Por supuesto que a diferencia de otras Secretarías o Despachos de Estado, sean las del Bienestar, Programación y Presupuesto, Seguridad Pública, Función Pública y así…sexenios van y vienen: Carlos Salinas de Gortari, José López Portillo, Adolfo Ruiz Cortines, pero las Secretarías destinadas a la administración, adiestramiento, actualización, instrucción, entre otras sustantivas misiones para el adecuado y determinante papel en la democracia de México de las Fuerzas Armadas, no cambian.
Las anunciadas designaciones por parte de la Presidenta electa, Claudia Sheinbaum Pardo, del General de División Diplomado de Estado Mayor Ricardo Trevilla Trejo y del Almirante Cuerpo General Diplomado de Estado Mayor Raymundo Pedro Morales Ángeles, al frente de las Secretarías de la Defensa Nacional y de Marina Armada de México, eran y con razón, los nombramientos más esperados del gabinete. Las razón son varias y por supuesto, no van en detrimento de cargos relevantes en la estructura de la administración pública federal.
Los desafíos que deben procesar ahora las Fuerzas Armadas, es decir, el Ejército Mexicano, la Armada de México y la Fuerza Aérea Mexicana (y en el corto plazo, la Guardia Nacional) son muy importantes para el desarrollo del país. Por una parte, como Secretarías de Estado y por la otra, como el principal recurso disuasivo armado, deben procesar las difíciles condiciones en cuanto a la Seguridad Pública y el complejo contexto –de larga duración, de las dimensiones de la Seguridad Nacional, Regional e Internacional.
Por unas parte, las deterioradas circunstancias de la Seguridad Pública, que se han agravado en los últimos años, han exigido que el estamento o poder civil, recurra sistemáticamente a las Fuerzas Armadas para cumplir con labores que en sentido estricto, responden a coyunturas. La paradoja es que desde 1946, así ha sido. Sin excepción, los Presidentes de la República hasta la notoria actualidad, han recurrido al estamento militar para solventar crisis de diverso tipo, pero de manera estructural por lo que se refiere a la Seguridad Pública. Y este es el principal reto no sólo del próximo gobierno, sino de la misma capacidad del Poder Ejecutivo a partir del próximo 1 de octubre.
Por lo que hace a los nombramientos, se trata de dos militares que conocen con toda precisión las estructuras de las respectivas Secretarías y Fuerzas Armadas. Es determinante hace ese matiz en tanto que responden a una coyuntura sexenal y por la otra, a la histórica continuidad de las aportaciones de las Instituciones Militares al desarrollo y democracia de México. Como se puede leer, son dos aparentes distantes misiones; sin embargo, por el decurso histórico y las particularidades geográficas del país, ambas misiones, sin duda, se encuentran estrechamente relacionadas.
Conforme pasan las administraciones municipales, estatales y federales, la concurrencia de las Fuerzas Armadas al desarrollo, incluyendo al de otros países, se vuelve más sustancial. Los escenarios para analizar y polemizar respecto de las condiciones para la democracia y las libertades cívicas, de forma gradual pero evidente, quedan atrás. Esto atiende a que como actor político, las Fuerzas Armadas son un catalizador de estabilidad, certeza y sobre todo, de institucionalidad. Pocas democracias en el mundo pueden asumir como indiscutible esa condición.
Cada tramo sexenal en las relaciones civiles militares, tienen sus particularidades; lo que no varía, es el apego a las prácticas sustantivas militares para la salvaguarda de la Seguridad Nacional, la Libertad, Independencia y Soberanía de México. Son las razones mismas del permanencia del país.
@JOPso