La democracia en México ha atravesado por diferentes etapas. De los años 20 y hasta los años 40 las elecciones estuvieron marcadas por los conflictos armados que aun persistían después de la Revolución. A partir de los años 50, México experimentó un sistema político en donde regía un único partido político y por mucho tiempo las reglas del juego por el poder eran impuestas a favor de este partido. A pesar de la rigidez del sistema surgieron partidos y actores de oposición que durante las elecciones enfrentaban actos de violencia, sus representantes eran expulsados de las casillas por fuerzas armadas y había robo de urnas, o bien, otras que, antes de empezar la votación o una vez que ésta concluía, se llenaban con boletas sufragadas.
Para 1988, las voces que declaraban un fraude por parte del gobierno en turno y los antecedentes de elecciones amañadas fueron un parteaguas en el sistema electoral, marcando un momento de ruptura al evidenciar la consolidación de los partidos de oposición como fuerzas políticas y como muestra del interés de la ciudadanía en los asuntos político-electorales. Más que nunca, se hicieron visibles la inequidad y la falta de transparencia en las elecciones.
Resultado de una historia política sinuosa y procesos electorales complejos, se ha señalado que el sistema electoral mexicano se basa en la desconfianza de los actores políticos, partidos políticos y ciudadanía, por tal motivo las reformas electorales han tenido como fin consolidar la confianza de todos y todas en las instituciones electorales y en las elecciones, además de garantizar procesos electorales transparentes. Para ello el INE ha creado diferentes mecanismos que permiten asegurar que el voto ciudadano sea respetado y resguardado, así como que las condiciones de la competencia entre los partidos y actores políticos sean equitativas, sin embargo, para este fin se ha requerido invertir gran cantidad de personal y materiales y, por ende, de presupuesto.
Tales medidas reciben el nombre de cadena de confianza, la cual consta de 8 elementos: padrón electoral, credencial para votar, requisitos para votar en el extranjero, documentos y materiales electorales, resultados preliminares y cómputos distritales y fiscalización, además de las y los ciudadanos que vigilan el Proceso Electoral como representantes de partidos, observadores/as o visitantes extranjeros; así como la ciudadanía que es parte de la organización Estos elementos parten de la necesidad de ciudadanizar los procesos electorales y contar con herramientas y materiales que eliminen o aminoren la desconfianza en las elecciones.
Las y los ciudadanos que participan en la organización de las elecciones como Consejeras/os distritales, como Supervisoras/es, Capacitadoras/es y Asistentes electorales y principalmente como Funcionarios/as de Mesa Directiva de Casilla son un eje fundamental de la cadena de confianza, puesto que la Jornada Electoral se lleva a cabo gracias a nuestros vecinos y vecinas. Por ello resultan valiosas las cifras del Proceso Electoral Federal 2017-2018, que nos dan cuenta de que, entre 45,044 CAE y SE capacitaron a 1,397,380 personas que fungieron como integrantes de MDC. En tanto que, para los Procesos Locales de 2019, 163,834 funcionarios y funcionarias de MDC fueron capacitados por 6,248 CAE y SE.
Así, nuestro sistema electoral es resultado de la labor conjunta entre la ciudadanía, los partidos políticos, legisladores y autoridades electorales; gracias a eso hemos logrado incrementar los índices de confianza y certeza de los resultados electorales. En los últimos meses hemos conocido diferentes propuestas de reforma electoral, las cuales abogan por una reducción en el presupuesto destinado a la realización de las elecciones, sin embargo, los candados de seguridad, aunque costosos, son un instrumento necesario para blindar el voto de la ciudadanía y brindar certeza a la elección. Para reducir los costos que estas acciones implican, es necesario que los actores políticos y la ciudadanía confíen plenamente en la imparcialidad y en la limpieza de los procesos electorales, por ello, las propuestas de reforma deben responder a las demandas de austeridad sin que éstas representen un retroceso en los avances en materia de confianza en las elecciones.
Consejera electoral del INE
@DaniaRavel