/ domingo 29 de enero de 2023

¿Potencia nuclear perder guerra convencional?

En lo que pasan unas semanas más, la guerra derivada de la invasión de Rusia a Ucrania, habrá cumplido un año y lejos de haber sido alguna suerte de conflagración corta, se ha vuelto un conflicto atorado entre ambiciones sin sentido, un deseo de volver a los tiempos de una Rusia tan poderosa como aquella que estaba al frente de la Unión Soviética

Bien se dice que “segundas partes nunca fueron buenas” y con esta pretensión del presidente de Rusia, Vladimir Putin, de volver a aquellos tiempos en que Moscú, mandaba sobre las que eran 15 repúblicas socialistas soviéticas, lo único que se ha conseguido es ir a una guerra, con la que fue la segunda más poderosa de las antiguas integrantes soviéticas, algo que ha desatado una catástrofe humanitaria, además de un conflicto en ciernes con occidente y particularmente con la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), enteramente dispuesta a no ver borrado su liderazgo global y regional.

Actualmente, el Ejército ruso ha fortalecido sus ataques contra Ucrania, apoyado en buena medida por Bielorrusia, a cuyo presidente, Aleksandr Lukashenko, han apoyado en el poder, incluso con la controversia que ha marcado a sus más de 28 años en el poder. Pero ni con tal contundencia, Moscú ha conseguido poner pie firme sobre Kiev, desde donde el presidente ucraniano, Volodimir Zelensky, no solo ha mantenido firme su defensa, sino que ha desplegado una campaña global de relaciones públicas que le ha fortalecido en esta guerra, sin que hasta el momento se haya dado la participación directa de alguna tercera nación.

Es decir, que si vemos con cierta distancia las peculiaridades de esta guerra, apreciaremos que se mantiene como una conflagración de tipo convencional, es decir, de esas en las que se usan armas que no son de destrucción masiva, incluyendo las bombas, habiendo una abstención de valerse de armas nucleares, un paso que sería altamente peligroso dar, dado que ya una guerra nuclear, no se ha dado hasta el momento y nadie atina a imaginar como podría ser ganada, incluso por alguna de las superpotencias en la materia, agrupadas entre los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.

Aunque no ha habido comprobación puntual, en las semanas recientes se ha insistido en que el presidente de Rusia, Vladimir Putin, padece de un cáncer terminal, que bien podría terminar con su vida en cuestión de semanas, aunque sigue sin haber algún tipo de confirmación, eso, mientras que quien ha sido su segundo de a bordo a lo largo de más de 20 años, Dmitri Medevedev, afirmó que Rusia, no puede salir perdedora de una guerra convencional, dado su estatus de potencia nuclear.

Se trata de una afirmación que mientras algunos han tomado como una abierta amenaza global, otros más, la hacen ver como alguna forma de salir de esta guerra, sin necesariamente pasar como perdedores.

Lo que por ahora genera preocupación, es el listado de enemigos de Rusia dado a conocer por el exprimer ministro, que entre otras naciones contempla a varios de la Unión Europea, América del Norte, además de Japón, Australia e incluso Nueva Zelanda.


FB: YolandaDeLaTorreV

Tw: @yoladelatorre


En lo que pasan unas semanas más, la guerra derivada de la invasión de Rusia a Ucrania, habrá cumplido un año y lejos de haber sido alguna suerte de conflagración corta, se ha vuelto un conflicto atorado entre ambiciones sin sentido, un deseo de volver a los tiempos de una Rusia tan poderosa como aquella que estaba al frente de la Unión Soviética

Bien se dice que “segundas partes nunca fueron buenas” y con esta pretensión del presidente de Rusia, Vladimir Putin, de volver a aquellos tiempos en que Moscú, mandaba sobre las que eran 15 repúblicas socialistas soviéticas, lo único que se ha conseguido es ir a una guerra, con la que fue la segunda más poderosa de las antiguas integrantes soviéticas, algo que ha desatado una catástrofe humanitaria, además de un conflicto en ciernes con occidente y particularmente con la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), enteramente dispuesta a no ver borrado su liderazgo global y regional.

Actualmente, el Ejército ruso ha fortalecido sus ataques contra Ucrania, apoyado en buena medida por Bielorrusia, a cuyo presidente, Aleksandr Lukashenko, han apoyado en el poder, incluso con la controversia que ha marcado a sus más de 28 años en el poder. Pero ni con tal contundencia, Moscú ha conseguido poner pie firme sobre Kiev, desde donde el presidente ucraniano, Volodimir Zelensky, no solo ha mantenido firme su defensa, sino que ha desplegado una campaña global de relaciones públicas que le ha fortalecido en esta guerra, sin que hasta el momento se haya dado la participación directa de alguna tercera nación.

Es decir, que si vemos con cierta distancia las peculiaridades de esta guerra, apreciaremos que se mantiene como una conflagración de tipo convencional, es decir, de esas en las que se usan armas que no son de destrucción masiva, incluyendo las bombas, habiendo una abstención de valerse de armas nucleares, un paso que sería altamente peligroso dar, dado que ya una guerra nuclear, no se ha dado hasta el momento y nadie atina a imaginar como podría ser ganada, incluso por alguna de las superpotencias en la materia, agrupadas entre los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.

Aunque no ha habido comprobación puntual, en las semanas recientes se ha insistido en que el presidente de Rusia, Vladimir Putin, padece de un cáncer terminal, que bien podría terminar con su vida en cuestión de semanas, aunque sigue sin haber algún tipo de confirmación, eso, mientras que quien ha sido su segundo de a bordo a lo largo de más de 20 años, Dmitri Medevedev, afirmó que Rusia, no puede salir perdedora de una guerra convencional, dado su estatus de potencia nuclear.

Se trata de una afirmación que mientras algunos han tomado como una abierta amenaza global, otros más, la hacen ver como alguna forma de salir de esta guerra, sin necesariamente pasar como perdedores.

Lo que por ahora genera preocupación, es el listado de enemigos de Rusia dado a conocer por el exprimer ministro, que entre otras naciones contempla a varios de la Unión Europea, América del Norte, además de Japón, Australia e incluso Nueva Zelanda.


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