Es paradójico que, a pesar de la abundancia de programas respaldados por evidencia sobre cómo reducir la violencia en comunidades y ciudades, nuestras policías no los implementen ampliamente en sus operaciones. Esta pregunta se la planteó recientemente el profesor Alexander Sutherland tras su revisión al Metropolitan Police Service.*
Como contexto, un amplio cuerpo de investigación social demuestra que la violencia comunitaria se concentra en pequeños grupos de personas, lugares y comportamientos (Abt, 2019). De hecho, el 25% de los homicidios se concentran en el 1% de las calles de una ciudad (y el 50% en el 5%), según el principio de concentración del crimen formulado por David Weisburd. Este hecho permite que las ciudades implementen estrategias focalizadas y costo-eficientes.
Existen tratamientos probados, validados y replicados, no solo para prevenir y reaccionar a la violencia urbana (Disuasión Focalizada, Hot-spots, Terapia Cognitiva Conductual), sino también para aumentar la confianza en las instituciones policiales (Justicia Procedimental).
Entonces, ¿por qué, a pesar de esta abundante evidencia, las policías no la utilizan? Aquí combino los pensamientos de Sutherland (2015) con mis hipótesis para México. Planteo también soluciones puntuales y no excluyentes para cualquier reforma policial que pretenda usar políticas basadas en evidencia.
- UNO. Falta de capacidades institucionales y recursos: Muchas estrategias han sido probadas principalmente en Estados Unidos y Europa, donde el desarrollo organizacional y las capacidades individuales son mayores. Solución: Aunque obvio, el primer paso, o al menos en paralelo, sigue siendo cubrir las necesidades institucionales y las condiciones materiales de nuestros policías.
- DOS. Voluntad o perspectiva de los líderes: Muchas veces, estas políticas no son consideradas prioritarias por los jefes policiales o los gobiernos locales, quienes priorizan las restricciones presupuestarias, las expectativas políticas o la cobertura mediática. Además, muchos de estos líderes provienen de una doctrina militar** que no está acostumbrada, creo yo, a adoptar este tipo de estrategias. Solución: Continuar comunicando los beneficios de estrategias probadas a la sociedad civil para que ésta exija dichas políticas en periodos electorales.
- TRES. Reacción vs. Planeación: Las fuerzas policiales están más enfocadas en reaccionar ante la violencia que en planificar reformas a largo plazo. La tendencia a priorizar la respuesta inmediata a incidentes limita la capacidad de implementar estrategias basadas en evidencia que podrían reducir la violencia en el futuro. Solución: Seguir invirtiendo no solo en unidades de investigación, inteligencia y análisis, sino también en unidades de planeación que tengan un vínculo organizacional con los congresos y comunidades locales.
- CUATRO. Experimentos aislados: Muchos esfuerzos en México para implementar estas estrategias son proyectos aislados y temporales, financiados con recursos internacionales. Por ejemplo, el trabajo que realizamos instituciones y académicos desde Innovations for Poverty Action, LabCo, Fundación IDEA, México Evalúa, entre otros. Solución: Integrar estas soluciones en los procesos presupuestales y legislativos locales, así como adherirlos a apoyos federales a largo plazo. De mi parte, trataré de escribir y visibilizar estos programas, cuando sean públicos.
- CINCO. Desconfianza en la investigación: Muchos oficiales tienden a confiar en su propia experiencia en lugar de en la investigación académica. Además, introducir innovaciones puede resultar abrumador dentro de cualquier cultura organizacional. Esta situación se agrava por el acercamiento paternalista de (algunas) organizaciones y académicos, que contrasta con la intuición y experiencia de los oficiales que operan todos los días. Solución: Es esencial aumentar las conexiones entre academia y policías. Promover espacios como los “Concursos Nacionales de Mejores Prácticas Policiales Basadas en Evidencia” o foros venideros como el “Buenas Prácticas en Seguridad Ciudadana” en la Ibero para facilitar la colaboración y el aprendizaje.
Como autorreflexión de cierre, incluyéndome, es necesario impulsar más estrategias desde adentro, no solo basadas en evidencia extranjera. México tiene programas policiales prometedores que, aunque aún sin mostrar resultados estadísticamente significativos, tienen potencial. Documentar, evaluar y replicar estos esfuerzos seguirá siendo clave para construir una política pública efectiva y sostenible.
*: Sutherland, A., 2021. Using Research to Improve Policing post Casey—and Why that Might not Happen. The Political Quarterly.
**: Por ejemplo, 38% de los jefes policiales estatales provienen de las FFAA. México Evalúa. 2024. La otra militarización.