Hace un par de días, Eduardo Suárez, Jefe Editorial del Instituto Reuters, tuvo una conversación con el investigador Benjamin Toff, co-autor del libro Evitando las Noticias (Avoiding News, Columbia University Press, 2023, sin traducción al español todavía), a propósito de los datos que muestra el más reciente Reporte de Noticias Digitales (2024) sobre la falta de interés en noticias por parte del público estadounidense. De acuerdo con los datos, 43% evita las noticias y sólo 32% confía en lo que dicen. Pero, ¿qué significa esta tendencia para una sociedad que aspira a estar mejor informada, ser más abierta y más participativa en un sentido democrático?
En el caso estadounidense, Toff responde que la falta de interés en la política normalmente explica la falta de interés en las noticias, lo que a su vez conduce a menor interés en participar en la vida política. Además, en la experiencia de Toff, muchas personas que, por ejemplo, deciden no votar, sienten que no tienen suficiente información como para poder tomar una decisión, aunque tampoco tienen demasiado interés de informarse mejor.
Este Reporte de Noticias Digitales también contiene una sección sobre México que muestra también una caída en el consumo general de noticias en todo tipo de medios y plataformas: entre 2017 y 2024, el consumo de noticias disminuyó de 51% a 18% en medios impresos, de 65% a 39% en TV, y de 72% a 64% en redes sociales. Esto está también asociado a una menor confianza en las noticias de 49% en 2017 a 35% en 2024. En el caso de México, el alejamiento informativo podría estar relacionado, en parte, con la tensa relación que se desarrolló entre medios informativos y el gobierno anterior, y en parte, por una creciente oferta de contenidos orientados al entretenimiento que compite por la atención con mayor ventaja que los contenidos con formatos informativos.
El problema es que, nos guste o no, el consumo de noticias es fundamental para el ejercicio de la ciudadanía democrática, abierta y participativa. El alejamiento informativo pone en riesgo esta posibilidad. Primero, porque la desconexión de la población con la actualidad reduce su capacidad de tomar decisiones conscientes y basadas en hechos
en los diferentes ámbitos de la vida, desde la salud hasta la economía. El desconocimiento de lo que sucede en la vida pública limita la comprensión de los problemas que afectan a la comunidad. Esto crea un vacío informativo que puede ser fácilmente llenado por rumores, desinformación o noticias falsas, fenómenos que, lejos de fortalecer, erosionan la convivencia democrática. La desinformación, en un contexto donde las personas no buscan activamente noticias confiables, puede distorsionar la percepción de la realidad y afectar el voto o la participación en decisiones colectivas.
En segundo lugar, el desconocimiento de lo que sucede en la vida pública debilita el control social sobre el poder, pues se deja de conocer las razones y explicaciones detrás de la toma de decisiones y del uso de los recursos públicos. En una democracia, las noticias pueden cumplir un rol de vigilancia, exponiendo casos de corrupción, abusos de poder o malas prácticas que, de otra manera, podrían pasar desapercibidos por la población. Si las personas no accedemos a estos contenidos, la rendición de cuentas de los gobernantes se ve seriamente reducida, lo que abre la puerta a la impunidad y la falta de transparencia.
Tercero, en el plano social, el alejamiento informativo puede terminar por fomentar un individualismo egoísta en donde la persona sólo se ocupa y preocupa por lo más más inmediato sin consideración a su entorno y con un sentido de comunidad diluido que afecta la cohesión social. El consumo de noticias permite conocer lo que sucede más allá la puerta de nuestros hogares, en otros sectores de la sociedad, y abre la posibilidad a la empatía y a adquirir una visión más amplia de los problemas comunes. Cuando esto desaparece, los ciudadanos pueden replegarse en su esfera privada, perdiendo interés por los desafíos colectivos.
Finalmente, el declive en el consumo de noticias no es sólo una responsabilidad de las personas, sino también atañe a los propios medios informativos. En este sentido, los medios requieren de mejores estrategias tanto para recuperar la credibilidad de los productos noticiosos, como para acercarse mejor a sus actuales y potenciales audiencias, mediante modelos de presentación de contenidos y de difusión más inclusivos y transparentes que respondan a las demandas de una audiencia crítica y diversa. Se dice fácil, pero ante un creciente número de contenidos disponibles todo el tiempo para las personas, esto supone un reto gigantesco. Sin embargo, parte del sentido mismo de los medios tiene que ver con una función informativa que es central para la sociedad.
Lo que es claro es que una sociedad menos informada y más desinteresada en los asuntos públicos es mucho más vulnerable a la manipulación, al autoritarismo y a la desconexión social.