En un mundo saturado de información, en el que las formas de poder y comunicación se han transformado de manera radical, la pregunta sobre por qué se escribe hoy se torna esencial. Escribir, en su sentido más amplio, ya no se limita a la producción de textos literarios o académicos, sino que se ha expandido a través de las redes sociales, los blogs, los foros y las plataformas digitales. El acto de escribir hoy se encuentra imbricado en las estructuras de poder, la cultura y la transformación de las democracias. La escritura no solo es un acto de expresión individual, sino también una herramienta de participación política, de resistencia cultural y de creación colectiva. Pero ¿por qué escribir en la era contemporánea? ¿Cuál es el papel de la escritura en un contexto donde las ideas se viralizan, el poder se dispersa y las opiniones se multiplican? La forma y el fondo de lo que se plasma. El triunfo de caracteres sobre la cuartilla. La amenaza del vacío en un mundo saturado de palabras, frases y propuestas.
En nuestro contexto mundial en donde las estructuras de poder, tanto en regímenes democráticos como autoritarios, tienden a consolidarse en manos de unos pocos, la escritura se instituye como un acto fundamental de resistencia desde la creatividad y la riqueza cultural como patrimonio de la humanidad. La posibilidad de escribir —y de ser escuchado— es un derecho y un instrumento de liberación. En las democracias modernas, la libertad de expresión es uno de los mayores logros alcanzados por las luchas sociales del pasado, pero hoy enfrenta nuevos desafíos. Pero seamos serios con el tema. Huyamos de los fantasmas de la improvisación o de los falsos temores de un sector de nuestra sociedad. Cuando se escribe el poder se fragmenta y se redistribuye, y con ello, también se modifican los modos de ejercer la autoridad. Las plataformas digitales, los medios de comunicación masivos y los discursos ideológicos dominantes juegan un papel importante en la configuración de la opinión pública. Sin embargo, la escritura, en sus diferentes formas, sigue siendo un medio poderoso para la crítica y para subvertir y replantear esas narrativas hegemónicas.
El ejercicio de escribir hoy está marcado por la necesidad de crear alternativas a las voces hegemónicas que a menudo se imponen sobre las mayorías. En un mundo globalizado, la escritura se convierte en un medio para visibilizar las injusticias, para defender los derechos humanos y para promover una cultura de paz y diálogo. Así, escribir hoy no es solo un acto de comunicación, sino también un acto de resistencia ante el poder centralizado y las desigualdades que persisten en las sociedades.
La democracia contemporánea, aunque consolidada en muchas partes del mundo, no es un proceso acabado ni exento de tensiones. A medida que el poder se reconfigura, la ciudadanía enfrenta nuevos retos: la polarización política, la desinformación y la manipulación mediática. En este contexto, la escritura se convierte en una herramienta fundamental para la participación política y la construcción de un espacio público plural. Se trata entonces también de analizar el lugar de la escritura en la cultura y el espacio de lo que llaman “contenidos” que ahora parece todos podemos hacer. ¿Contenidos que están llenos de qué?
Hoy, escribir no es solo un acto individual de creatividad, sino también una forma de ejercer ciudadanía. A través de blogs, redes sociales, artículos de opinión y ensayos, las personas pueden incidir en el debate público, proponer ideas y movilizar a otros en torno a causas comunes. La escritura permite dar visibilidad a temas que a menudo son silenciados por los medios tradicionales o por los poderes establecidos. Permite crear comunidades de pensamiento y acción, incluso fuera de los marcos de las instituciones políticas tradicionales. En un momento en que las democracias enfrentan riesgos de retroceso hacia formas de autoritarismo o populismo, la escritura se presenta como un medio para fortalecer las instituciones democráticas, mantener el diálogo y reivindicar los valores de la legalidad, la justicia y la igualdad.
El poder cultural también se encuentra en disputa, y la escritura juega un papel central en esa dinámica. Hoy, la cultura se ha globalizado, pero al mismo tiempo, sigue siendo un espacio donde se definen las identidades, se cuestionan los valores dominantes y se proponen nuevas formas de convivencia. La escritura es una de las formas más profundas de participar en la construcción cultural, porque no solo transmite ideas, sino que también genera nuevas formas de interpretar el mundo y de imaginar futuros posibles.
La cultura no es algo fijo, sino que se construye y se reconfigura constantemente a través de los discursos, las representaciones y las narrativas que se producen. La escritura es un vehículo clave en este proceso. Desde la literatura hasta los artículos periodísticos, pasando por los ensayos filosóficos y las reflexiones personales, la escritura tiene el poder de redefinir las percepciones sociales, de proponer nuevas formas de entender la realidad y de imaginar formas de vida más justas y equitativas.
La escritura debe seguir siendo un medio para reflexionar críticamente sobre la realidad. En un mundo saturado de información instantánea y superficial, la escritura tiene la capacidad de profundizar en los temas, de problematizar lo evidente y de poner en duda las narrativas dominantes. Los escritores contemporáneos deben asumir el reto de promover una escritura que no solo se limite a expresar opiniones, sino que invite a la reflexión profunda sobre el poder, la justicia y la ética del deseo, que es la congruencia.