/ jueves 1 de junio de 2023

Teatrikando | Armando Cuspinera Ocampo: un libro que hará temblar a varios

En el Círculo Teatral de Alberto Estrella se dieron cita algunos amigos de Don Armando Cuspinera, quien fue alto directivo de Canal Once, Canal Ocho y TV Azteca, dueño del Teatro Vizcaínas, productor de teatro, escritor de guiones y obras teatrales; además de fundador de Protea (Asociación de Productores de Teatro).

Ana Silvetti nos leyó algunas páginas del libro “Escenarios de mi vida”, en la misma portada hay en epígrafe: “El mundo es un escenario y la vida un show”.

“En el segundo quinquenio de 1940 a 1950, la colonia del Valle, era apacible, los automóviles eran casi inexistentes, los niños podíamos disfrutar a nuestra anchas todo tipo de juegos en las calles, la temporada de lluvias siempre traía tremendos aguaceros, esporádicamente la actividad se suspendía para permitir el paso de uno que otro automóvil, el desbordamiento del llamado Río de la Piedad, mismo que entubado hoy corre cerca de la avenida División del Norte y se llama Viaducto de la Piedad; se salía el agua porque era un verdadero río; donde solían instalarse ferias con juegos mecánicos y algunas atracciones como la mujer araña y el niño de dos cabezas.

“Entonces la comida no hacía daño. Y podía tomarse agua de la manguera de quien limpiaba así su banqueta. O por unos centavos comprar una paleta de limón, un algodón de azúcar o una crepa de cajeta, o dar una vuelta en la destartalada rueda de la fortuna. Nunca nadie sufrió accidente alguno ni fue asaltado. Quizá esa mujer araña y el niño de dos cabezas fueron mi introducción al mundo del espectáculo, del show business. Así como mis visitas al edificio del Teatro Lírico, que tenía tres pisos, donde acompañaba a mi padre, como todo niño de esa ápoca, con pantalones cortos o bombachos. Escuchábamos programas de radio: “La sombra” o “El monje loco” (decía nadie supo, nadie sabe, ni nadie sabrá) y por supuesto no nos perdíamos un capítulo de Carlos Lacroix, que empezaba con el grito alarmado de Carlos “Cuidado, Margot, Cuidado”.

“El cine de barrio era una diversión obligatoria en todas las colonias de la ciudad, a la del Valle le correspondía el cine Moderno, un edificio de dos pisos que se encontraba en la calle de Mier y Pesado. Mi padre se dedicaba a montar obras y tenía intereses de ese tipo en los teatros, donde conocí al Panzón Soto, Rosita Fornés, Irma Villa, claro, recordaré siempre al enorme compositor de México don Agustín Lara”.

Esa noche en el Círculo Teatral, Carlos Álvarez, a su vez hizo la lectura de otros fragmentos del texto citado, citaremos algunos párrafos: “Fernando de Prado era el eterno compañero de la gran estrella española Nati Mistral, famosa en toda América Latina por sus películas, además, cantaba y recitaba en sus espectáculos de excepcional buen gusto, se había confiado la tesorería de Protea a Fernando, en esa nueva directiva, don Salvador Varela era el Presidente. Me avisaron que había un faltante, al avisarle dijo: ‘metería las manos al fuego por Fernando’. Los empleados de Protea habían avisado de la situación irregular, tenían entonces que proceder a establecer todos los detalles de esa irregularidad”.

“Le solicité a Don Salvador que guardara discreción, porque todos estimábamos mucho a don Fernando y nunca se había dado en Protea un caso semejante. Cosa que no cumplió pues la siguiente llamada fue la de Fernando quien aseguró que el “jamás habría cometido el abuso de no pagar la publicidad de los espectáculos teatrales. Lo que yo le dije es que ‘no importaba lo que opinara, lo importante era dejar en claro el asunto con una auditoría’. Fueron a la caja de seguridad del banco que manejaba la cuenta en las calles de Havre; Silvia Pinal llegó a dar fe del hecho mismo. Y hubo detalles que contribuyen a asegurar que hasta a Nati Mistral le tomó el pelo, todo esto se supo después del suicidio que cometiera en su despacho del Centro Cultural Helénico.

