El nuevo sexenio que encabezará Claudia Sheinbaum (CS), corre el riesgo de ser un periodo perdido en materia económica, acentuando la disminución de crecimiento económico que ya ocasiono la gestión de Obrador.
En efecto, se estima que este año el país alcance el 1.6 % de crecimiento del PIB, extremadamente bajo para un año electoral con alto déficit presupuestal y una deuda autorizada de 2 billones de pesos. De esta forma se habrá acumulado un pírrico crecimiento sexenal del 5.08 %, lo que significa un promedio del 0.83 % anual, la tasa más baja de los últimos 5 sexenios.
Más allá del bajo crecimiento, el dato más preocupante es que el crecimiento por habitante disminuyó del 2018 al 2024. De cumplirse las proyecciones de crecimiento para este año, el PIB por habitante seria del 0.9 % menor que en 2018. Es decir, en seis años de esfuerzo y trabajo, los mexicanos no solo no incrementaron su capacidad económica, sino que la vieron disminuida. Si bien hubo avances en disminuir la pobreza moderada, la pobreza extrema se incrementó, pasando de 8.7 millones de habitantes en 2018 a 9.1 millones en 2022. El saldo es decepcionante, no hemos crecido y no hay menos pobreza extrema.
CS heredará unas finanzas públicas extremadamente presionadas sin espacios presupuestales, ya que este gobierno consumió todos los ahorros que se habían generado y que se encontraban en fondos y fideicomisos estratégicos para enfrentar diversas contingencias como desastres naturales o de salud; con el déficit fiscal (5.9 %) más alto de los últimos 35 años; una deuda pública que se incrementó en este sexenio más del 50 % con relación a la anterior administración; y con las finanzas de PEMEX quebradas y teniendo que absorber la federación su elevada deuda, etc.
Ante este escenario, CS recurre a las mismas “recetas” que AMLO diciendo que va a aumentar la recaudación de impuestos con la digitalización del SAT y la optimización de las aduanas. Si bien son medidas necesarias e importantes, distan mucho de ser una solución al déficit fiscal. Si realmente se quiere corregir, debería hacer un importante recorte al gasto público pero ya no dispone de espacios de ajuste máximo, tomando en cuenta que las presiones de gasto corriente del gobierno en pensiones y programas sociales son cada vez mayores y habría que agregar algunos programas anunciados por CS como ampliar la pensión universal a adultos mayores o dar becas a estudiantes de educación básica.
Una salida estructural al problema sería una Reforma Fiscal que dé mayores recursos al gobierno para solventar los compromisos que debe enfrentar y que al mismo tiempo racionalice el gasto a rubros que permitan rescatar los sistemas de salud y educación y generen más crecimiento dotando al país de mayores ventajas competitivas. Sin embargo, CS ya dijo que no es su prioridad, parece ser que prefiere gastar el capital político que le dieron 35 millones de votos en reformas como la judicial o política que lo único que generarán será desconfianza en el país y enrarecerán el ambiente de inversiones y negocios.
Hay señales que deberíamos comprender para imaginar el panorama económico que nos espera:
- En marzo, la Secretaria de Hacienda proyectó un déficit fiscal para 2025 del 3 % del PIB, la Presidenta electa corrigió ese dato en la reunión con empresarios y lo ubicó en 3.5 %, parece ser que el compromiso para reducir la brecha no es tan firme.
- Las inversiones que llegarían a México por el llamado nearshoring o relocalización de empresas de Asia a México, hasta hoy no han sido más que buenos deseos. La verdad es que no hay un auge de inversión extranjera directa hacia México, en realidad, la mayor parte de la IED de este sexenio, son ganancias reinvertidas por empresas que ya están en el país, mientras que la nueva ha caído a mínimos históricos.
- Las reformas constitucionales que están por aprobarse en septiembre, difícilmente se convertirán en un catalizador de nuevas inversiones extranjeras y nacionales, como ya se vio en el nerviosismo que generó dicho plan sobre el tipo de cambio tras las elecciones.
- Las inversiones anunciadas por el sector privado mexicano no dejaran de ser buenos deseos, sino se presentan condiciones macroeconómicas sanas, un estado de derecho sólido y confianza de la comunidad internacional.
Con estos datos, el panorama del siguiente sexenio es claro: la economía mexicana no está creciendo a pesar del déficit fiscal; junto con el crecimiento de la deuda, la inflación no cede, al contrario, tenderá a subir; de no tomarse medidas serias, la administración de CS estará caracterizada por lo que en economía se conoce como estanflación, es decir, un periodo en el que la economía no crece y la inflación se incrementa, trayendo diversas consecuencias adversas como la caída real de los salarios, merma de la producción y disminución de la inversión. El pasado 2 de junio cambiaron muchas cosas, dejamos enterrado ese país con inflación baja y estable que conocimos en el primer cuarto de siglo.
La Presidenta tiene en sus manos el evitar el escenario descrito, renunciando a reformas populistas que socavan la legalidad y democracia del país y emprendiendo una Reforma Fiscal seria y urgente. De otra forma, con el tiempo, lo que suceda en el Congreso podrá ser “el error de septiembre” que marque su gestión.
Presidente de la Academia Mexicana de Educación