En México estamos presenciando la conformación de un nuevo paradigma de desarrollo económico que se sustenta en la reubicación de empresas o manufacturas a lugares más cercanos de sus centros de origen denominada como nearshoring. Esta tendencia está marcando una diferencia con respecto a la forma en la que se impulsaba, hasta hace pocos años, el desarrollo basado en el offshoring, resultando en que muchas empresas se ubicaran en lugares lejanos a cambio de costos más bajos, principalmente del salario de la mano de obra.
La actual tendencia de la relocalización ó reubicación, se percibe benéfica en términos económicos y sociales, sin embargo es importante destacar que el elemento ausente está siendo el medio ambiente. Y a pregunta expresa, generalmente la respuesta dicta “el medio ambiente es fundamental sin duda”.
México es la doceava economía del mundo, hecho que lo posiciona como un destino atractivo, y en el contexto de la relocalización, el país además cumple con requisitos esenciales como son la ubicación geográfica -nuestra vecindad con Estados Unidos de América hoy toma una relevancia indiscutible ya que facilita la coordinación en términos de eficiencia para realizar reuniones de trabajo, transportar las mercancías etc- tenemos el mismo huso horario, hay una gran similitud cultural y hasta la barrera lingüística es mínima frente al continente asiático, en el que se ubicaron la mayoría de empresas que hoy están impulsando la relocalización. En otras palabras, este nuevo esquema permitirá alcanzar un equilibrio entre los costos y la eficacia del negocio en menor tiempo.
Es importante poner en contexto que este nuevo paradigma también responde a las relaciones de competencia estratégica entre Estados Unidos y China; ya que son principalmente las empresas estadounidenses las que están trasladando sus operaciones o producción a México, para reducir costos frente a los costos de manufactura en China, y los problemas presentados por la pandemia de COVID-19.
Hoy, en términos de desarrollo, las variables ambientales o de sostenibilidad son fundamentales. Por ello, las operaciones empresariales, y más las trasnacionales, tienen la exigencia de cumplir con los lineamientos ASG / ESG (ambientales, sociales y de gobernanza). Asimismo las políticas empresariales deben tomar en cuenta las regulaciones ambientales de los países -de origen y de destino- y los procesos internos de producción en las industrias.
Es decir, cualquier empresa, sin importar el sector del que se trate, debe estar preocupada por impulsar procesos de producción limpios, a fin de garantizar una reducción en la huella de carbono que tiene que ver, en gran medida, con la cercanía de los mercados de consumo. Hay una correlación directa entre reducción de los tiempos de traslado-transporte y la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. Hecho importante para las empresas a fin de rendir cuentas en sus informes de sostenibilidad y mantenerse como empresas social y ambientalmente responsables.
El nearshoring ofrece la posibilidad a México de considerar como criterio de elegibilidad a aquellas empresas que tengan las mejores prácticas de producción sostenible, es decir que impulsan el uso de energías limpias, el manejo responsable del agua y la implementación de políticas de economía circular para reutilizar y reciclar sus propios materiales de producción.
Debemos de cambiar el discurso de que la energía limpia y el agua, entre otras de las variables, son de suma importancia para las empresas a fin de decidir su destino de reubicación.
En otras palabras, nosotros, en México, debemos de exigir que solo se acepte el ingreso de aquéllas empresas que sí cumplan con los parámetros de transición energética para utilizar más energías limpias, pero también que cuenten con un esquema de circularidad del agua disponible (con base en una concesión autorizada por la autoridad) y que además en su plan de mitigación estén impulsando prácticas de reforestación y de recuperación del manto freático a través de soluciones basadas en la naturaleza.
Hoy es la oportunidad de oro como país para exigir que esas empresas cuenten con planes robustos de estándares ambientales si quieren ubicarse en la República Mexicana; lo que a vez incentivará a que las empresas nacionales mejoren sus prácticas ambientales.
En términos de responsabilidad corporativa, estas deben de vigilar que sus procesos de producción y distribución de mercancías, productos y/o servicios, a lo largo de la cadena de valor, se realicen en apego al marco jurídico ambiental vigente. El nearshoring debe de verse también como la oportunidad perfecta para exigir que todas aquellas empresas utilicen tecnologías sostenibles y que la instalación de infraestructura sea más amigable con el entorno ambiental.
También hay desafíos que vencer, ya que la historia de desarrollo, desde la época industrial a la fecha, ha evidenciado una relación directa entre el número de empresas instaladas y la explotación directa de los recursos naturales y los ecosistemas, y una alta generación de residuos, sin que se apliquen los principios de derecho internacional “el que contamina paga” y “la responsabilidad extendida pero diferenciada”. La relocalización debe de sentar nuevos parámetros de convivencia con el sector industrial sustentado en la aplicación efectiva de la ley, y provocar con ello que el sector industrial sea responsable.
En conclusión, el cumplimiento ambiental debe verse como obligatorio en el marco de la relocalización, a fin de alcanzar la neutralidad de emisiones, a lo largo de toda la cadena de valor de la producción, y solo de esta forma estaremos cumpliendo nuestros compromisos internacionales de cambio climático, de conservación de la biodiversidad y la agenda 2030.
El nearshoring debe de verse como una oportunidad única para exigirle a las empresas extranjeras que quieren ubicarse en México, que esto solo es factible, sí solo sí, tienen un claro compromiso por garantizar un medio ambiente sano y conservar los recursos naturales por el bien de las generaciones presentes y las futuras.