/ lunes 13 de marzo de 2023

Tesla: hito de la inversión en México

El anuncio de Tesla de situar su próxima “giga fábrica” en Santa Catarina, Nuevo León, es una gran noticia para México, probablemente histórica, como señal de confirmación de la competitividad y el potencial del país en materia automotriz y, en general, para la industria. Máxime por que se inscribe en el contexto de la tendencia del nearshoring o la relocalización de cadenas de valor internacionales para acercarse a los mercados y ampliar su resiliencia logística.

En nuestro caso, eso significa una mayor integración productiva con Estados Unidos y miles de millones de dólares en inversiones potenciales, lo cual depende de que sepamos aprovechar, con visión y pragmatismo, la oportunidad.

Afortunadamente, el ruido político que se presentó en los días previos al anuncio quedó atrás. Qué bueno que no se dio la obstrucción política que se temía en el proceso. Todo indica que se ha entendido que México estaba ante una oportunidad única. El Gobierno Federal ha actuado en congruencia y eso es alentador; una señal positiva para que vengan más inversiones.

En su “día de inversionistas”, Tesla ratificó lo que habían anticipado el Gobernador de Nuevo León y el Presidente de la República, pero proporcionó pocos detalles del alcance del proyecto. Según funcionarios locales, podría implicar de 5 mil a 10 mil millones de dólares, con hasta 10 mil nuevos empleos. Más aún, de acuerdo con una nota de Morgan Stanley, podría generar alrededor de 15 mil millones de dólares anuales en exportaciones adicionales a Estados Unidos, equivalentes a un aumento de 3.5% de las totales y 10% de las automotrices.

Eso sería sólo el disparador. Ese análisis estima que la decisión de Tesla puede ser una especie de banderazo de salida para una ola de inversiones en manufactura, impulsadas por la Ley de Reducción de la Inflación de Estados Unidos. Esto podría propulsar un aumento de nuestras exportaciones totales de entre 80 mil y 150 mil millones de dólares en cinco años.

Por lo pronto, estamos ante la más grande inversión que se haya registrado en la historia de la industria automotriz en México, según analistas como los de Santander. La última que se le acercaría, de KIA, en Pesquería, Nuevo León, no llega a la mitad.

Para hacerse una idea de las oportunidades, tomando en cuenta el monto conservador sobre la inversión, y considerando que en el sector automotor el contenido nacional se sitúa entre 30 y 50 por ciento, habría un mercado potencial de 2 mil 500 millones de dólares para proveeduría local.

Además, como ha señalado el economista y periodista Enrique Quintana, la noticia puede tener un “efecto simbólico” de gran impacto, y con ello, acelerar procesos de decisión de inversión en el país. No sólo los relacionados con proveedores Tesla, que, de hecho, ya estaban apostando por el país para surtir a sus plantas en Estados Unidos.

En medio de los últimos días de incertidumbre sobre la decisión de Tesla, se confirmaba el avance de grandes inversiones en Nuevo León, como la de AGP Glass, compañía con sede corporativa en Bélgica y liderazgo mundial en vidrio de alta tecnología: invierte 800 millones de dólares, también en Santa Catarina, para abastecer las giga fábricas de Tesla en Estados Unidos y eventualmente en México. Hay muchas más avanzando en ese sentido.

No sólo es Tesla. A principios de febrero, BMW anunció una inversión de 800 millones de euros en su planta de San Luis Potosí, donde producirá vehículos totalmente eléctricos para la generación NEUE KLASSE. Destaca porque en ese caso incluye una línea de montaje de baterías de alto voltaje, lo que, como con la decisión de Tesla, por lo pronto para fabricar los automóviles, ratifica la competitividad de largo plazo del país en un sector que ya representa el 12% del PIB.

Tan sólo en la industria de autopartes, antes del anuncio de Tesla, según la INA (Industria Nacional de Autopartes), ya se esperaban anuncios de inversiones por 15 mil millones de dólares en los próximos meses por la llegada de empresas que fabrican baterías para vehículos eléctricos, chasises, transmisiones, interiores, rines, moldes, componentes plásticos y diversas partes de motor.

Más allá del sector automotor, de acuerdo con el Nearshoring Data Monitor de Santander, México podría pasar de representar el 14 al 20 por ciento de las importaciones de Estados Unidos hacia 2030. Cada punto porcentual que el país gane en ese terreno implica un incremento de 1.3% en el PIB.

Sin embargo, esta es una historia de rápida evolución. Es ahora o nunca. BMW espera que antes del 2030, sus vehículos 100% eléctricos tengan una participación de 50% en sus ventas mundiales. Tesla tiene hoy capacidad para fabricar unos 2 millones de automóviles al año en sus cuatro armadoras en California, China, Texas y Alemania. Su meta es producir 20 millones hacia 2030 y estima que para ello deberá completar inversiones por más de 150 mil millones de dólares, incluidos los 28 mil millones que ya ha invertido.

México no podía estar fuera esta historia, con potencial de jugar un rol estratégico para la economía más grande del mundo en dos sentidos: diversificar sus importaciones (depender menos de China, a la que ha llegado a comprar 550 mil millones de dólares) y en la transición a la economía de bajo carbono. En suma, el momento para meternos de lleno en dos de las mayores pistas de crecimiento económico mundial en los próximos años.

Nuestro país tiene las condiciones ideales para ello. Cada planta puede venir con sus proveedores, y éstos con los suyos. Pero es ahora o nunca.

Empresario