/ jueves 12 de agosto de 2021

Regreso a Clases: ¿Necesario o necedad? 

En otras ocasiones hemos comentado que a diferencia del año pasado, más lleno de miedo e incertidumbre por el tema de la pandemia del Covid-19, en el actual a pesar que las cosas no han regresado a un cauce como lo conocíamos, estamos hoy a distancia de ello.

Y con el ánimo de intentar regresar a lo habitual durante este año hemos tenido varios ejercicios para conseguirlo; se han reabierto los comercios, restaurantes, museos, cines, etc., con la finalidad de reactivar al sector económico tan agotado por la situación. Otro ejemplo, ha sido el desarrollo de la jornada electoral a principios del mes de junio, en donde salimos a votar con las medidas sanitarias necesarias, convencidos de nuestro compromiso democrático, pero también haciéndonos reflexivos que el desarrollo de las actividades debe continuar, incluso en esta emergencia sanitaria.

La pandemia nos ha enseñado que participando todos con un fin común, en este caso la salud, sí es posible lograr resultados positivos y favorables como sociedad. Cada vez más nos acostumbramos al uso del cubrebocas, a no asistir a lugares tan concurridos y a la sana distancia como adultos. Y entonces ¿qué está pasando con los más pequeños de los hogares? Estos días ha sido un tema nacional, una encrucijada para las autoridades, maestros y padres de familia; todos con argumentos valiosos y razones a favor y en contra, pues el reto es mayúsculo.

De acuerdo a la página web http://vacunacovid.gob.mx/wordpress/ el total de personas vacunadas del personal educativo es de 2,522,293, es decir el 80% de este sector a nivel nacional. Para el caso de la Ciudad de México, el seguimiento de COVID-19 (última actualización al 9 de agosto a las 11:02 pm), tenemos: 38% de ocupación hospitalaria; 2,176 número de camas generales ocupadas; 867 número de camas ocupadas con ventilador; 24% positividad; 34,256 casos activos; y 3,040,863 pruebas realizadas por el gobierno local. (https://covid19.cdmx.gob.mx/)

Y con estos números aún preocupantes, por lo menos en nuestra capital, ¿en qué condiciones regresarán los niños a las escuelas? Desafortunadamente la paralizante emergencia sanitaria está lastimando a niños y adolescentes como un efecto colateral de trascendencia; en primera instancia, sin importar si la educación es pública o privada, estos sectores poblacionales han sido afectados emocionalmente, el encierro y la incertidumbre han dejado secuelas de desentendimiento a los más pequeños y de desorientación al segundo grupo, de un día para otro lo que parecía en un principio un par de semanas de “vacaciones” se convirtió en meses de modificación de todas sus actividades. Las clases en línea bien acogidas por algunos ha sido una pesadilla para otros, y como siempre, los más carentes de recursos son los más afectados.

Ni que decir del profesorado que ha tenido que actualizarse y abrirse a la tecnología con el único afán de continuar con la enseñanza a sus queridos alumnos; de cuántos ejemplos tan loables pudimos percatarnos con maestros que iban de casa en casa, otros que sorprendieron con su iniciativa e innovación en la construcción con videos, escenografías, etc., para captar la atención de alumnos que, en muchos casos, no terminaban de entender lo que estaba ocurriendo.

Con todo ello, hoy la instrucción es regresar a los alumnos a clases, sin embargo, nos preguntamos:¿nuestra infraestructura educativa se encuentra preparada para su recibimiento?, ¿tenemos la capacidad operativa como profesores y directivos?, ¿contamos con los protocolos sanitarios necesarios para abrir las escuelas?, ¿se ha considerado al alumnado que tiene trayectos largos para llegar al aula?

Consideramos que estos cuestionamientos se quedan cortos para dar cara a la realidad que nos aqueja. Para el regreso a clases el diálogo entre papás, directivos y maestros es fundamental; pero también la participación del sector empresarial que, para ser sinceros ha sido desdeñado en sinnúmero de ocasiones. Se olvida que es un sector de fuentes de trabajo y complemento de ejecución de políticas públicas, pero sobre todo un gran aliado cuando de ayudar se trata.

Hoy regresar a clases es, y creemos, seguirá siendo un reto enorme para la administración federal y local; ojalá también sea una oportunidad de formar alianzas en beneficio de una generación de alumnos tan afectada en aspectos sociales y emocionales, donde se pueda rescatar el ámbito educativo e intelectual.

