/ viernes 26 de julio de 2024

Reformar medios y partidos, pendientes de la 4T

El aval que 36 millones de mexicanos le dimos a la próxima presidenta la doctora Claudia Sheinbaum con nuestro voto, no sólo legitima al nuevo gobierno para realizar las reformas necesarias en materia del Poder Judicial: también la acredita como garante de la consolidación de varios otros procesos de democratización que urge implementar en este país.

El primero y uno de los más importantes es una profunda reforma en lo que a medios de comunicación convencionales se refiere. La libertad de prensa y expresión que el actual gobierno obradorista ha defendido hasta el último momento, no ha sido necesariamente acompañado por lo que el artículo Sexto de la Constitución mexicana también garantiza para todos los demás ciudadanos que no somos dueños o trabajan en algún medio de comunicación, es decir el derecho de las audiencias.

La Constitución Mexicana establece que 'las telecomunicaciones son servicios públicos de interés general, por lo que el Estado garantizará que sean prestados en condiciones de competencia, calidad, pluralidad, cobertura universal, interconexión, convergencia, acceso libre y continuidad".

Esta garantía que el Estado le debe todavía al público ciudadano, es un derecho universal que no puede seguir siendo postergado ni un día más. El pueblo de México clama ya por su derecho a la información y ha sido un error de gran calado que la actual política de comunicación del gobierno obradorista haya pretendido que este derecho a la libertad de expresión de la prensa, la radio y la televisión NO tuviera que ir acompañado por las obligaciones constitucionales y normativas que las leyes establecen también para las audiencias mexicanas.

Mientras los concesionarios de medios de comunicación ejercieron con toda libertad y excesos su "libre expresión”, las audiencias todas nos quedamos limitadas a sólo conocer información fidedigna a través de "la mañanera", algunos pocos programas periodísticos en las redes como YouTube y uno que otro programa en la televisión pública nacional. Más allá de eso y de la crítica muy acertada y consuetudinaria que el presidente de México acertó a los medios masivos, la verdad es que el actuar mentiroso y perverso de estos medios convencionales siguió y se agudizó aún más a lo largo del sexenio.

El gobierno de la transformación parece haber olvidado que las concesiones los medios de comunicación implican un conjunto de derechos y obligaciones que no se cumplieron en toda su extensión. No pareció haber recordado a cabalidad una de sus obligaciones fundamentales que, además de “la mañanera”, era la de que los ciudadanos tenemos el derecho de “acceder a contenidos que promuevan la formación educativa, cultural y cívica, así como la difusión de información imparcial, objetiva y oportuna”.

Es mi convicción que el Segundo piso de la Cuarta transformación no puede seguir siendo omisa en el cumplimiento de esta norma constitucional. Lo mismo opera para el caso de los partidos políticos y sus responsables. Por ahora la asignación de presidentes de partidos políticos responde a una lógica cuasi monárquica, que con recursos públicos corona a gente como "Alito" Moreno, el profe Anaya, Dante Delgado o ahora a la descendencia Alcalde.

Ninguno de estos dos procesos de democratización ya mencionados puede seguir siendo postergado. Somos 36 millones de votantes quienes, sin duda alguna, estaremos muy atentos a estas reformas tan necesarias si realmente queremos ver el Segundo piso de una Transformación.

El aval que 36 millones de mexicanos le dimos a la próxima presidenta la doctora Claudia Sheinbaum con nuestro voto, no sólo legitima al nuevo gobierno para realizar las reformas necesarias en materia del Poder Judicial: también la acredita como garante de la consolidación de varios otros procesos de democratización que urge implementar en este país.

El primero y uno de los más importantes es una profunda reforma en lo que a medios de comunicación convencionales se refiere. La libertad de prensa y expresión que el actual gobierno obradorista ha defendido hasta el último momento, no ha sido necesariamente acompañado por lo que el artículo Sexto de la Constitución mexicana también garantiza para todos los demás ciudadanos que no somos dueños o trabajan en algún medio de comunicación, es decir el derecho de las audiencias.

La Constitución Mexicana establece que 'las telecomunicaciones son servicios públicos de interés general, por lo que el Estado garantizará que sean prestados en condiciones de competencia, calidad, pluralidad, cobertura universal, interconexión, convergencia, acceso libre y continuidad".

Esta garantía que el Estado le debe todavía al público ciudadano, es un derecho universal que no puede seguir siendo postergado ni un día más. El pueblo de México clama ya por su derecho a la información y ha sido un error de gran calado que la actual política de comunicación del gobierno obradorista haya pretendido que este derecho a la libertad de expresión de la prensa, la radio y la televisión NO tuviera que ir acompañado por las obligaciones constitucionales y normativas que las leyes establecen también para las audiencias mexicanas.

Mientras los concesionarios de medios de comunicación ejercieron con toda libertad y excesos su "libre expresión”, las audiencias todas nos quedamos limitadas a sólo conocer información fidedigna a través de "la mañanera", algunos pocos programas periodísticos en las redes como YouTube y uno que otro programa en la televisión pública nacional. Más allá de eso y de la crítica muy acertada y consuetudinaria que el presidente de México acertó a los medios masivos, la verdad es que el actuar mentiroso y perverso de estos medios convencionales siguió y se agudizó aún más a lo largo del sexenio.

El gobierno de la transformación parece haber olvidado que las concesiones los medios de comunicación implican un conjunto de derechos y obligaciones que no se cumplieron en toda su extensión. No pareció haber recordado a cabalidad una de sus obligaciones fundamentales que, además de “la mañanera”, era la de que los ciudadanos tenemos el derecho de “acceder a contenidos que promuevan la formación educativa, cultural y cívica, así como la difusión de información imparcial, objetiva y oportuna”.

Es mi convicción que el Segundo piso de la Cuarta transformación no puede seguir siendo omisa en el cumplimiento de esta norma constitucional. Lo mismo opera para el caso de los partidos políticos y sus responsables. Por ahora la asignación de presidentes de partidos políticos responde a una lógica cuasi monárquica, que con recursos públicos corona a gente como "Alito" Moreno, el profe Anaya, Dante Delgado o ahora a la descendencia Alcalde.

Ninguno de estos dos procesos de democratización ya mencionados puede seguir siendo postergado. Somos 36 millones de votantes quienes, sin duda alguna, estaremos muy atentos a estas reformas tan necesarias si realmente queremos ver el Segundo piso de una Transformación.