Uno de los temas más apremiantes para garantizar el acceso equitativo a la red es el de la educación digital. Aunque no todos tenemos el objetivo de contar con conocimientos especializados en informática y telemática ni tampoco buscamos ser programadores expertos, debemos admitir que para poder emplear las tecnologías de la información de manera cotidiana y sacar el máximo provecho de ellas como usuarios comunes, requerimos contar con algunos conocimientos básicos. Por desgracia, no siempre los tenemos, sobre todo porque hay una relación generacional con el uso intuitivo de las tecnologías, siendo sin duda los más jóvenes quienes están más familiarizados.
Por razones lógicas, quienes han nacido con un dispositivo en la mano han desarrollado habilidades que les permiten emplear las tecnologías a su favor con mayor facilidad que sus padres y abuelos. La mayoría de las generaciones anteriores al año dos mil, hemos ido incorporando paulatinamente los conocimientos que requerimos para emplearlas, aunque estos se vuelven obsoletos con rapidez y nos demandan actualización constante. Sin embargo, ni siquiera la edad garantiza contar con habilidades digitales, la brecha afecta también a personas de grupos vulnerables como aquellas que viven con discapacidad, en condición de pobreza o en zonas marginadas.
Lo hemos repetido aquí constantemente: eliminar la brecha digital es un paso en favor de la igualdad y permite garantizar derechos. En nuestros días, contar con acceso a la red influye en el bienestar, el acceso a servicios como educación o conseguir un trabajo digno, la comunicación y la información, entre una interminable lista de posibilidades que inciden de manera directa en la vida de las personas. En este sentido, aunque no siempre podemos acceder a centros públicos de educación digital, saber cuáles son las habilidades primordiales con que deberíamos contar nos puede impulsar a desarrollarlas de manera autodidacta.
Un usuario común debería contar con conocimientos básicos sobre el uso de la computadora, los dispositivos móviles y sus periféricos, así como reconocer qué es el software y el hardware, además de saber qué son las aplicaciones. Es deseable reconocer qué es un sistema operativo y saber utilizarlo, sobre todo enfocándonos en el que se tiene instalado (como Windows, MacOS o Linux). También es preciso que el usuario sepa qué es un navegador web y pueda utilizarlo para realizar búsquedas, descargar contenido de forma segura y realizar tareas en línea. Es casi imprescindible contar con un correo electrónico y utilizarlo correctamente utilizando archivos adjuntos y reconociendo las carpetas en que se almacenan, como recibidos, prioritarios o spam.
Es importante contar con conocimientos básicos en materia de seguridad informática: protegerse de virus, malware, pishing, entre otros. Reconocer los problemas de seguridad en las cuentas de redes sociales y ajustar los perfiles para controlar lo que se comparte y quien puede contactarle. Un usuario común debería poder gestionar correctamente sus contraseñas y generar contraseñas seguras. Asimismo, es deseable que sea capaz de utilizar el almacenamiento en la nube (Google Drive, iCloud, Dropbox) protegiendo sus archivos y decidiendo si su contenido es público o privado.
El usuario debería contar con conocimientos básicos para editar hojas de texto, de cálculo y presentaciones. En diversos contextos es útil saber emplear herramientas de comunicación en línea como Zoom o Google Meets, herramientas colaborativas y de automatización de tareas como IFTTT o Zapier y de análisis de datos como Excel o Google Analytics. Es deseable saber emplear la tecnología de reconocimiento de voz, conocer algunas herramientas de edición de imagen y video, así como explorar las inteligencias artificiales como ChatGPT 4, Bert o Dall E. Recordemos que lo más importante es mantenernos informados, por lo que la mejor herramienta para llenar los vacíos es la curiosidad.