/ miércoles 6 de noviembre de 2024

Ser activista en el G20 

Sobra decir que el mundo de hoy es convulso. La pandemia del covid-19 reveló la cruda desigualdad económica entre países y agudizó problemas como el desempleo y el hambre. Las tensiones que por muchos años se mantuvieron latentes, ahora se manifiestan como conflictos con implicaciones que rebasan sus regiones, como la invasión rusa de Ucrania y los conflictos en Medio Oriente.

Esto ha evidenciado la alta polarización internacional y la aparente parálisis de las instituciones existentes. La coyuntura está avivando las voces que promueven una reforma de las estructuras actuales para dar paso a un nuevo orden internacional.

Aunque México es un país con influencia en las estructuras de gobernanza global, debe reforzar su activismo en la construcción de un orden internacional que le garantice un margen de acción para perseguir sus intereses. Tiene que dar a conocer sus puntos de vista, su modelo de soluciones y generar respaldos para éstas.

Una oportunidad privilegiada para desplegar ese activismo será la Cumbre de Lideres del G20 que se llevará a cabo en Rio de Janeiro el 18 y 19 de noviembre. Nuestro país ha contribuido significativamente al trabajo de este grupo, pero nada reforzará más su participación que la presencia de nuestra Jefa de Estado.

El G20 es un escaparate geopolítico. Por más que se afirme que es un foro económico, la verdad es que sus miembros lo usan para proyectarse de manera global. Ejemplo de esto es la pasada presidencia de India, que el país aprovechó para posicionarse como el líder del llamado Sur Global.

Brasil tiene la presidencia en 2024 y Sudáfrica en 2025. Para esta triada de países en desarrollo, el G20 es una herramienta para posicionar los temas que los hagan ver como representantes de un amplio bloque de países que quiere cambiar al sistema internacional para hacerlo más justo e igualitario.

México, en voz de su Presidenta, también tiene mucho que decir al respecto. El enfoque económico y social que se adoptó el sexenio pasado y que se mantiene en el actual lo conectan con otros países en desarrollo que buscan combatir la pobreza, erradicar el hambre, garantizar acceso universal a la salud y fomentar el desarrollo sostenible.

México aporta una perspectiva única debido a sus pertenencias múltiples. Es un país en desarrollo que al mismo tiempo pertenece a la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) y tiene sofisticados acuerdos comerciales con América del Norte, la Unión Europea y la zona de Asia-Pacífico.

Es también una potencia media que trabaja con socios de diversas regiones y perfiles socioeconómicos, siendo el mejor ejemplo de ello el grupo MIKTA (con Indonesia, República de Corea, Türkiye y Australia), dentro del cual México ha ejercido gran liderazgo en la promoción de la cooperación para el desarrollo.

La perspectiva de México sirve para señalar lo que hay que cambiar, pero también lo que hay que mantener. Sus intereses están en un punto medio entre las voces que piden una reforma radical del sistema internacional y aquellas que buscan conservar algunos rasgos funcionales.

Además, será muy significativo que México esté representado por su primera mujer presidenta. Este hito le confiere una visibilidad única porque, desafortunadamente, pocas mujeres llegan a liderar una de las principales economías del mundo y tener voz en uno de los foros más influyentes. Sólo Giorgia Meloni de Italia y Ursula von der Leyen de la Comisión Europea acompañarán a la presidenta Sheinbaum en Rio de Janeiro.

La competencia por moldear al nuevo sistema internacional se está convirtiendo en un asunto de bloques. Los países industrializados tienen al G7 para velar por el mantenimiento de lo que les funciona; mientras que los BRICS intensifican sus esfuerzos por aglutinar a los países en desarrollo. México no pertenece a ninguno de éstos, por lo que es vital que use al G20 para construir una gobernanza global que le convenga.

No hay certeza de cómo y cuándo cambiarán las instituciones internacionales. Por ello, México debe presentar su visión y tejer alianzas para cristalizarla. Definitivamente, la persona más adecuada para llevar a cabo ese activismo es nuestra presidenta.

Por Juan Ascencio Moctezuma

Internacionalista y diplomático. Miembro de la Unidad de Estudio y Reflexión Mediterráneo Oriental, Cáucaso y Asia Central.

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