Ojalá y yo esté equivocado. Pero parece que nos aproximamos a un nuevo pasaje de confusiones conceptuales, que conducen a imprecisiones y ambigüedades que al momento de ser instrumentados en programas y políticas no dan los resultados esperados. Me refiero en específico a la visita Elizabeth Sherwood Randall, Consejera para Asuntos de Seguridad Nacional del gobierno de los Estados Unidos, el pasado 11 de este mes, para entrevistarse con la candidata triunfadora, Claudia Sheinbaum Pardo. La próxima mandataria mexicana, estuvo acompañada por el coordinador de su equipo de trabajo y para la transición administrativa, Juan Ramón de la Fuente y por el senador también vencedor y ex secretario de Seguridad Pública, Omar García Harfuch.
Pero la cuestión no termina ahí. Este tipo de encuentros son detalladamente planeados y ejecutados. Si se quería enviar desde la Casa Blanca un mensaje de mayor cordialidad y aprecio a la ganadora de las elecciones presidenciales del 2 de junio, mucho más simbólico hubiese sido viniera la primera vicepresidenta en la historia de los Estados Unidos, Kamala Harris. Sin duda, habría sido una fotografía histórica: dos mujeres en la cúspide de sus respectivos sistemas políticos. Ya habrá ocasión, pero con menor impacto mediático.
Puede argumentarse y con razón, que el perfil de García Harfuch es lo más cercano al cargo de la Consejera Scherwood Randall, pero en el análisis de la homologación de cargos hay una abismal diferencia. Y no en el sentido jerárquico, sino en cuanto a las atribuciones que cada personalidad representa en cuanto a las dimensiones de la Seguridad. Para empezar, la visita de la funcionaria de la más alta responsabilidad en materia de Seguridad Nacional deja en claro y sin lugar a dudas, la principal prioridad de los Estados Unidos respecto de la relación con México. Ni funcionarias o funcionarios relacionados con el Tratado de Libre Comercio, ni del Departamento de Estado o de alguna otra área prioritaria bilateral.
Desde luego que la presencia de alguna personalidad cercana a la próxima mandataria en la referida entrevista, habría desatado especulaciones, pero al mismo tiempo, certezas. Empero, el buen trabajo realizado por García Harfuch al frente de la Secretaría de Seguridad en la Ciudad de México, no puede ni debe ser equiparado a las superiores misiones de la Seguridad Nacional. Persistir en esa ruta, lo sabemos bien, no ha dado buenos resultados o al menos, no los esperados en los últimos sexenios. Cada dimensión de la Seguridad tiene bienes a tutelar, por lo que corresponde de manera específica a determinadas estructuras de la Administración Pública municipal, estatal y federal, atenderlas.
Seguridad Pública, Seguridad Interior, Seguridad Nacional, Seguridad Regional y Seguridad Internacional, si bien se interrelacionan, tiene tareas específicas y por lo tanto diferencias en cuanto a los procedimientos a aplicar para cumplir con sus misiones. Por eso es muy importante que en la siguiente administración federal, el gobierno de la República, establezca las bases de una consistente política, ya no digamos estrategia, en cuanto a la Seguridad Pública. Y a su vez, se concreten las prioridades en materia de Seguridad Nacional. Recordemos, que por alguna extraña y grave razón, en este desfalleciente sexenio no hubo Programa Especial para la Seguridad Nacional, tal y como lo establece la Ley de Planeación. Queda poco tiempo, hasta el 1 de septiembre, nuevo Congreso de la Unión y hasta el 1 de octubre, relevo en la Presidencia de la República, para estipular las prioridades en cada una de las dimensiones de la Seguridad.
@JOPso