/ sábado 5 de marzo de 2022

¡Que se mueran de hambre!

No tendría que haber tema más importante, que la invasión de Rusia a Ucrania. La demencia del autócrata Putin, asola a una República, soberana e independiente y provoca el éxodo más grande de ciudadanos, de que se tenga memoria. Se revive el fantasma de una guerra, conflicto al que se veía como pesadilla del pasado. Sin embargo, los horrores cotidianos de este territorio azteca, obligan a exhibir la tragedia propia de millones de mexicanos.

La semana que termina fue alucinante. Lo ocurrido en San José de Gracia, comunidad Michoacana, rebasa la tragedia de las tantas masacres de los últimos meses. Se levantó a se cree un número de 17 personas, se les ejecutó en público y se desaparecieron sus cuerpos. Un acontecimiento que supera a la ficción y que las autoridades, empezando por el tlatoani, intentan minimizar. La violencia alcanza extremos incalificables y en las mañaneras se dedica el largo horario a la crítica de los “enemigos”, como si la problemática que lacera a este país fuera “baba de perico”.

Compara uno los escándalos que, el mismo que ahora se dedica a auto alabarse cuando no a victimizarse, desde su sacro púlpito, les organizaba a los entonces desgobernantes, con falsedades y exageraciones. Ahora hay una disculpa para los hechos más aberrantes y se mandan al baúl de los olvidos insultando a periodistas que los exponen.

Y si la tragedia michoacana, signo del drama de la inseguridad que se vive, debería ofendernos y agraviarnos, el desdén y la negligencia para los desprotegidos, tendría que tener el mismo efecto.

La “insigne e ínclita”, Delfina Gómez, anunció la cancelación de las “Escuelas de Tiempo Completo”, sin posibilidades de que la grave decisión se sometiera a un debate. La declaración tomó por sorpresa a los afectados por la medida, quienes no tuvieron oportunidad ni de decir amén y se encontraron con la fechoría que les trastoca la vida.

Las Escuelas de Tiempo Completo, atendían a 3 millones 600 mil alumnos, menores a los que se otorgaba una oportunidad de oro, en cuanto a avanzar en su educación, su aprovechamiento académico y en la calidad de su aprendizaje. De paso, igual de importante, recibían el alimento al que no tienen acceso en sus hogares.

Surgieron durante el Calderonato, el que empezó con seis mil 708 planteles, hasta llegar a 25 mil 134, en el peñanietismo. Según la UNICEF, el 65.8 por ciento de los alumnos tomaba su primer bocado del día en la escuela, lo que les facilitaba su inserción a los conocimientos.

Se probó, de acuerdo al organismo dependiente de Naciones Unidas, que estas escuelas disminuyen la desigualdad en la atención a los niños, baja la deserción escolar, fomenta la participación de los padres de familia y crea una red de confianza.

La mujer acusada de un gravísimo delito, Delfina Gómez, borró de un plumazo las expectativas de estas familias que carecen de lo más básico. Una personaja que tendría que haber renunciado, ipso facto, al cargo de Secretaria de Educación -para el que, encima de males, tampoco está calificada-, pero que cuenta con el apoyo de su cómplice y receptor de los fondos que ella les quitaba a sus trabajadores en el Municipio mexiquense que presidió, Andrés Manuel López Obrador.

Jamás había llegado este país a niveles públicos de corrupción tan escandalosos y al desprecio constante, del tlatoani para abajo, de los más desprotegidos. ¡Y se atreve a gritar que primero los pobres!

catalinanq@hotmail.com

@catalinanq


No tendría que haber tema más importante, que la invasión de Rusia a Ucrania. La demencia del autócrata Putin, asola a una República, soberana e independiente y provoca el éxodo más grande de ciudadanos, de que se tenga memoria. Se revive el fantasma de una guerra, conflicto al que se veía como pesadilla del pasado. Sin embargo, los horrores cotidianos de este territorio azteca, obligan a exhibir la tragedia propia de millones de mexicanos.

La semana que termina fue alucinante. Lo ocurrido en San José de Gracia, comunidad Michoacana, rebasa la tragedia de las tantas masacres de los últimos meses. Se levantó a se cree un número de 17 personas, se les ejecutó en público y se desaparecieron sus cuerpos. Un acontecimiento que supera a la ficción y que las autoridades, empezando por el tlatoani, intentan minimizar. La violencia alcanza extremos incalificables y en las mañaneras se dedica el largo horario a la crítica de los “enemigos”, como si la problemática que lacera a este país fuera “baba de perico”.

Compara uno los escándalos que, el mismo que ahora se dedica a auto alabarse cuando no a victimizarse, desde su sacro púlpito, les organizaba a los entonces desgobernantes, con falsedades y exageraciones. Ahora hay una disculpa para los hechos más aberrantes y se mandan al baúl de los olvidos insultando a periodistas que los exponen.

Y si la tragedia michoacana, signo del drama de la inseguridad que se vive, debería ofendernos y agraviarnos, el desdén y la negligencia para los desprotegidos, tendría que tener el mismo efecto.

La “insigne e ínclita”, Delfina Gómez, anunció la cancelación de las “Escuelas de Tiempo Completo”, sin posibilidades de que la grave decisión se sometiera a un debate. La declaración tomó por sorpresa a los afectados por la medida, quienes no tuvieron oportunidad ni de decir amén y se encontraron con la fechoría que les trastoca la vida.

Las Escuelas de Tiempo Completo, atendían a 3 millones 600 mil alumnos, menores a los que se otorgaba una oportunidad de oro, en cuanto a avanzar en su educación, su aprovechamiento académico y en la calidad de su aprendizaje. De paso, igual de importante, recibían el alimento al que no tienen acceso en sus hogares.

Surgieron durante el Calderonato, el que empezó con seis mil 708 planteles, hasta llegar a 25 mil 134, en el peñanietismo. Según la UNICEF, el 65.8 por ciento de los alumnos tomaba su primer bocado del día en la escuela, lo que les facilitaba su inserción a los conocimientos.

Se probó, de acuerdo al organismo dependiente de Naciones Unidas, que estas escuelas disminuyen la desigualdad en la atención a los niños, baja la deserción escolar, fomenta la participación de los padres de familia y crea una red de confianza.

La mujer acusada de un gravísimo delito, Delfina Gómez, borró de un plumazo las expectativas de estas familias que carecen de lo más básico. Una personaja que tendría que haber renunciado, ipso facto, al cargo de Secretaria de Educación -para el que, encima de males, tampoco está calificada-, pero que cuenta con el apoyo de su cómplice y receptor de los fondos que ella les quitaba a sus trabajadores en el Municipio mexiquense que presidió, Andrés Manuel López Obrador.

Jamás había llegado este país a niveles públicos de corrupción tan escandalosos y al desprecio constante, del tlatoani para abajo, de los más desprotegidos. ¡Y se atreve a gritar que primero los pobres!

catalinanq@hotmail.com

@catalinanq