/ lunes 8 de marzo de 2021

Sin mujeres no hay competitividad

Por: Manuel Guadarrama | @ManuGuadarrama*

Competitividad es la capacidad de una región, país, estado o municipio para generar, atraer y retener talento e inversión. A pesar de que en el recién publicado Censo de Población y Vivienda 2020 en el país hay 64 millones 540 mil 634 mujeres que representan el 51.2% de la población del país, la tasa de participación económica de las mexicanas es muy baja. Solo el 45% de las mujeres mayores de 15 años tenían un trabajo o estaban en búsqueda de uno.

La pandemia tiró el poco avance que se había logrado, la participación de la mujer en el mercado laboral regresó a los niveles de 2005. La crisis económica profundizada por la pandemia explica en cierta parte este retroceso, pero no todo es culpa del virus. En México persiste una carga desigual de labores. El 42% de las mujeres en edad productiva lleva a cabo labores dentro del hogar que no son remunerados.

Las mexicanas dedican más del doble de tiempo que los hombres a tareas del hogar y de cuidado. Mientras que las mujeres dedican 50 horas en promedio a la semana para trabajo no remunerado, los hombres destinan 20 horas a este tipo de actividades. La desigualdad está presente en todos los ámbitos. A pesar del avance en reglas de paridad legislativa, en 2019, solo el 18% de las dependencias de la Administración Pública Federal tiene a mujeres titulares. En el sector privado la situación tampoco cambia, por ejemplo, las empresas que cotizan en bolsas mexicanas tienen solo 1% de las direcciones ocupadas por mujeres.

Como país y como sociedad tenemos que reconocer, conocer y atender los desafíos para sumar a más mujeres a la economía. Atacar la desigualdad y la brecha de género es en sí mismo una deuda y un deber que no requiere mayor justificación.

La evidencia apunta a que incorporar a la mujer a la economía traería, en un plazo de 10 años, un incremento real acumulado de 15% del PIB de 2020. Un incremento en el ahorro para el retiro y la vivienda de 3.6 mil millones de pesos anuales y un aumento de la recaudación fiscal por impuesto sobre la renta de 2.5 mil millones de pesos anuales.

No podemos continuar con el actual modelo de participación laboral. Tenemos un rezago de al menos 60 años en comparación con países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Más mujeres en el mercado laboral se traduce en libertad económica para ellas y en beneficios económicos para el país.

Urge un sistema universal de cuidados que facilite la entrada de mujeres a la economía. Por ejemplo, invertir en el cuidado de niños y niñas, guarderías y estancias infantiles, licencias de paternidad, reconocimiento de prácticas laborales inclusivas e impulso a políticas fiscales de inclusión en las pymes.

Esto cambiará radicalmente la cara del mercado laboral y comenzará a saldar la deuda histórica que tiene el país con las mujeres. Ponerle cifras, pesos y centavos a esta situación es el primer paso para abordar el problema de política pública y diseño de nuestras instituciones. Sin la otra mitad de la población México no puede ser competitivo.

Un reconocimiento especial a las investigadoras de IMCO por continuar visibilizando e impulsando este cambio. Para mayor información consultar el estudio: Los beneficios económicos de sumar a más trabajadoras.

*Manuel Guadarrama es coordinador de Gobierno y finanzas del IMCO.

Síguenos en nuestra página y redes sociales: Twitter, Facebook e Instagram.

Por: Manuel Guadarrama | @ManuGuadarrama*

Competitividad es la capacidad de una región, país, estado o municipio para generar, atraer y retener talento e inversión. A pesar de que en el recién publicado Censo de Población y Vivienda 2020 en el país hay 64 millones 540 mil 634 mujeres que representan el 51.2% de la población del país, la tasa de participación económica de las mexicanas es muy baja. Solo el 45% de las mujeres mayores de 15 años tenían un trabajo o estaban en búsqueda de uno.

La pandemia tiró el poco avance que se había logrado, la participación de la mujer en el mercado laboral regresó a los niveles de 2005. La crisis económica profundizada por la pandemia explica en cierta parte este retroceso, pero no todo es culpa del virus. En México persiste una carga desigual de labores. El 42% de las mujeres en edad productiva lleva a cabo labores dentro del hogar que no son remunerados.

Las mexicanas dedican más del doble de tiempo que los hombres a tareas del hogar y de cuidado. Mientras que las mujeres dedican 50 horas en promedio a la semana para trabajo no remunerado, los hombres destinan 20 horas a este tipo de actividades. La desigualdad está presente en todos los ámbitos. A pesar del avance en reglas de paridad legislativa, en 2019, solo el 18% de las dependencias de la Administración Pública Federal tiene a mujeres titulares. En el sector privado la situación tampoco cambia, por ejemplo, las empresas que cotizan en bolsas mexicanas tienen solo 1% de las direcciones ocupadas por mujeres.

Como país y como sociedad tenemos que reconocer, conocer y atender los desafíos para sumar a más mujeres a la economía. Atacar la desigualdad y la brecha de género es en sí mismo una deuda y un deber que no requiere mayor justificación.

La evidencia apunta a que incorporar a la mujer a la economía traería, en un plazo de 10 años, un incremento real acumulado de 15% del PIB de 2020. Un incremento en el ahorro para el retiro y la vivienda de 3.6 mil millones de pesos anuales y un aumento de la recaudación fiscal por impuesto sobre la renta de 2.5 mil millones de pesos anuales.

No podemos continuar con el actual modelo de participación laboral. Tenemos un rezago de al menos 60 años en comparación con países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Más mujeres en el mercado laboral se traduce en libertad económica para ellas y en beneficios económicos para el país.

Urge un sistema universal de cuidados que facilite la entrada de mujeres a la economía. Por ejemplo, invertir en el cuidado de niños y niñas, guarderías y estancias infantiles, licencias de paternidad, reconocimiento de prácticas laborales inclusivas e impulso a políticas fiscales de inclusión en las pymes.

Esto cambiará radicalmente la cara del mercado laboral y comenzará a saldar la deuda histórica que tiene el país con las mujeres. Ponerle cifras, pesos y centavos a esta situación es el primer paso para abordar el problema de política pública y diseño de nuestras instituciones. Sin la otra mitad de la población México no puede ser competitivo.

Un reconocimiento especial a las investigadoras de IMCO por continuar visibilizando e impulsando este cambio. Para mayor información consultar el estudio: Los beneficios económicos de sumar a más trabajadoras.

*Manuel Guadarrama es coordinador de Gobierno y finanzas del IMCO.

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