Todo esto cuenta de los personajes mencionados, pero hay muchos más en las páginas de su libro y ya se me antojó comprarlo.


En el Círculo Teatral de Alberto Estrella se dieron cita algunos amigos de Don Armando Cuspinera, quien fue alto directivo de Canal Once, Canal Ocho y TV Azteca, dueño del Teatro Vizcaínas, productor de teatro, escritor de guiones y obras teatrales; además de fundador de Protea (Asociación de Productores de Teatro).

Ana Silvetti nos leyó algunas páginas del libro “Escenarios de mi vida”, en la misma portada hay en epígrafe: “El mundo es un escenario y la vida un show”.

“En el segundo quinquenio de 1940 a 1950, la colonia del Valle, era apacible, los automóviles eran casi inexistentes, los niños podíamos disfrutar a nuestra anchas todo tipo de juegos en las calles, la temporada de lluvias siempre traía tremendos aguaceros, esporádicamente la actividad se suspendía para permitir el paso de uno que otro automóvil, el desbordamiento del llamado Río de la Piedad, mismo que entubado hoy corre cerca de la avenida División del Norte y se llama Viaducto de la Piedad; se salía el agua porque era un verdadero río; donde solían instalarse ferias con juegos mecánicos y algunas atracciones como la mujer araña y el niño de dos cabezas.

“Entonces la comida no hacía daño. Y podía tomarse agua de la manguera de quien limpiaba así su banqueta. O por unos centavos comprar una paleta de limón, un algodón de azúcar o una crepa de cajeta, o dar una vuelta en la destartalada rueda de la fortuna. Nunca nadie sufrió accidente alguno ni fue asaltado. Quizá esa mujer araña y el niño de dos cabezas fueron mi introducción al mundo del espectáculo, del show business. Así como mis visitas al edificio del Teatro Lírico, que tenía tres pisos, donde acompañaba a mi padre, como todo niño de esa ápoca, con pantalones cortos o bombachos. Escuchábamos programas de radio: “La sombra” o “El monje loco” (decía nadie supo, nadie sabe, ni nadie sabrá) y por supuesto no nos perdíamos un capítulo de Carlos Lacroix, que empezaba con el grito alarmado de Carlos “Cuidado, Margot, Cuidado”.

“El cine de barrio era una diversión obligatoria en todas las colonias de la ciudad, a la del Valle le correspondía el cine Moderno, un edificio de dos pisos que se encontraba en la calle de Mier y Pesado. Mi padre se dedicaba a montar obras y tenía intereses de ese tipo en los teatros, donde conocí al Panzón Soto, Rosita Fornés, Irma Villa, claro, recordaré siempre al enorme compositor de México don Agustín Lara”.

Esa noche en el Círculo Teatral, Carlos Álvarez, a su vez hizo la lectura de otros fragmentos del texto citado, citaremos algunos párrafos: “Fernando de Prado era el eterno compañero de la gran estrella española Nati Mistral, famosa en toda América Latina por sus películas, además, cantaba y recitaba en sus espectáculos de excepcional buen gusto, se había confiado la tesorería de Protea a Fernando, en esa nueva directiva, don Salvador Varela era el Presidente. Me avisaron que había un faltante, al avisarle dijo: ‘metería las manos al fuego por Fernando’. Los empleados de Protea habían avisado de la situación irregular, tenían entonces que proceder a establecer todos los detalles de esa irregularidad”.

“Le solicité a Don Salvador que guardara discreción, porque todos estimábamos mucho a don Fernando y nunca se había dado en Protea un caso semejante. Cosa que no cumplió pues la siguiente llamada fue la de Fernando quien aseguró que el “jamás habría cometido el abuso de no pagar la publicidad de los espectáculos teatrales. Lo que yo le dije es que ‘no importaba lo que opinara, lo importante era dejar en claro el asunto con una auditoría’. Fueron a la caja de seguridad del banco que manejaba la cuenta en las calles de Havre; Silvia Pinal llegó a dar fe del hecho mismo. Y hubo detalles que contribuyen a asegurar que hasta a Nati Mistral le tomó el pelo, todo esto se supo después del suicidio que cometiera en su despacho del Centro Cultural Helénico.

Todo esto cuenta de los personajes mencionados, pero hay muchos más en las páginas de su libro y ya se me antojó comprarlo.