Por Rodrigo Rodríguez Romero / Mtro. en Política Criminal y Seguridad Pública, candidato a Doctor en Seguridad Internacional por la Universidad Anáhuac.
La complejidad de la seguridad transfronteriza, bajo una dinámica de integración regional entre México y Guatemala requiere un proceso de reconfiguración geopolítica enfocada en el fortalecimiento de estructuras de alianza y las relaciones binacionales entre ambos Estados para lograr hacer frente a problemas tales como la migración, la seguridad, el tráfico de armas, el trasiego de drogas. Estos se han exacerbado, las más de las veces porque las fronteras políticas y económicas no están alineadas con las fronteras sociales. Las primeras son abstracciones que se consolidan en modelos de desarrollo centrados en el fortalecimiento estatal; la última, parafraseando a Terry Eagelton, representa el cuerpo en el que se vive la tragedia (lo real), y las consecuencias de la prevalencia de entornos de desigualdad, pobreza y vulnerabilidad. Esto no quiere decir que la visión de desarrollo y la visión humanitaria son mutuamente excluyentes frente a los problemas comunes que enfrentan ambos países, pero se requiere de un enfoque de seguridad que equilibre la dimensión social.
Para lograr esto, es necesario convertir de manera ordenada las regiones transfronterizas en zonas de integración, cooperación e intercambio. Para ello, es fundamental realizar un análisis profundo de las circunstancias a través de enfoques como el neoliberalismo institucional y el constructivismo, para proponer un modelo de seguridad comunitaria basado en la seguridad humana que sea inclusivo, adaptativo y sostenible.
Por ejemplo, en la actualidad a través de la cohesión social, la confianza y la participación ciudadana, las comunidades locales están tomando medidas significativas para abordar problemas de seguridad que trascienden fronteras. La idea de que las soluciones a los problemas deben surgir de las propias comunidades, se basa en que el trabajo desde el ámbito local facilita una mejor comprensión de las necesidades y desafíos específicos de la región, permitiendo respuestas más adaptadas y efectivas a las problemáticas que se enfrentan.
Al mismo tiempo, la estructura gubernamental juega un papel vital en la gobernanza y la institucionalización de acciones conjuntas, toda vez que ofrece un marco para la cooperación entre diferentes niveles de gobierno, sectores y actores de la sociedad, al promover la institucionalización de iniciativas de seguridad. Lo anterior permite determinar como influye el papel de la cooperación internacional en las políticas de seguridad comunitaria, y entender como las dinámicas globales están influyendo o no, en las estrategias locales.
De esta manera, la creación del constructo “seguridad comunitaria”, no solamente permitiría medir el grado de influencia en la formulación e implementación de políticas de seguridad internacional, al evaluar la fortaleza del vínculo entre variables de gobernanza, confianza, resiliencia, la cohesión social, conflictos y cooperación internacional, entro otros, en la región transfronteriza entre México y Guatemala. También, facilitaría el trabajo coordinado entre las autoridades y los representantes tanto estatales y comunitarios, al abordar los problemas que se presentan desde las localidades.
Al tener presente que la seguridad y su complejidad en la frontera México-Guatemala, se ve influenciada por dinámicas internacionales y percepciones locales, se enfatiza la importancia de que las políticas de seguridad que se propongan deben ser sensibles a las realidades locales. El beneficio de este enfoque dual es la solidez en la integración de componentes de la cohesión social y la participación ciudadana, con una estructura gubernamental sólida y bien organizada.