/ viernes 8 de noviembre de 2024

Post-COP16

Por: Thali Kleinfinger

La COP, es el máximo órgano de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático que se reúne cada año para avanzar en las negociaciones sobre cambio climático y lograr acuerdos que impulsen acciones globales. Sin embargo, estos encuentros suelen quedarse cortos en cuanto a resultados tangibles.

Aunque se proponen fondos y compromisos, la implementación concreta de las acciones en los países asistentes es limitada, por ejemplo, la mayoría de los países llegaron este año sin haber establecido planes sobre cómo van a cumplir los objetivos establecidos en el histórico “Acuerdo de París para la naturaleza” de la COP15.

Este año, la COP sobre Biodiversidad, realizada en Colombia, dejó sentimientos mixtos. Entre los logros más destacables se encuentra el acuerdo para que los pueblos indígenas y las comunidades locales asesoren permanentemente a la Convención de Diversidad Biológica de Naciones Unidas, además del reconocimiento de los afrodescendientes por la importancia de su conocimiento ancestral. Asimismo, la delegación mexicana fue clave para la aprobación de un nuevo mecanismo científico para identificar las áreas marinas ecológica o biológicamente significativas; este sistema permitirá actualizar la información de dichas áreas y facilitará la creación de nuevas, promoviendo una gestión basada en la evidencia científica más avanzada.

No obstante, se dejaron pendientes importantes, como el establecimiento de un nuevo marco para monitorear el progreso de los países en la lucha contra la pérdida de biodiversidad, un tema que deberá revisarse en las reuniones del próximo año por falta de tiempo y consenso. Además, la desconfianza notoria entre los países en desarrollo por la falta de transparencia en la gestión de los fondos por parte de los países en desarrollo, lo cual impulso la solicitud de un organismo con sede en el Sur que priorice los proyectos de las naciones con mayor biodiversidad.

Estas conferencias deberían trascender los intereses nacionales y buscar acuerdos en favor del planeta. Como lo expresó Guterres, “Ningún país es inmune a la devastación provocada por el cambio climático y la pérdida de biodiversidad, estas crisis ambientales no conocen fronteras. Hacer las paces con la naturaleza es la tarea definitoria del siglo XXI”.

El fin de las COP es lograr acuerdos y acciones que logren procurar paz con el medio ambiente, pero lo que realmente hemos visto es poco por ese lado y mucho que solo atrasa lo necesario y pone en la mesa lo innecesario. Si no se logra establecer una relación entre el medio ambiente y la paz aumentarán las afectaciones, porque ya estamos viendo que mucha de la coyuntura actual trae ambos temas de la mano.


Por: Thali Kleinfinger

La COP, es el máximo órgano de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático que se reúne cada año para avanzar en las negociaciones sobre cambio climático y lograr acuerdos que impulsen acciones globales. Sin embargo, estos encuentros suelen quedarse cortos en cuanto a resultados tangibles.

Aunque se proponen fondos y compromisos, la implementación concreta de las acciones en los países asistentes es limitada, por ejemplo, la mayoría de los países llegaron este año sin haber establecido planes sobre cómo van a cumplir los objetivos establecidos en el histórico “Acuerdo de París para la naturaleza” de la COP15.

Este año, la COP sobre Biodiversidad, realizada en Colombia, dejó sentimientos mixtos. Entre los logros más destacables se encuentra el acuerdo para que los pueblos indígenas y las comunidades locales asesoren permanentemente a la Convención de Diversidad Biológica de Naciones Unidas, además del reconocimiento de los afrodescendientes por la importancia de su conocimiento ancestral. Asimismo, la delegación mexicana fue clave para la aprobación de un nuevo mecanismo científico para identificar las áreas marinas ecológica o biológicamente significativas; este sistema permitirá actualizar la información de dichas áreas y facilitará la creación de nuevas, promoviendo una gestión basada en la evidencia científica más avanzada.

No obstante, se dejaron pendientes importantes, como el establecimiento de un nuevo marco para monitorear el progreso de los países en la lucha contra la pérdida de biodiversidad, un tema que deberá revisarse en las reuniones del próximo año por falta de tiempo y consenso. Además, la desconfianza notoria entre los países en desarrollo por la falta de transparencia en la gestión de los fondos por parte de los países en desarrollo, lo cual impulso la solicitud de un organismo con sede en el Sur que priorice los proyectos de las naciones con mayor biodiversidad.

Estas conferencias deberían trascender los intereses nacionales y buscar acuerdos en favor del planeta. Como lo expresó Guterres, “Ningún país es inmune a la devastación provocada por el cambio climático y la pérdida de biodiversidad, estas crisis ambientales no conocen fronteras. Hacer las paces con la naturaleza es la tarea definitoria del siglo XXI”.

El fin de las COP es lograr acuerdos y acciones que logren procurar paz con el medio ambiente, pero lo que realmente hemos visto es poco por ese lado y mucho que solo atrasa lo necesario y pone en la mesa lo innecesario. Si no se logra establecer una relación entre el medio ambiente y la paz aumentarán las afectaciones, porque ya estamos viendo que mucha de la coyuntura actual trae ambos temas de la mano.