/ jueves 7 de noviembre de 2024

Pues… ganó Trump…

No hay plazo que no se cumpla, ni deuda que no se cobre. Y aquí estamos, a un día de las elecciones en Estados Unidos, ante la gran e inesperada sorpresa, del contundente triunfo de Donald Trump en su segundo periodo como presidente del país vecino.

Lo primero que necesitamos tener los mexicanos es calma ante esta decisión del pueblo estadounidense. Sabemos que, ante esta realidad, no tenemos nada qué hacer más que fortalecer nuestras herramientas y capacidades como país, para enfrentar --lo mejor que podamos-- esta nueva situación, que no sólo nos afecta a nosotros de manera muy directa, sino a todos los ciudadanos a escala global.

Algo que tendrá que tranquilizar un poco las cosas es la actitud que esta mañana nuestra presidenta de México ha expresado con toda claridad: “va a haber buena relación con el gobierno de Estados Unidos”. Sin embargo, estos buenos deseos e intenciones de nuestra primera mandataria no van a lograr impedir, por sí solas, que el neofascista mandatario norteamericano amenace y ejecute políticas migratorias que afectarán profundamente a millones de migrantes, nos sólo mexicanos, sino a ciudadanos de todo el territorio del centro y sur de nuestro continente.

En su primera declaración triunfal, Donald Trump dijo que, en materia migratoria, iba a “arreglar las fronteras”, y a “sellar la zona limítrofe con México”. Muy probablemente lo que esto signifique, en una primera instancia, es que se va a militarizar aún más la frontera y también se va a seguir construyendo el muro que Biden interrumpió al llegar al poder hace cuatro años.

Además, Trump ha hablado de deportaciones masivas, incluidas redadas que perseguirán seguramente, a los más de diez millones de inmigrantes ilegales mexicanos que hay en ese país. En cuanto esto ocurra, y si cumple así con su palabra, una de las primeras repercusiones de esto se verá en las remesas y en una recomposición de las decisiones arancelarias contra México. Su intención será que nuestro gobierno se vea obligado a coadyuvar en las políticas migratorias que nos han impuesto ya con anterioridad.

Sólo recordaré aquí el caso del programa “Quédate en México”, que en tiempos del presidente López Obrador obligó a que nuestro propio gobierno tuviera que hacerse cargo de detener, en territorio nacional, a cientos de miles, si no es que a millones de migrantes que intentan cruzar por nuestras fronteras al vecino país.

Ojalá que los migrantes legales mexicanos que ayudaron a Donald Trump a llegar a la presidencia de Estados Unidos hubieran reflexionado un poco más sobre lo que para muchos connacionales serán, sin duda, las terribles consecuencias de este “voto latino”. Será muy pronto cuando se estarán viviendo y padeciendo estas terribles y severas políticas anti migratorias del nuevo presidente republicano.

Lamentablemente, es cierto que el “hubiera” no existe, pero lo que sí existe son los hechos que van a quedar consignados ante la Historia, esa sí, absoluta e implacable. Connacionales apoyando la llegada de un presidente que mucho afectará a los mexicanos no legales en territorio estadounidense.

Otros dos aspectos por considerar, que tendrán muy probablemente, efectos muy negativos para nuestro país, son lo relacionado con la renegociación del tratado comercial entre las tres regiones norteamericanas. Tampoco en eso pensaron los mexicanos hoy ciudadanos norteamericanos que pusieron a Trump de presidente.

Como dice el periodista Jesús Esquivel: “aunque nos duela, fueron los hombres de origen latino y mexicano los que votaron por Donald Trump, ciudadanos que comulgan con la idea imperialista machista, narcisista y machista del presidente de Estados Unidos”.

Vaya desde aquí un reclamo respetuoso a los migrantes mexicanos, hoy ciudadanos estadounidenses, que poco pesaron en las consecuencias de lo que hoy para mi es esta fatídica decisión.

No hay plazo que no se cumpla, ni deuda que no se cobre. Y aquí estamos, a un día de las elecciones en Estados Unidos, ante la gran e inesperada sorpresa, del contundente triunfo de Donald Trump en su segundo periodo como presidente del país vecino.

Lo primero que necesitamos tener los mexicanos es calma ante esta decisión del pueblo estadounidense. Sabemos que, ante esta realidad, no tenemos nada qué hacer más que fortalecer nuestras herramientas y capacidades como país, para enfrentar --lo mejor que podamos-- esta nueva situación, que no sólo nos afecta a nosotros de manera muy directa, sino a todos los ciudadanos a escala global.

Algo que tendrá que tranquilizar un poco las cosas es la actitud que esta mañana nuestra presidenta de México ha expresado con toda claridad: “va a haber buena relación con el gobierno de Estados Unidos”. Sin embargo, estos buenos deseos e intenciones de nuestra primera mandataria no van a lograr impedir, por sí solas, que el neofascista mandatario norteamericano amenace y ejecute políticas migratorias que afectarán profundamente a millones de migrantes, nos sólo mexicanos, sino a ciudadanos de todo el territorio del centro y sur de nuestro continente.

En su primera declaración triunfal, Donald Trump dijo que, en materia migratoria, iba a “arreglar las fronteras”, y a “sellar la zona limítrofe con México”. Muy probablemente lo que esto signifique, en una primera instancia, es que se va a militarizar aún más la frontera y también se va a seguir construyendo el muro que Biden interrumpió al llegar al poder hace cuatro años.

Además, Trump ha hablado de deportaciones masivas, incluidas redadas que perseguirán seguramente, a los más de diez millones de inmigrantes ilegales mexicanos que hay en ese país. En cuanto esto ocurra, y si cumple así con su palabra, una de las primeras repercusiones de esto se verá en las remesas y en una recomposición de las decisiones arancelarias contra México. Su intención será que nuestro gobierno se vea obligado a coadyuvar en las políticas migratorias que nos han impuesto ya con anterioridad.

Sólo recordaré aquí el caso del programa “Quédate en México”, que en tiempos del presidente López Obrador obligó a que nuestro propio gobierno tuviera que hacerse cargo de detener, en territorio nacional, a cientos de miles, si no es que a millones de migrantes que intentan cruzar por nuestras fronteras al vecino país.

Ojalá que los migrantes legales mexicanos que ayudaron a Donald Trump a llegar a la presidencia de Estados Unidos hubieran reflexionado un poco más sobre lo que para muchos connacionales serán, sin duda, las terribles consecuencias de este “voto latino”. Será muy pronto cuando se estarán viviendo y padeciendo estas terribles y severas políticas anti migratorias del nuevo presidente republicano.

Lamentablemente, es cierto que el “hubiera” no existe, pero lo que sí existe son los hechos que van a quedar consignados ante la Historia, esa sí, absoluta e implacable. Connacionales apoyando la llegada de un presidente que mucho afectará a los mexicanos no legales en territorio estadounidense.

Otros dos aspectos por considerar, que tendrán muy probablemente, efectos muy negativos para nuestro país, son lo relacionado con la renegociación del tratado comercial entre las tres regiones norteamericanas. Tampoco en eso pensaron los mexicanos hoy ciudadanos norteamericanos que pusieron a Trump de presidente.

Como dice el periodista Jesús Esquivel: “aunque nos duela, fueron los hombres de origen latino y mexicano los que votaron por Donald Trump, ciudadanos que comulgan con la idea imperialista machista, narcisista y machista del presidente de Estados Unidos”.

Vaya desde aquí un reclamo respetuoso a los migrantes mexicanos, hoy ciudadanos estadounidenses, que poco pesaron en las consecuencias de lo que hoy para mi es esta fatídica decisión.