los principales delincuentes en la historia reciente de México.

Ahora lo sustancial, es acotar en nuestro país, la muy probable violenta disputa por el control de la organización criminal. La historia demuestra que eso sucede a cada detención o neutralización de cabecillas delictivas: algo se ha de haber aprendido a lo largo estas décadas para que la población en general y como principal objetivo, se vea afectada en su integridad física, patrimonial y en sus actividades cotidianas. Por ejemplo, durante el fin de semana, ya fueron enviados 200 fusileros paracaidistas integrantes de las Fuerzas Especiales del Ejército Mexicano, a Culiacán justo como medida disuasoria. Lo cierto es que la dinámica entorno a lucrativo negocio del tráfico de drogas va a seguir; por supuesto eso no implica que las detenciones de la semana pasada no tengan importancia o que carezcan de impacto en las propias estructuras delictivas. Se trata de una parte importante, pero es eso, una parte de una serie de programas y políticas más amplios que vayan al fondo del grave problema. Nos conviene a los dos países, es un buen momento para hacerlo.

javierolivaposada@gmail.com

@JOPso

Estudiar, analizar, comprender y reflexionar en torno a la grave situación en materia de inseguridad pública que vive México, es muy diferente a opinar, reaccionar y suponer. Afirmo lo anterior, debido a la ola de señalamientos de la más diversa seriedad y profundidad expresadas en los medios de comunicación digitales y convencionales. La situación se asemeja a lo que durante las campañas presidenciales se le calificó, con acierto “el debate del debate”. Las condiciones bajo las cuales fueron presentados ante las autoridades judiciales de los Estados Unidos Ismael Zambada y Joaquín Guzmán López, hasta el momento siguen sin ser aclaradas por el Departamento de Justica ni el FBI.

De mientras en México, sin contar con esos fundamentales elementos de información, nos hemos sumergido en los rumores, insinuaciones y especulaciones, que lo único a lo que han contribuido, es a obnubilar las perspectivas, inmediatas y mediatas de lo que ya esta en marcha: un ajuste de fondo en las principales estructuras criminales de nuestro país. También, por importantes que hayan sido las dos detenciones, es obvio que el trafico, consumo de drogas y la violencia inherente a esas actividades, va a continuar. Eso sí es lo que debiéramos estar discutiendo, más aún ante la inminencia de los cambios en las Presidencias de México y de Estados Unidos.

Incluso la notable ausencia de información desde el gobierno de la República sobre el caso, también ha puesto su parte para incentivar el ambiente de ataques y descalificaciones respecto de lo que no se hizo o se debió de haber hecho, para evidenciar la fortaleza de las autoridades y leyes mexicanas. La ruta preferida para la especulación, hasta el momento por las y los comentaristas en nuestro país, ha sido la información con la que cuenta un cabecilla delincuencial, que por poco más cuarenta años, ha tratado con todo tipo de funcionarios. Eso es lógico. Pero la cuestión será la aportación de las pruebas y no solo sus dichos, por más que así funcione el sistema judicial estadounidense.

Si Ismael Zambada fue detenido, traicionado, engañado, que si negoció su entrega o la forma que haya sido su aprehensión, desde luego tiene importancia para en los efectos, tan sólo, de la cooperación bilateral México-Estados Unidos en la persecución del narcotráfico. Pero en sentido estricto, al no haber información oficial como ya lo señalé, cualquier planteamiento cae en el terreno de las suposiciones –en el mejor de los casos. Desde México, las autoridades correspondientes, debe ser, ya estaban preparadas para escenarios como el que vivimos el pasado jueves 25, es decir la detención o neutralización de uno de los principales delincuentes en la historia reciente de México.

Ahora lo sustancial, es acotar en nuestro país, la muy probable violenta disputa por el control de la organización criminal. La historia demuestra que eso sucede a cada detención o neutralización de cabecillas delictivas: algo se ha de haber aprendido a lo largo estas décadas para que la población en general y como principal objetivo, se vea afectada en su integridad física, patrimonial y en sus actividades cotidianas. Por ejemplo, durante el fin de semana, ya fueron enviados 200 fusileros paracaidistas integrantes de las Fuerzas Especiales del Ejército Mexicano, a Culiacán justo como medida disuasoria. Lo cierto es que la dinámica entorno a lucrativo negocio del tráfico de drogas va a seguir; por supuesto eso no implica que las detenciones de la semana pasada no tengan importancia o que carezcan de impacto en las propias estructuras delictivas. Se trata de una parte importante, pero es eso, una parte de una serie de programas y políticas más amplios que vayan al fondo del grave problema. Nos conviene a los dos países, es un buen momento para hacerlo.

javierolivaposada@gmail.com

@JOPso