La pobreza es un problema de derechos humanos que atenta contra la dignidad humana. No solo implica la falta de efectivo; es más profundo que la cuestión económica. Bastante se ha hablado este sexenio de la importancia de “primero los pobres”, pero los resultados no han sido tan “contundentes”.
Los programas sociales han abonado a que parte de la población salga de la pobreza, con la única estrategia de repartir dinero. La pobreza es una condición multidimensional que implica las condiciones de vida de una persona, el acceso a oportunidades, a derechos humanos y libertades fundamentales para vivir con dignidad. También limita la participación de las personas en el ámbito político y a su inserción plena en la sociedad. De acuerdo al CONEVAL, en 2022, 36 de cada 100 mexicanos tenían al menos una carencia social, bajo ingreso y poco poder adquisitivo para alimentarse.
Cuando pensamos en pobreza, pensamos principalmente en las comunidades indígenas. Si bien es cierto que las personas de este grupo vulnerable se encuentran en una situación precaria, exacerbada por la discriminación social y la negación de necesidades básicas, no solamente estas personas son pobres. Las personas en situación de pobreza y las comunidades indígenas por lo general en nuestro país, han sido excluidas de diversas formas.
La dignidad es una expresión profunda de respeto por otra persona, es empatía por alguien más y deriva de la condición por el solo hecho de ser humano. Es un valor compartido por todas las personas en el mundo, independientemente de la religión o condición. Se vincula a ideas de legitimación, justicia, igualdad y libertad. Por eso, una persona en situación de pobreza que carece de estos valores, se ve afectada en su dignidad.
La pobreza en México continúa siendo un desafío, ha persistido por décadas y es poco probable que se erradique en el corto plazo. Se dice que una persona que ha perdido absolutamente todo, si se le reconoce en su dignidad, aún está a salvo; si se le niega, se le aniquila. Muchas veces una persona que perdió su casa por una u otra causa, tuvo una desventura o cayó en situación de pobreza, si se le respeta, se le escucha con compasión y se le acompaña en el proceso, tiene esperanza y más posibilidad de resiliencia.
Pienso que esta es una clave que ha hecho que AMLO y Morena sean tan “exitosos” hoy en día. No es tanto porque sean un partido excepcional, tengan ideas brillantes o personas extraordinarias en su bando, simplemente, reconocieron la dignidad de las personas en situación de pobreza (por lo menos en la parte de respeto).
Cuando viví en Oaxaca trabajando en el proyecto Transístmico, visité comunidades indígenas desde Salina Cruz, Oaxaca, hasta Coatzacoalcos, Veracruz. AMLO visitó las comunidades, mandó funcionarios sin intermediarios para ver sus necesidades, les preguntó qué y cómo lo querían, y aunque muchas veces cayó en la negociación de necesidades básicas a cambio de lo que él quería, el sólo hecho de las personas sentirse escuchadas e importadas en su dignidad, fue suficiente para que se ganara seguidores, incluso admiradores.
Escuché personas que dijeron que nunca nadie se les había acercado antes con esa intención. A los del PAN y PRI, se les durmió “gacho” y por andar en sus “laureles” y “privilegios”, la vida les dio un revés y ahora corren el peligro de desaparecer.
La dignidad humana es más compleja que sólo la escucha activa, pero con tan sólo reconocer a una persona como ser sufriente, humano, lleno de emociones, es un primer paso para construir bases hacia algo mejor.
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