/ lunes 11 de mayo de 2020

Seguridad interior, una nueva agenda

Es muy importante en los trabajos y análisis de Seguridad e Inteligencia, caracterizar, especificar y definir la naturaleza de los antagonismos que pueden afectar de forma moderada y/o intensa la estabilidad del Estado. En función esto, entonces se sabe cuáles y con qué recursos se pueden emplear para neutralizar las capacidades disruptivas y desestabilizadoras de dicho antagonismo.

Por ejemplo, la corrosiva y depredadora actividad de la delincuencia organizada y común, forma parte central, desde luego, de la agenda de Seguridad Pública. Sin embargo, cuando sus capacidades destructivas lograr alterar de forma reiterada y prolongada en términos cronológicos la dinámica social, sí que pueden considerarse un antagonismo a la Seguridad Interior y es entonces cuando el Estado debe aplicar desde las leyes y los recursos disuasivos, una fuerza proporcional e incremental para regresar la situación a las condiciones de normalidad.

Los meses que llevamos viviendo los efectos nacionales e internacionales de la epidemia, hasta el momento se han mantenido en los márgenes de una muy grave crisis sanitaria y de salud pública. Sin embargo, los efectos económicos de la misma epidemia, sobre todo el cierre de negocios y el desempleo, pueden de manera eventual, involucionar en expresiones de inconformidad social, acciones delictivas colectivas (saqueos, actos de rapiña y pillaje) para tensionar aún más la vulnerada Seguridad Pública.

En un sentido meramente esquemático, la Seguridad Interior tutela la estabilidad social y política en condiciones de democracia y garantías individuales. Es decir, que la afectación a la propia Seguridad Interior, implica que por diversas razones un antagonismo –sea de procedencia externa, interna o ambas, deben aplicarse los recursos más efectivos para primero, contener, procesar y neutralizar la variables desestabilizadoras que por su parte, rebasaron a las instituciones correspondientes y desde luego, a la sociedad afectada en su conjunto.

Hasta el momento la epidemia no es una asunto de Seguridad Interior. Sigue siendo hasta el día de hoy, una afectación a las condiciones de salud pública y de manera directa, sobre el sistema y aparato productivo. Las consecuencias de la aplicación de una serie de medidas restrictivas enfocadas a impedir la propalación masiva y descontrolada del virus, como se apuntó arriba, tendrán consecuencias como el desempleo y la muy notable reducción en la actividad económica en general.

Es sabido a lo largo de la historia, que las profundas crisis económicas, generan reacciones sociales en ocasiones violentas y en otras al menos, intensas protestas. Hambrunas, como lo destaca en su clásica obra La multitud en la historia, George Rudé, refiriéndose a los casos de la Revolución Francesa y la Revolución de Invierno en la Rusia zarista, ambas fueron precedidas por muy crudos inviernos echando a perder las cosechas, provocando la migración masiva del campo a las ciudades, y que los campesinos sin empleo, comenzaron una serie de acciones subversivas contra el orden establecido

javierolivaposada@gmail.com