En medio de grave caos de inseguridad pública que vive sobre todo la capital de uno de los Estados de la República más importantes, el Congreso sinaloense, decidió sin ningún antecedente, consulta o deliberación pública, cancelar el valor fundamental de la educación pública superior y de la Universidad Autónoma como referente de libertad y creatividad. En México y varias partes del mundo, los experimentos, cuando se anteponen los cuestionables preceptos y agendas políticas -que siempre serán coyunturales, a la preeminencia del desarrollo de las Ciencias, Humanidades y Artes, han sido un rotundo fracaso.
La catástrofe que se cierne sobre la prestigiada Universidad Autónoma de Sinaloa, es encabezada ni más ni menos, por un ex Rector que hoy despacha como gobernador de la entidad. Ayudado por el Congreso local, han avanzado en la lógica de que la democracia o consulta popular resuelve por sí, la dirección de los asuntos colectivos. Qué paradoja: la ausencia de liderazgo, de proyecto, método, metas y aportaciones, decididos a mano alzada sin la menor referencia, sustancia o mínimo conocimiento de lo que se decide.
Por supuesto que las y los universitarios, comunidad activa, plural, tolerante pero sobre todo, consciente de su papel y de sus aportaciones, observamos con seria preocupación esta peligrosa iniciativa que nada aporta a la educación pública superior. Condenar a dichas instituciones al mecenazgo condicionado, a las conspiraciones grupales, intereses políticos e incluso electorales, implica subordinar la visión del futuro educativo a la circunstancia mezquina de las conveniencias pasajeras.
Son frecuentes los asaltos al valor sustancial de la Autonomía de la Universidades públicas en nuestro país, sin embargo, nunca había sido concretado desde las estructuras de los Poderes públicos. Atendiendo a una insólita iniciativa, nítidamente adscrita a la coyuntura que vive el país, un Congreso que tiene periodo de caducidad, se atreve a dictaminar respecto de la continuidad de las líneas de investigación y creatividad de la Universidad Autónoma de Sinaloa, anteponiendo los prejuicios de las decisiones colectivas. Ignorando que hay Colegios académicos, Consejos técnicos, pero sobre todo Junta de Gobierno, se ha consumado la posibilidad de cancelar la carrera académica y de superación del estudiantado, personal administrativo y académico en aras de la popularidad.
Mientras tanto, en vez de ocuparse de la inédita ola de violencia, con masacres, balaceras, incendios provocados a casas y negocios, bloqueos a las vías de comunicación como carreteras, calles y avenidas y en resumen, paralización de la vida cotidiana y productiva en Culiacán y otros municipios, el gobierno estatal y el Congreso, perpetran un severo atentado a una de las verdaderas luchas y conquistas históricas de la educación pública. En ese contexto de intensa actividad criminal es difícil que hayan manifestaciones en espacios abiertos: que paradoja, la dinámica criminal inhibiendo o cancelando las libertades democráticas y expresiones cívicas. Esto es lo más cercano o parecido a una dictadura.
El trascendente comunicado de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior de la República Mexicana (ANUIES) difundido ayer domingo, dada la gravedad de la situación, convoca a velar por los auténticos intereses de la educación superior en el país. Los recursos jurídicos y políticos, permitirán cancelar la ocurrencia, improvisación y negligencia del gobierno y Congreso del Estado de Sinaloa. Supongo, no hay sentido para provocar la movilización de las y los universitarios.