Resultado del rechazo en las urnas, fracaso electoral y de su obsesión por el poder, el señor Andrés Manuel López Obrador ha tenido que recurrir a las tácticas y estrategias fascistas para generar en los medios una presencia artificial, que según él, le puede ayudar a ganar votos, aún y cuando faltan poco más de seis meses para la elección presidencial.
Las respuestas de la oposición, en particular de Morena, una vez que se conoció el nombre de José Antonio Meade como candidato del PRI, fueron en extremo obsoletas y que manifiestan una gran incapacidad, inclusive de generar crítica y lenguaje distintos a los de hace 17 y cinco años en la alternancia presidencial. Los resultados de estos ataques solo han puesto en ridículo a López o Anaya, por mencionar solo dos.
Criticado lo que la oposición y algunos pseudointelectuales mencionan como ritual priista, la realidad nos dice que de forma impecable desde la Asamblea Nacional el PRI ha dejado muy claro que es el partido con el mayor oficio político, capaz de generar unidad y disciplina partidista en aras de lograr un México mejor.
Los opositores de inmediato intentaron avivar la idea de que al no ser militante, el aspirante sería rechazado por la militancia del partido, situación que a todas luces ha sido en sentido contrario, considerando el alto perfil de quien aspira a ser Presidente y que está poniendo en el escenario electoral al candidato que es un ciudadano apoyado por la fuerza política más importante del país.
López Obrador, sin ninguna actitud que nos demuestre que a pesar de las diferencias puede comportarse como caballero dentro de la política, usa su leguaje que disfraza como popular, que solo atiende a descalificar e intentar hacer burla de otros políticos, situación que nos dice que estos rasgos tan burdos de su personalidad nos lo presentan como alguien sin el valor del respeto y sin la decencia que viene de cuna muy a pesar de los factores externos.
La convocatoria de Meade es para sumarnos a un proyecto que convierta a México en potencia, mientras el presidente de Morena tiene la visión de un país de amnistía para secuestradores, torturadores, traficantes integrantes de la delincuencia organizada y que ha matado a cientos de honrados marinos y soldados mexicanos que han muerto por la tranquilidad de la sociedad mexicana. La ofrenda de estas vidas no valen para López Obrador y de un plumazo pretende pactar con delincuentes.
Esta forma de actuar pertenece a un pasado fascista europeo causante de la guerra, o los extremismos de Franco, en las desapariciones en España, situación emulada por las dictaduras de América del Sur como las de Pinochet y otros.
Este estilo de propaganda de Morena no solo es inmoral, sino apuesta a una división de los mexicanos, el contenido de sus perroratas siempre en tono de alguien empeñado en verborrea y no en la crítica analítica, ya lo demostraran los debates presidenciales en su momento.
Sorprendió a un gran grupo de columnistas y analistas la reacción tan sólida de la militancia y la dirigencia del PRI en todo el país, muy pocos apostaron o veían un escenario tan favorable como lo es la realidad.
El llamado frente quedó pasmado, sin bandera de ciudadano, sin acuerdos políticos a favor de México, simple repartición de puestos por una cúpula ausente de base partidista o social, mediocre en su forma y en su fondo, puesto en el ridículo por ellos mismos y gracias a su falta de madurez política.
Por cierto, cuando empezará el INE a sancionar los cínicos actos anticipados de campaña del señor López Obrador.
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Exlegislador jorgeschiaffinoisunza@yahoo.com.mx