El 18 de marzo de 1938, en un discurso radiofónico de quince minutos, el presidente Lázaro Cardenas leyó el decreto de expropiación de los activos de las empresas petroleras que operaban en México. No era una expropiación petrolera propiamente dicha porque el petróleo ya era del Estado Mexicano desde la Constitución de 1917. Expropiaron solo los activos de las empresas extrajeras, ante el boicot y desacato del laudo ratificado por la Suprema Corte de Justicia de la Nación en favor de las demandas del Sindicato de Trabajadores Petroleros para la firma de su contrato colectivo, la semana laboral de 40 horas y el pago de sus salarios y prestaciones por 26 millones de pesos.
Antes, durante y después del decreto de expropiación, el presidente Cárdenas tuvo que enfrentar fuertes embestidas políticas y el boicot económico-comercial de las empresas y de los gobiernos extranjeros que presionaron con todo para desconocer y tratar de revertir esa audaz y patriótica determinación de Lázaro Cárdenas. Por eso, cada 18 de marzo debemos celebrar y conmemorar esa valiente decisión histórica; pero también, debemos cuestionarnos qué hemos logrado construir con esos activos y riqueza nacional.
Hoy, es vergonzoso reconocer que PEMEX está técnica y contablemente quebrado. Es triste reconocer que es la empresa mas endeudada del mundo, con pasivos bancarios y bursátiles de 108 mil millones de dólares.
Sus activos ascienden a 107 mil millones de dólares, pero sus pasivos son de 206 mil millones de dólares, por lo que tiene un capital negativo de 99 mil millones de dólares. En el 2020, PEMEX perdió la calificación de grado inversión y se volvió deuda especulativa. Ahora debe pagar una sobretasa que compense el riesgo y deterioro que reflejan sus finanzas. Su última colocación fue anunciada este mes de un bono por mil quinientos millones de dólares a 10 años está sobre una tasa de 10.875%, casi el doble de lo que se fondean las grandes petroleras extranjeras.
En lo que va de este siglo, PEMEX solo ha tenido utilidades en tres de los veintidós ejercicios fiscales: En 2006 obtuvo un resultado positivo de 45 mil millones de pesos (cuatro mil millones de dólares), gracias a los recursos que le liberaron con la reforma importante fiscal del 2005; en 2012 obtuvo una ganancia de dos mil seiscientos millones de pesos (apenas ciento cincuenta millones de dólares aprox) gracias al precio promedio de la mezcla mexicana, el mas alto del siglo, superior a los 100 dólares por barril; en 2022, la apreciación del peso, generó el 60% de los cinco mil millones de dólares de utilidades. Solo ha tenido números negros en 3 de los 22 últimos años y ha sido, mas que por razones operativas y recurrentes, por razones exógenas y no recurrentes: cambio de régimen fiscal en 2006, precio histórico del petróleo en 2012 y apreciación cambiaria en 2022.
Enfrentamos una caída en la producción y solo extraemos un millón, quinientos sesenta mil barriles de petroleo al día, la cifra mas baja de la historia moderna.
La empresa sigue tomando malas decisiones, como la construcción de la nueva refinería de Dos Bocas que ha aumentado su costo de 8 mil millones presupuestaos, a mas de 15 mil millones de dólares y aun no refina un solo barril. En contraste con la adquisición del total de las acciones de la refinería de Deere Park que procesa 270 mil barriles diarios y ya generó una utilidad de mil millones de dólares el año pasado. Vaya contraste.
La inversión extranjera mas emblemática de este sexenio constituye la gigafactory de Tesla en Nuevo Leon por 5 mil millones de dólares, La tercera parte que Dos Bocas. La diferencia es que una es inversión de futuro, y la otra, es de un nostálgico pasado. El patriotismo de la expropiación de las empresas extranjeras en 1938 debe ser honrado con mejores decisiones en el sector energético.