En otras ocasiones hemos comentado que a diferencia del año pasado, más lleno de miedo e incertidumbre por el tema de la pandemia del Covid-19, en el actual a pesar que las cosas no han regresado a un cauce como lo conocíamos, estamos hoy a distancia de ello.

Y con el ánimo de intentar regresar a lo habitual durante este año hemos tenido varios ejercicios para conseguirlo; se han reabierto los comercios, restaurantes, museos, cines, etc., con la finalidad de reactivar al sector económico tan agotado por la situación. Otro ejemplo, ha sido el desarrollo de la jornada electoral a principios del mes de junio, en donde salimos a votar con las medidas sanitarias necesarias, convencidos de nuestro compromiso democrático, pero también haciéndonos reflexivos que el desarrollo de las actividades debe continuar, incluso en esta emergencia sanitaria.

La pandemia nos ha enseñado que participando todos con un fin común, en este caso la salud, sí es posible lograr resultados positivos y favorables como sociedad. Cada vez más nos acostumbramos al uso del cubrebocas, a no asistir a lugares tan concurridos y a la sana distancia como adultos. Y entonces ¿qué está pasando con los más pequeños de los hogares? Estos días ha sido un tema nacional, una encrucijada para las autoridades, maestros y padres de familia; todos con argumentos valiosos y razones a favor y en contra, pues el reto es mayúsculo.

De acuerdo a la página web http://vacunacovid.gob.mx/wordpress/ el total de personas vacunadas del personal educativo es de 2,522,293, es decir el 80% de este sector a nivel nacional. Para el caso de la Ciudad de México, el seguimiento de COVID-19 (última actualización al 9 de agosto a las 11:02 pm), tenemos: 38% de ocupación hospitalaria; 2,176 número de camas generales ocupadas; 867 número de camas ocupadas con ventilador; 24% positividad; 34,256 casos activos; y 3,040,863 pruebas realizadas por el gobierno local. (https://covid19.cdmx.gob.mx/)

Y con estos números aún preocupantes, por lo menos en nuestra capital, ¿en qué condiciones regresarán los niños a las escuelas? Desafortunadamente la paralizante emergencia sanitaria está lastimando a niños y adolescentes como un efecto colateral de trascendencia; en primera instancia, sin importar si la educación es pública o privada, estos sectores poblacionales han sido afectados emocionalmente, el encierro y la incertidumbre han dejado secuelas de desentendimiento a los más pequeños y de desorientación al segundo grupo, de un día para otro lo que parecía en un principio un par de semanas de “vacaciones” se convirtió en meses de modificación de todas sus actividades. Las clases en línea bien acogidas por algunos ha sido una pesadilla para otros, y como siempre, los más carentes de recursos son los más afectados.

Ni que decir del profesorado que ha tenido que actualizarse y abrirse a la tecnología con el único afán de continuar con la enseñanza a sus queridos alumnos; de cuántos ejemplos tan loables pudimos percatarnos con maestros que iban de casa en casa, otros que sorprendieron con su iniciativa e innovación en la construcción con videos, escenografías, etc., para captar la atención de alumnos que, en muchos casos, no terminaban de entender lo que estaba ocurriendo.

Con todo ello, hoy la instrucción es regresar a los alumnos a clases, sin embargo, nos preguntamos:¿nuestra infraestructura educativa se encuentra preparada para su recibimiento?, ¿tenemos la capacidad operativa como profesores y directivos?, ¿contamos con los protocolos sanitarios necesarios para abrir las escuelas?, ¿se ha considerado al alumnado que tiene trayectos largos para llegar al aula?

Consideramos que estos cuestionamientos se quedan cortos para dar cara a la realidad que nos aqueja. Para el regreso a clases el diálogo entre papás, directivos y maestros es fundamental; pero también la participación del sector empresarial que, para ser sinceros ha sido desdeñado en sinnúmero de ocasiones. Se olvida que es un sector de fuentes de trabajo y complemento de ejecución de políticas públicas, pero sobre todo un gran aliado cuando de ayudar se trata.

Hoy regresar a clases es, y creemos, seguirá siendo un reto enorme para la administración federal y local; ojalá también sea una oportunidad de formar alianzas en beneficio de una generación de alumnos tan afectada en aspectos sociales y emocionales, donde se pueda rescatar el ámbito educativo e intelectual.