El 28 de febrero de 1940, el licenciado Manuel Gómez Morin entonces presidente de Acción Nacional, partido que él había fundado medio año antes, dio a conocer a la opinión pública un macizo documento. Fue en réplica a lo dicho unos días antes por el entonces presidente de la República, Lázaro Cárdenas, “ante la atónita legislatura de Guerrero, escogida por ignoradas razones a oírlo”.
El documento de Gómez Morin es extraordinario. Aún hoy se lee con provecho. Sobresaliente por la claridad de sus ideas y por la brillantez con que expuso su opinión, juicios y propuestas, en respuesta siempre a lo dicho por Cárdenas, en torno a los principales problemas del país. Con gran lucidez abordó los temas fundamentales de México: la economía nacional, la educación, el recién nacionalizado petróleo, el problema del campo y del mundo del trabajo, entre otros. La historia ha confirmado a lo largo de más de tres cuartos de siglo lo acertado que fue Gómez Morin en los planteamientos que en dicho documento hizo.
De manera marginal, el fundador del PAN aludió al partido oficial, entonces conocido por las siglas PRM, Partido de la Revolución Mexicana. Sobre éste escribió lo siguiente:
“Al hablar del PRM el señor Presidente lo hace como parte del régimen, no como representante de la Nación, y obra obligado por fuerzas que parecen superiores a su voluntad. Todos quisieran verlo dominar esas fuerzas y acabar de una vez con la patraña de ese Partido que no tiene un solo miembro voluntario, fuera de lo que disfrutan de sus canonjías y beneficios; que derrocha fortunas procedentes de las arcas públicas sin dar cuenta jamás, por supuesto; que no es sino un indebido e ilegal apéndice del Gobierno; que para el más insignificante acto público en el que necesite la reunión de unos centenares, siquiera, de personas, debe acudir a la coacción descarada o al pago humillante; que se volvió contra su creador en cuanto pudo hacerlo; que no tiene la menor vinculación con la opinión pública; que el Presidente oyendo la opinión nacional unánime o por patentes motivo éticos puede aniquilar en cualquier momento con sólo suspender el río de canonjías, de malversaciones, de impunidad, de mal uso del poder público con que el supuesto partido se alimenta exclusivamente”.
“No hay justificación alguna posible para su existencia –sigue diciendo Gómez Morin. El País entero lo repudia. La moral, la Constitución y el interés político nacional lo condenan. Ni siquiera puede invocarse a su favor la realización de una idea aunque sea falsa, porque el PRM no tiene ni tendrá ideas ni preocupación de realizarlas, y su único fin es el de asegurar por los peores medios el predominio de un reducido grupo en el Poder”.
“Tampoco estas afirmaciones —escribió el fundador de Acción Nacional— son diatriba ni asunto de opinión; son hechos palmarios que nadie ignora en México, y que menos pueden ignorar los que manejan los fondos y los asuntos oficiales. ¿Por qué entonces sostener la simulación?”
Considerando la bajísima votación recibida por el PRI en las elecciones del pasado 1 de julio, ¿ha llegado ya –como lo planteó Gómez Morin en 1940- el momento de “acabar de una vez con la patraña de ese partido”?