Por Esperanza Ortega Azar
Afirmar: “Es tiempo de mujeres” dejó de ser nada más que una frase hecha. Millones de ciudadanos salieron a votar este 2 de junio y con ello eligieron a quien será la primera presidenta de México en 200 años de vida política nacional. El sector industrial lo vio con beneplácito, y la apuesta está en la confianza de tiempos mejores.
Ahora, la reactivación de la economía mexicana se presenta como una prioridad impostergable que demanda acciones decididas en diversas áreas: financiera, educativa, fiscal y de seguridad. Enfrentamos retos significativos, pero también contamos con oportunidades para un crecimiento económico robusto.
La próxima administración que encabezará la doctora Claudia Sheinbaum Pardo, deberá enfrentar desafíos como una posible desaceleración económica tanto en Estados Unidos como en México. Ante este panorama, se hace necesaria una nueva política industrial para fortalecer el sector. Los aspectos clave de esta política incluyen:
Promover la competencia económica. Esto no solo ayudará a resolver rezagos de pobreza extrema, sino que también fortalecerá el mercado interno. Otro alfil será sin duda el aprovechamiento de la apertura comercial, así como incrementar el contenido nacional y ampliar las capacidades productivas del país como metas fundamentales.
Sin embargo, no debemos dejar atrás la mejora regulatoria, porque reducir el costo regulatorio y facilitar el cumplimiento será esencial para un entorno empresarial saludable.
Para los industriales de nuestro país también se hace imprescindible un entorno de negocios amigable, en donde se puedan crear condiciones atractivas y certidumbre para inversiones nacionales y extranjeras, y esto, huelga decir... es crucial.
Otro aspecto para tomar en cuenta es el apoyo a las Pymes y, por qué no, considerar las compras gubernamentales como palanca para el desarrollo industrial.
El fomento de la digitalización y la industria 4.0 también implicarán una mayor capacitación y tecnificación de la mano de obra. Acompañado de la modernización de procesos de normalización e infraestructura de calidad.
Empero, también se deberá contar con mayor financiamiento para proyectos industriales, en coordinación con la banca de desarrollo y otras dependencias del Gobierno Federal. No hay que olvidar, por supuesto, incentivos a proyectos industriales en regiones rezagadas del país.
La estrategia, como dijimos, debe apuntar a una nueva política industrial considerando lo siguiente: innovación y tendencias tecnológicas-científicas, formación de capital humano, promoción de contenido regional, e industrias sostenibles y sustentables.
Esta política nos ayudará a promover un desarrollo económico sostenible, mejorar la competitividad y la capacidad productiva de la industria mexicana, así como impulsar el uso de tecnologías de la industria 4.0.
Es posible, y así lo creemos desde el sector industrial, mejores perspectivas de crecimiento económico y estabilidad financiera.
La reactivación de la economía mexicana no solo es posible, sino que puede ser sostenible y competitiva si se implementan las políticas correctas y se fomenta la innovación en sectores clave. La colaboración y el compromiso de todos los actores económicos serán esenciales para lograr estos objetivos.
Presidenta nacional de Canacintra